Este 2 de noviembre se celebra la fiesta de todos los Fieles
Difuntos, justo el día después de que los cristianos celebren la de Todos
los Santos.
Es importante recordar que el día 2 se puede ganar una
indulgencia plenaria para el alma de un familiar o ser querido fallecido.
Según la Constitución Apostólica de San Pablo VI, Indulgentiarum Doctrina,
en su norma 15, “en todas las iglesias, oratorios públicos o –por parte de
quienes los empleen legítimamente- semipúblicos, puede ganarse una indulgencia
plenaria aplicable y solamente en favor de los difuntos, el día 2 de
noviembre".
La
importancia de una sincera conversión
"Para ganar la indulgencia plenaria se requiere la
ejecución de la obra enriquecida con la indulgencia [en este caso, visitar la
iglesia el 2 de noviembre y orar en ella] y el cumplimiento de las tres
condiciones siguientes: la confesión sacramental, la comunión eucarística
y la oración por las intenciones del Romano Pontífice. Se requiere además, que
se excluya todo afecto al pecado, incluso venial. Si falta esta completa
disposición, y no se cumplen las condiciones arriba indicadas, la indulgencia
será solamente parcial", añade el texto promulgado en 1967.
Sin embargo, San Pablo VI dejaba muy claro que las
indulgen
cias “no se pueden ganar sin una sincera metanoia (conversión,
cambio de mentalidad) y unión con Dios, a lo que se suma el cumplimiento de las
obras prescritas”.
"las tres condiciones pueden cumplirse algunos días antes
o después de la ejecución de la obra prescrita; sin embargo, es
conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice
se realicen el mismo día en que se haga la obra", añadía el texto.
La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".
Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)
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