lunes, 28 de diciembre de 2009

Muchas gracias a tod@s!!!!!

Como decía San Agustin, "Donde no hay caridad no puede haber justicia" .

El equipo de Cáritas, Faustino, Angelita y compañer@s, quiere expresar, su agradecimiento a los feligreses de nuestra barriada, por su aportación de alimentos durante la CAMPAÑA DE NAVIDAD, con lo que hemos remediado -en parte- las necesidades de varias familias de nuestro barrio en estas entrañables fiestas.


También queremos informarles, de la inapreciable labor desarrollada por el grupo de scout de nuestra PARROQUIA bajo la dirección de GABY y VANESA. Auténticos precursores y pilares de la Campaña de recogida de alimentos que se ha promocionado por toda la Comarca del Campo de Gibraltar, "Te Quiero un Kilo".

Nó sólo, han estado a través del Movimiento Scout Católico de las distintas parroquias, sino que han estado en emisoras de radio y televisión. Y por supuesto, en Colegios, Institutos, Centros Comerciales etc. Han llegado, gracias a sus gestiones, a llenar más de un Salón parroquial.


También, queremos destacar,el trabajo realizado por los colaboradores y miembros del Consejo Pastoral, los incansables RAFAEL y ANTONIO que han preparado y distribuido todos los alimentos que se han recibido, sin cuya colaboración nos hubiese sido muy dificil realizarla.

Se han distribuido más de 70 costos de alimentos a familias necesitadas de nuestro barrio. Y en el caso de Rafael, con sus compañeros de la ONG que forman, han aportado alimentos y dinero para solventar unos cuantos problemas a los más necesitados de nuestro barrio. Por desgracia, esto está ocurriendo y a corto plazo, no se le ve solución.
Por todo ello, apelamos a la solidaridad y buenos sentimientos de los feligreses de San García Abad, para que fuera de la Campaña de Navidad, y teniendo en cuenta que la situación de decenas de familias de nuestro barrio, son muy delicadas y que por desgracia, no se les vislumbra una solución a corto plazo, rogamos sigan colaborando con alimentos y/o donaciones a Cáritas.

Estamos seguros, que con la ayuda de la mayoría de nuestros feligreses, podremos ayudar a llevar de una manera digna, las necesidades de los más necesitados de nuestro barrio.

Por lo tanto, ayuda a los necesitados!

Da un Kilo de alimentos o un donativo!!


domingo, 27 de diciembre de 2009

La Misa de las familias!!!!


Cientos de miles de personas, en su mayoría familias, asistieron a la misa celebrada en la madrileña Plaza de Lima con motivo de la festividad de la Sagrada Familia. Junto al cardenal Rouco, principal organizador del acto, concelebró medio centenar de obispos españoles, una veintena de prelados europeos y 10 cardenales.

A continuación, integra la Homilía .





Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Una vez más, una Plaza madrileña, la Plaza de Lima, nos ofrece un bello marco para celebrar la Fiesta de la Sagrada Familia públicamente ante la sociedad y ante el mundo como “una Misa de lasFamilias”: de las familias de Madrid y de toda España. Así sucedió elpasado año. Hoy, además, como una Eucaristía de las familias de todaEuropa. Me es muy grato, por ello, saludar con afecto fraterno en elSeñor a los Sres. Cardenales, Arzobispos y Obispos de las Diócesis deEspaña, pero, especialmente, a los hermanos venidos de Roma y de diversos países europeos. En un lugar destacado quisiera hacerlo con e l Sr. Cardenal Prefecto del Pontificio Consejo para las Familias, que subraya con su presencia el valor pastoral que le merecen al Santo Padre y a sus colaboradores más próximos nuestra iniciativa a favor de la familia.

El luminoso y siempre certero mensaje del Papa Benedicto XVI no nos ha faltado tampoco en esta ocasión en que la Eucaristía de las familias cristianas de España se abre a las Iglesias particulares de Europa. Mi saludo muy cordial se dirige también a los innumerables hermanos sacerdotes españoles y europeos, cercanos siempre a las familias que ellos atienden y sirven con cuidadoso celo y caridad.

