domingo, 17 de abril de 2022

RESUCITÓ, RESUCITÓ, ALELUYA!!

 



Queridos hermanos: en este Domingo radiante de Vida, la Iglesia nos invita a participar del gozo de la Resurrección del Señor. A hacer nuestra esta alegría, como cuando se toma parte en una fiesta. Y esta es la fiesta más grande: es la Pascua, la del Señor y la nuestra. Pascua: paso de la muerte a la vida, a la vida gloriosa de los hijos de Dios, vida que ya se nos da en Cristo Resucitado. Pascua: paso de la oscuridad a la Luz del Señor, del caos de este mundo al orden de la Nueva Creación que Dios ya introdujo en Jesucristo Resucitado. Paso de la esclavitud a la libertad; del pecado a la amistad con Dios; del hombre viejo destinado a la muerte al hombre nuevo, hecho para el cielo. Paso de la incredulidad y la desesperación, a la alegría serena y profunda de la Fe, la Esperanza y el Amor.


Hoy resuena el eco del anuncio de la Resurrección del Señor. De boca en boca corre este rumor, que se prueba eficazmente por el testimonio del Espíritu en los corazones renovados. Cristo ha resucitado y se ha aparecido. Sin embargo, para entrar en esta fiesta, la Fiesta Eterna de los hijos de Dios, es necesario que nos vistamos con el traje de fiesta adecuado. Y ese traje es la Fe. 




De los hombres y mujeres que conocieron a Jesús, sólo los que tuvieron fe en Él encontraron la alegría de la salvación. Nosotros no hemos tenido oportunidad de ver a Jesús Resucitado, nuestra única respuesta quiere ser la Fe. La fe del discípulo amado, que no vio a Jesús; vio las vendas caídas y el sepulcro vacío, y creyó en Jesús, al que más tarde vería.


También hoy nosotros queremos contemplar con fe el testimonio inalterado de la Iglesia, que desde la Ascensión del Señor cree y celebra al Resucitado en cada Misa, hasta que Él vuelva. El signo para nosotros, como para el discípulo amado, es la misma Iglesia, que, a pesar de su debilidad y los defectos de sus miembros, permanece siempre estable a través de los siglos, para dar testimonio de la Palabra del Señor y llevar a todos los hombres la Buena Noticia de la Salvación. Este es el gran signo de que Jesús está vivo, pues de lo contrario el milagro viviente que es la misma Iglesia, no podría sostenerse. Se confirma así la Palabra de la Escritura: Jesucristo ha resucitado. Y si analizamos nuestra propia vida, encontraremos también muchos signos, que nos ha dado el Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo y viendo todo esto, queremos creer hoy aún más, crecer en la fe.


Así, al celebrar hoy llenos de alegría al Señor Resucitado, avivemos nuestra fe, acrecentemos nuestra esperanza, y dejemos que Cristo Resucitado renueve la fuerza de nuestro Amor.


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