San José es quien tuvo el privilegio de ser esposo de
María, de criar al Hijo de Dios y de ser la cabeza de la Sagrada Familia. Es
patrono de la Iglesia Universal, de una infinidad de comunidades religiosas y
de la buena muerte.
"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu
esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
sus pecados" (Mt. 1, 20-21), le dijo el ángel en sueños al “justo”
San José.
San José es conocido como el “Santo del silencio” porque
no se conoce palabra pronunciada por él, pero sí sus obras, su fe y amor que
influenciaron en Jesús y en su santo matrimonio.
Cuenta la tradición que doce jóvenes pretendían casarse
con María y que cada uno llevaba un bastón de madera muy seca en la mano. De
pronto, cuando la Virgen debía escoger entre todos ellos, el bastón de José
milagrosamente floreció. Por eso se le pinta con un bastón florecido.
Junto a María, San José también tuvo que sufrir que no
los quisieran recibir en Belén, que el amor de su vida diera a la luz en un
establo y el tener que huir a Egipto, como si fueran delincuentes, para que
Herodes no mate al niño. Pero supo afrontar todo esto confiando en la
Providencia de Dios.
Con su oficio de carpintero no pudo comprar los mejores
regalos para su hijo Jesús o que recibiera la mejor educación, pero el tiempo
que le dedicó para atenderlo y enseñarle su profesión fueron más que suficiente
para que el Señor conociera el cariño de un papá, que también es capaz de
dejarlo todo por ir en busca del hijo extraviado.
Se conoce a San José como Patrono de la buena muerte
porque tuvo la dicha de morir acompañado y consolado de Jesús y María. Fue
declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1847.
Una de las que más propagó la devoción a San José fue
Santa Teresa de Ávila, que fue curada por intercesión del papá de Jesús en la
tierra de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada y que era considerada
incurable. La Santa le rezó con fe a San José y obtuvo la curación. Luego solía
repetir:
"Otros santos parece que tienen especial poder para
solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran
poder para ayudar en todo".
Hacia el final de su vida, la Santa carmelita resaltó:
“durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia
o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me
escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que
grandes frutos van a conseguir".
Oración a San José
San José,
casto esposo de la Virgen María;
intercede para obtenerme
el don de la pureza
casto esposo de la Virgen María;
intercede para obtenerme
el don de la pureza
Tú que a pesar de tus inseguridades personales,
supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar a lo que el Señor me pida.
supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar a lo que el Señor me pida.
Varón prudente, que no te apegas a las seguridades
humanas,
sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado, obténme el auxilio del divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.
sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado, obténme el auxilio del divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.
Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad
silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones para que pueda
crecer cada día más en ellas y así asemejarme, día a día, al modelo de la plena
humanidad: el Señor Jesús.
Amén
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