Nuestro más efusivo saludo va dirigido, sin embargo, a las Innumerables familias – abuelos, padres, hijos, hermanos… – que se han sacrificado para venir a Madrid y poder celebrar en esta fría mañana madrileña, unidos en una extraordinaria asamblea litúrgica con los fieles de nuestra diócesis, la Acción de Gracias eucarística con alegría jubilosa por el inmenso don de la familia cristiana: familia que se mira en la Sagrada Familia de Nazareth como el modelo insuperable y decisivo para poder vivir en plenitud la riqueza de la gracia del matrimonio cristiano en el día a día del crecer y del quehacer de la propia familia. La familia cristiana sabe, además, que en Jesús, María y José, encuentra el apoyo sobrenatural necesario que le ha sido preparado amorosamente por Dios para que no desfallezca en la realización de su hermosa vocación.

Vuestra multitudinaria presencia, queridas familias, y vuestraparticipación atenta, piadosa y activa en esta celebración eucarística habla un claro y elocuente lenguaje: ¡queréis a vuestras familias! ¡queréis a la familia!; ¡mantenéis fresca y vigorosa la fe en la familia cristiana!; estáis seguras, compartiendo la doctrina de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, de que el modelo de la familia cristiana es el que responde fielmente a la voluntad de Dios y, por ello, es el que garantiza el bien fundamental e insustituible de la familia para sus propios miembros –los padres y los hijos en eminente lugar–, para toda la sociedad y, no en último lugar, para la Iglesia. La Iglesia es, en definitiva, la “construcción de Dios”, “en la que habita su familia”, como enseña el Vaticano II; y la familia en ella es “Iglesia doméstica” (LG 6 y11).

Queridas familias cristianas: sois muy conscientes, incluso en virtud de vuestras propias experiencias de la vida en el matrimonio y en vuestrafamilia, de que ese otro lenguaje de los diversos modelos de familia, que parece adueñarse, avasallador y sin réplica alguna, de la mentalidad y de la cultura de nuestro tiempo, no responde a la verdad natural de la familia, tal como viene dada al hombre “desde el principio” de la creación y de que, por ello, es incapaz de resolver la problemática tantas veces cruel y dolorosa de los fracasos materiales, morales y espirituales que afligen hoy al hombre y a la sociedad europea de nuestro tiempo con una gravedad pocas veces conocida por la historia.

Queridas familias: porque queréis vivir vuestra familia en toda la verdad, la bondad y la belleza que le viene dada por el plan salvador de Dios, estáis aquí como protagonistas del nuevo Pueblo y de la nueva Familia de Dios, que peregrina en este mundo hacia la Casa y la Gloria del Padre, celebrando con la Iglesia el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, culmen
y fuente de toda la vida cristiana –y consecuentemente ¡de la verdadera vida de vuestras familias!– como una Fiesta, iluminada por la memoria, hecha actualidad, de la Sagrada Familia de Nazareth.

Con la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José, se inicia el capítulo de la nueva y definitiva historia de la familia: el de la familia, que, fundada por el Creador en el verdadero matrimonio entre el varón y la mujer, va a quedar liberada de la esclavitud del pecado y transformada por la gracia del Redentor. Acerquémonos pues con la mirada de la fe, clarificada por la palabra de Dios, a la realidad de esta familia, sagrada y entrañable a la vez, que abre a las nuestras el tiempo nuevo del amor y de la vida sin ocaso. Llama la atención desde el primer momento de su preparación y constitución que lo que guía y mueve a María y a José a
desposarse y acoger en su seno al Hijo, a Jesús, es el cumplimiento de la voluntad de Dios sin condiciones; aunque, humanamente hablando, les cueste comprenderla.

María dice “Sí” a la maternidad de su Hijo, que era nada menos que el Hijo del Altísimo. Lo concibe por obra del Espíritu Santo, siendo Virgen y permaneciendo Virgen. José acepta acoger a María en su casa como esposa, castamente, sabiendo que el Hijo que lleva en sus entrañas no es suyo, ¡es de Dios! Se abandonan a su santísima voluntad, sabiendo que responden así a los designios inescrutables, pero ciertos, del amor de un Dios que quiere salvar al hombre por caminos que le sobrepasan por la magnitud infinita de la misericordia que revelan. Son cada vez más conscientes de que a ellos se les ha confiado la vida y la muerte terrena de un niño, que es el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor. Sí, sobre todo, lo sabe su Madre María que lo acompaña, a veces desde la distancia física, pero siempre desde una inefable cercanía del corazón hasta el momento de la Cruz: ¡la hora de la expropiación total del Hijo y de la Madre en aras del Amor más grande!

