Hoy se interrumpe la lectura continua con motivo de la
fiesta que conmemora la recuperación de la cruz de las manos de los persas y su
devolución a Jerusalén por obra del emperador Heraclio. Pero, más allá de esa
evocación histórica, esta fiesta nos invita a preguntarnos qué papel juega la
cruz en nuestras vidas.
- La cruz material es discutida como nunca. Es destruida en
China y en los países musulmanes. Pero también en los países democráticos se la
retira de los lugares públicos, para no ofender a los miembros de otras
religiones o porque también a los cristianos nos recuerda una vida y una fe de
la que hemos apostatado en la práctica.
- Por otra parte, están las otras cruces. Esas que no
aceptamos con serenidad, mientras que las cargamos sin piedad sobre los hombros
de los demás. Las cruces de la enfermedad y el desempleo, del hambre y la
marginación, del desprecio y el abandono, de la miseria y la guerra, de la
violencia y el despojo. La cruz de la fragilidad, que preocupa al Papa
Francisco.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (3,13-17):
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que
bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en
el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida
eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él.»
Palabra del Señor
COMENTARIO.
Los medios de comunicación cada día nos conducen
inconscientemente a "exaltaciones" de signo político, deportivo o
social. Hoy, sin embargo, no ocupa la primera página de este lugar diario de
encuentro ninguna estrella del deporte ni figura de revista del corazón ni
personaje heroico o acontecimiento histórico. Hoy en el centro y bien visible
aparece ese símbolo que nos identifica como cristianos: la Cruz. Define nuestro
diccionario "Exaltación" como la acción de elevar a alguien o algo a
gran auge o dignidad realzando su mérito o circunstancias. ¿Qué dignidad o
mérito podemos encontrar en el mayor símbolo de fracaso? ¿Por qué hacer fiesta
y exaltar la cruz? ¿En que consiste la cruz para el cristiano? No suceda que
nosotros coloquemos la cruz donde Jesús nunca la puso.
La "cruz" representa para la mayoría de nosotros
todo aquello que nos hace sufrir, incluso ese sufrimiento que aparece en
nuestra vida generado por nuestro propio pecado o manera equivocada de vivir.
Cruz es el sufrimiento que se producirá en nuestra vida como consecuencia de
seguir a Jesús y los valores del evangelio.
Contemplar la cruz y a Dios crucificado en ella puede
cambiar de raíz nuestra actitud cuando padecemos la enfermedad, somos víctima
de la desgracia, sufrimos la dureza de la vida o las consecuencias de seguir
los pasos de Jesús. Y no diremos: "¿Por qué me mandas esto?, ¿qué pecado
cometí?", sino que nuestra súplica creyente será: "Dios mío,
contemplando tu cruz sé que mi sufrimiento te duele tanto como a mí; sé que
también ahora me acompañas y me sostienes, aunque no te sienta. Confío en Ti.
No sé cómo ni cuando, pero un día conoceré contigo la paz y la dicha".
Por eso exaltamos la cruz y porque no es el último destino
de quien sigue a Cristo. Los creyentes no vivimos la cruz como derrotados, sino
como portadores de una esperanza final. Si asumimos esa cruz inevitable en todo
aquel que se esfuerza por ser él mismo más humano y por construir un mundo más
habitable, es porque queremos arrancar para siempre del mundo y de nosotros el
mal y el sufrimiento. A la cruz, a una vida crucificada como la de Jesús, sólo
le espera resurrección. Por eso hoy nos gozamos y hacemos fiesta contemplando
la cruz., por encima de otras exaltaciones efímeras mundanas que nos acompañan
cada día.
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