En la escena del adolescente Jesús, perdido y hallado por sus padres en el Templo de Jerusalén, que nos relata hoy el Evangelio de San Lucas, se confirmaba y se preludiaba hasta qué grado de entrega y oblación de la vida conllevaba la aceptación amorosa de la voluntad del Padre: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”. Y, aunque ellos no comprendieron del todo lo que les quería decir, su angustia precedente quedó enternecedoramente compensada por el Hijo: Jesús bajó con ellos a Nazareth y, bajo su autoridad, “iba creciendo en sabiduría, estatura, y en gracia ante Dios y ante los
hombres”.
Y “su madre conservaba todo esto en su corazón”. De aquel amor de María y José, amor de total entrega a Dios, y, por ello, de una fecundidad humanamente inimaginable, ¡sobrenatural!, surge la familia en la que nace, crece y vive el Salvador del hombre, el Autor de la Nueva Vida, el Cabeza del Nuevo Pueblo de Dios, el Primero entre una incontable multitud de hermanos, que habrían de configurar la nueva familia humana.

Queridas familias cristianas de España y de toda Europa: miraos a Vosotras mismas como esposas y esposos, padres e hijos, en el límpido espejo de ese prototipo de la nueva familia querida y dispuesta por Dios en su plan de salvación del hombre, que es la familia de Jesús, María y José. ¿Verdad que también vosotros podéis certificar que, cuando todo ese edificio de íntimas relaciones personales entre vosotros y con vuestros hijos se fundamenta en la vivencia fiel y siempre renovada de vuestro compromiso contraído sacramentalmente en Cristo, ante Dios y ante la Iglesia, os es posible e incluso sencillo y gratificante configurar vuestra familia como esa íntima comunidad de vida y amor donde se va abriendo día a día, “cruz a cruz”, el camino de la verdadera felicidad?.

Entonces os sentís “como elegidos de Dios, santos y amados, para revestiros “de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión”. Sabéis pedir perdón y perdonáis. Sabéis sobrellevaros y ¿os santificáis mutuamente? Colocáis por encima de todo “el amor” que “es el ceñidor de la unidad consumada”. ¿En quién y en dónde podrán encontrar los niños, que van a nacer, los discapacitados, los enfermos, los rechazados… etc., el don de la vida y del amor incondicional sino en vosotros, padres y madres de las familias cristianas? ¿Hay quien responda mejor y más eficazmente a las situaciones dramáticas de los parados, de los ancianos, de los angustiados por la soledad física y espiritual, de los rotos por las decepciones y fracasos sentimentales, matrimoniales y familiares, que la familia verdadera, la fundada en la ley
de Dios y en el amor de Jesucristo?

En esta madrileña Plaza de Lima, el día 2 de noviembre de 1982, el inolvidable Juan Pablo II, declarado Venerable el pasado día 19 de diciembre por nuestro Santo Padre Benedicto XVI, celebraba una Eucaristía memorable, convocada como “la Misa para las familias” en el tercer día de su largo primer viaje por toda la geografía de las Diócesis de España ¡Viaje Apostólico inolvidable! En su vibrante homilía se encuentra un pasaje, cuya vigorosa fuerza profética no ha perdido ni un ápice de actualidad. Permitidme que os lo recuerde: “Además, según el plan de Dios, –afirmaba el Papa– el matrimonio es una comunidad de amor indisoluble ordenado a la vida como continuación y complemento de los mismos cónyuges."

Existe una relación inquebrantable entre el amor conyugal y la transmisión de la vida, en virtud de la cual, como enseñó Pablo VI, “todo acto conyugal debe permanecer abierto a la transmisión de vida”. Por el contrario, – como escribí en la Exhortación Apostólica “Familiaris Consortio”–“al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal. Pero hay otro aspecto aún más grave y fundamental, que se refiere al amor conyugal como fuente de la vida: hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad.”

Benedicto XVI nos enseña hoy, en medio de una crisis socio-económica generalizada, un cuarto de siglo después de la homilía de la Plaza de Lima, en su Encíclica “Cáritas in Veritate”: “La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica… Por eso, seconvierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad”.

El panorama que presenta la realidad de la familia en la Europa contemporánea no es precisamente halagüeño. El preocupante diagnóstico del estado de salud de la familia europea, que hacía en octubre de 1999 la II Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos y que, después, Juan Pablo II recogía, detallaba y confirmaba en la Exhortación Postsinodal “La Iglesia en Europa”, se ha ido agravando más y más. La actualidad del matrimonio y de la familia en los países europeos está marcada por la facilitación jurídica del divorcio hasta extremos impensables hasta hace poco tiempo y asimilables al repudio; por la aceptación creciente de la difuminación, cuando no de la eliminación, primero cultural y luego legal de la consideración del matrimonio como la unión irrevocable de un varón y una mujer en íntima comunidad de amor y de vida, abierta a la procreación de los hijos; por el crecimiento, al parecer imparable, de las rupturas matrimoniales y familiares con las conocidas y dramáticas consecuencias que acarrean para la suerte y el bien de los niños y de los jóvenes.

A esta situación se ha añadido la crisis económica, con la inevitable secuela del paro y el desempleo como factor sobrevenido a la situación ya muy extendida de la crisis del matrimonio y de la familia. El derecho a la vida del niño, todavía en el vientre de su madre –del “nasciturus”–, se ve lamentablemente suplantado en la conciencia moral de un sector cada vez más importante de la sociedad, y en la legislación que la acompaña y la estimula, por un supuesto derecho al aborto en los primeros meses del embarazo. La vida de las personas con discapacidades varias, de los enfermos terminales y de los ancianos, sin un entorno familiar que las cobije, se ve cada vez más en peligro. Un panorama a primera vista oscuro y desolador. Sólo a primera vista. En el trasfondo alumbran los signos luminosos de la esperanza cristiana: ¡Aquí estáis vosotras, las queridas familias cristianas de España y de toda Europa, para dar testimonio de esa esperanza y corroborarla. Con el “sí” gozoso a vuestro matrimonio y a vuestra familia, sentida y edificada cristianamente como representación viva del amor de Dios –amor de oblación y entrega, ofrecido y fecundo también en “vuestra carne”– y con vuestro “sí” al matrimonio y a la familia como “el santuario de la vida” y fundamento de la sociedad, estáis abriendo de nuevo el surco para el verdadero porvenir de la Europa del presente y del futuro. Europa, sin vosotras, queridas familias cristianas, se quedaría prácticamente sin hijos o, lo que es lo mismo, sin el futuro de la vida. Sin vosotras, Europa se quedaría sin el futuro del amor, conocido y ejercitado gratuitamente; se quedaría sin la riqueza de la experiencia del ser amado por lo que se es y no por lo que se tiene. El futuro de Europa, su futuro moral, espiritual e, incluso, biológico, pasa por la familia realizada en su primordial y plena verdad.

¡El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!
Habéis recibido el gran don de poder vivir vuestro matrimonio y vuestra familia cristianamente, siguiendo el modelo de la Familia de Nazareth, y, con el don, una grande y hermosa tarea : la de ser testigos fieles y valientes, con obras y palabras, del Evangelio de la vida y de la familia en una grave coyuntura histórica de los pueblos de Europa, vinculados entre sí por la común herencia de sus raíces cristianas. Unidas en la Comunión de la Iglesia, alentadas y fortalecidas por la Sagrada Familia de Nazareth, por Jesús, María y José, la podréis llevar a un buen y feliz término. ¡Sí, con el gozo jubiloso de los que han descubierto y conocen que en Belén de Judá, hace dos mil años, nos nació de María, la Virgen y Doncella de Nazareth, el Mesías, el Señor, el Salvador, lo podréis!

Amén.


HOMILIA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de
Madrid en la Fiesta de la Sagrada Familia
Plaza de Lima, 27.XII.2009; 12.00 horas

jueves, 24 de diciembre de 2009

Hoy nos ha nacido un Salvador!!!


«Hoy nos ha nacido un Salvador» (Salmo resp.).

Al hoy del gran misterio de la Encarnación corresponde de modo particular esta hora, en que celebramos la santa misa llamada de medianoche. Según la tradición, el Hijo de Dios vino al mundo en Belén, en medio de la noche.

Leemos en el texto del profeta Isaías:

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9, 1). A este pueblo pertenecían los pastores de Belén, que velaban de noche su rebaño y a los que, en primer lugar, llegó la noticia: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11). Ellos fueron también los primeros que, siguiendo la invitación del ángel, se acercaron al establo donde había nacido Jesús.
«¡Hoy ha nacido Cristo, el Señor, el Salvador!». Esta alegre noticia invita a toda la creación a cantar al Señor «un cántico nuevo»: «Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque» (Sal 95, 11-12).
Por eso en la noche de Navidad resuenan en el mundo entero cantos de alegría, en todas las lenguas de la tierra. Son cantos que tienen un atractivo singular y contribuyen a crear el clima inconfundible de este periodo del año litúrgico. Verdaderamente, como dice el profeta Isaías, «acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9, 2).
«Hoy ha nacido» (cf Lc 2, 11).

Junto al término «ha nacido», natus est, encontramos en los textos litúrgicos otra expresión: «apparuit», «apareció», «se ha manifestado». Cuando nace un niño, aparece en el mundo una nueva persona. Refiriéndose al nacimiento en Belén del Hijo de María, la liturgia habla de «manifestación», como se señala especialmente en la carta de san Pablo apóstol a Tito: «Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación» (Tt 2,11).

«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado», está escrito en el texto de Isaías (Is 9, 5). En este Niño ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación a todos los hombres. Esta gracia es ante todo él mismo, el Hijo unigénito del Padre eterno, que en esta hora se hace hombre naciendo de una mujer. Su nacimiento en Belén constituye el primer momento de la gran revelación de Dios en Cristo. Los pastores llegan al establo y encuentran «al Salvador del mundo, que es Cristo el Señor» (cf. Lc 2, 11). Y aunque sus ojos ven a un recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en aquel signo reconocen, gracias a la luz interior de la fe, al Hijo del Padre eterno. En él se manifiesta el amor de Dios por el hombre, por toda la humanidad. Aquel que nace en la noche de Belén viene al mundo para «entregarse por nosotros, para rescatarnos de toda impiedad, y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras» (Tt 2, 14).

« Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2. l4).
Este himno , que ha entrado definitivamente en la tradición litúrgica de la Iglesia, resuena por vez primera en la noche de Belén y habla de un acercamiento singular y extraordinario entre Dios y el hombre. En realidad, Dios nunca se ha acercado tanto al hombre como en aquella noche, cuando el Hijo unigénito del Padre se hizo hombre. Y, aunque su nacimiento tuvo lugar en condiciones modestas y pobres -Jesús nació en la pobreza de un establo, como los que no tienen casa-, estuvo rodeado de gloria divina. En efecto, gloria no significa sólo esplendor externo; significa ante todo santidad.
La hora del nacimiento del Hijo de Dios en el establo de Belén es la hora en que la santidad de Dios irrumpe en la historia del mundo. «Noche santa», como anuncia un conocido villancico. Noche que señala, al mismo tiempo, el Inicio de la santificación del hombre por obra del único que es «el Santo de Dios». El himno angélico que acompaña la Navidad del Señor anuncia precisamente esto.
Al mismo tiempo, proclama la paz en la tierra. Pensamos ante todo en la paz en sentido histórico. Así, en la noche de la Navidad del Señor, se renueva en nosotros la esperanza de paz para todos los hombres y para todos los pueblos afectados por la guerra: los Balcanes, Africa y cualquier otro lugar donde falta la paz.

Sin embargo, en la liturgia navideña la palabra paz tiene también otro significado más profundo. Se refiere a la nueva alianza de Dios con los hombres, a su renovación y cumplimiento definitivo. Si la alianza de Dios con los hombres es una realidad que abarca toda la historia de la salvación, no es posible hallar una expresión más plena que esta: Dios ha acogido en sí mismo a la humanidad asumiéndola en la Persona única del Hijo. De este modo Cristo ha unido en sí lo divino y lo humano, como fundamento perenne y estable de la paz y de la eterna alianza. Por esto la Iglesia entera entona en esta noche un cántico nuevo:

«¡Gloria a ti, Dios hecho hombre, y paz a los hombres salvados por tu amor!»

Homilía de S.S. Juan Pablo II en la Misa de Nochebuena
24 de diciembre de 1995

Bendición, para la cena de Nochebuena!!!


Bendición de la
Cena de Nochebuena


En el centro de la mesa se colocará una vela apagada.
Toda la familia, de pie, se reúne alrededor de la mesa. Santiguándose dicen:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La madre de familia dice:

Hoy nos encontramos reunidos celebrando el nacimiento del Señor Jesús de la Virgen María. Dios, en su inmenso amor, envió a su hijo para que la comunión perdida por el pecado fuera restablecida. Él nos reúne esta noche y, unidos de la misma forma que la familia de Nazaret, nos muestra que nuestra espera no ha sido en vano.

Uno de los hijos lee:

“Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo y Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:”Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace”. (Lc. 2, 8-14)
El padre de familia dice:

Bendice, Señor, estos alimentos. Bendice a quien los ha preparado, da pan a los que no tienen, y bendice nuestra familia.
Y todos responden:

Gloria a Ti, Señor Jesús, que hoy has nacido de la Virgen María.

Mientras uno de los hijos enciende el cirio colocado en medio de la mesa, todos entonan un villancico.




lunes, 21 de diciembre de 2009

Ya tenemos..........La Luz de Belén!!!!!!


La campaña de la Luz de la Paz de Belén la organizaba originalmente la televisión pública austriaca - y era parte de un gran programa benéfico – con el nombre Luz en la Oscuridad, dedicada a niños y niñas necesitadas en Austria y en el extranjero.
Desde 1990, ha habido un gran acuerdo de cooperación entre los Scouts y las Guías en muchos países, lo que ha permitido que la luz viaje por Europa.

Cada año, un niño del norte de Austria recoge la luz de la gruta donde Jesús nació y la lleva a Europa desde donde se distribuye, en una ceremonia en Viena el sábado anterior a Navidad.

Delegaciones de toda Europa asisten a la celebración para llevar la Luz a su país, con un mensaje de Paz. Una vez en casa llevan a cabo una ceremonia donde Scouts y Guías pueden recogerla y llevarla a otras iglesias, casas particulares, hospitales, residencias de ancianos, prisiones, lugares públicos y de importancia cultural y política o a cualquier lugar dónde se aprecie su significado.


"Para abrir fronteras", es el lema de este año.

Scouts MSC participa en este proyecto desde 1.999 con el propósito de llevar la “Luz de Paz” y el mensaje de la Navidad a tantas personas como sea posible, y el de animar a los Scouts y Guías, como miembros de un movimiento internacional, a participar activamente en el trabajo de la paz, independientemente de sus opiniones o condiciones culturales, étnicas, políticas o religiosas.

Al igual que el pasado año, Gaby, Vanessa y sus compañeros del Movimiento Scout Católico "Caetarea", que como sabreis tienen su sede en nuestra parróquia, han sido los encargados de traer "La Luz de Belén" hasta nuestro Templo.

Este pasado domingo, durante la misa de las 11, la de los niños, con gran participación de éstos acompañados de padres, catequistas y scouts, han vivido esos momentos que tanto les emocionan, la bendición de las figuritas de los niños Jesus de belenes caseros y como no, han tomado a través de pequeñas velas, la luz de Belen, que les facilitaba los monitores y Guias del "MSC Caetarea".
Antes, en la pantalla que recientemente se ha instalado en el Templo, Vanessa, miembro destacada del movimiento scout, explicaba en una proyección la naturaleza de este acto y la importancia que el mismo tiene. ‘Para abrir fronteras’, que busca derribar todas aquellas fronteras –físicas, culturales, personales, religiosas o de otro tipo- que impiden la paz en el mundo.
La explicación, que fué durante la Eucaristia, fué seguida con mucha atención por los presentes. Por lo tanto, desde este Domingo y hasta el día de Reyes, estará expuesta en el Templo, la llama de la luz de Belén.
Todos aquellos que deseen llevar esa luz de la Paz a sus domicilios, podrán hacerlo durante estos dias navideños. Si no dispone de velas para su traslado, en la parroquia, se le podrá facilitar alguna.
Lo dicho, ya tenemos "La Luz de la Paz".............."La Luz de Belén", en nuestra parroquia!!!



domingo, 20 de diciembre de 2009

Evangelio del Domingo 20 ( San Lucas 1,39-45)

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.


En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.


Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito. - «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!


¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.


Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. »


Palabra del Señor.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Oración Comuniraria de Adviento, viernes 18 de Diciembre




ALABANZAS AL SANTÍSIMO


INTRODUCCIÓN

El evangelio de hoy describe la visita de María a su prima Isabel. Las dos se conocían. Eran parientes. Pero en este encuentro descubren, la una en la otra, un misterio que no conocían todavía y que les llena de mucho gozo.

¡Cuántas veces nos sucede en la vida que encontramos personas que conocemos, pero que nos sorprenden de nuevo por la sabiduría que poseen y por el testimonio de fe que nos dan!

Es así como Dios se revela y nos hace conocer el misterio de su presencia en nuestra vida.





INVOCACIÓN AL ESÍRITU SANTO (Todos)

Señor, Tú que inspiraste a la Virgen María cuando llevaba en su seno a Tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel.

Concédenos que, dóciles al soplo del Espíritu Santo, podamos, como María, cantar siempre tus maravillas y tus alabanzas.


ORACIÓN EN SILENCIO: Encuentro con María

María, que suerte he tenido al venir a la casa de Isabel, para sentir la cercanía de tu presencia. Parece que me miras sentada en el burrillo, tirado por los ángeles que te acompañan hasta aquí, con tu Hijo en las entrañas.


Y, ¡Que suerte haberte oído que has venido hoy también aquí, a mi pobre corazón! ¡La Madre de mi Señor, ha venido a visitarme!

María, con tu gran sencillez reconociste lo que Dios había hecho en Ti... Y Tú no te lo quedaste para ti sola. Lo compartiste con tu prima, con tus vecinos de Nazaret y conmigo...

Porque Tú nos das lo mejor. Eres la fuente de Dios, y quedando
en Ti el Señor, nos das sus frutos ¡Qué gusto María, me das lo mejor!


Madre, ayuda a estos peregrinos que te quieren de verdad y que quieren, como Tú, dar nuestros mejores frutos reteniendo a Dios dentro de nosotros. Haz que descubramos que unos a otros nos necesitamos.


¡Ven, María, y visítanos siempre!

Cuando las lágrimas rueden por nuestras mejillas...Cuando el dolor nos astille...Cuando la duda nos ronde...Cuando se nos enfríe el corazón...Y, sobre todo cuando nos llegue la hora de la muerte. Visítanos y tráenos a Jesús, fruto bendito de tu seno, para cantar siempre el gran Magníficat de acción de gracias al Creador.


MONICIÓN AL EVANGELIO

Isabel representa al Viejo Testamento que termina. María el Nuevo que empieza. El Viejo Testamento acoge al nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y a completar todas las esperanzas de las gentes. En el encuentro entre las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar de gozo al niño en el seno de Isabel. La Buena Noticia de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de la vida humana, como es, dos mujeres de casa que se hacen una visita para ayudarse. Visita, alegría, gravidez, hijos, ayuda mutua, casa, familia: y es en esto en lo que Lucas quiere que las comunidades (y todos nosotros) sintamos y descubramos la presencia del Reino.

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.


En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.


Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito. - «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!


¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.


Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. »


Palabra del Señor.


Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,

- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.


Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,

- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.


Te pedimos Señor por las familias cristianas,

- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.


Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados

- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.


Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,

- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.


Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,

- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.


Oh Cristo, que con tu sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano,

- haz que los hogares cristianos sean cantera de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.


Te rogamos Señora del Adviento, por los sacerdotes,

- para que, alegres por la venida del Señor, se dediquen a la oración y súplica con acción de gracias, y que la paz de Dios llene sus pensamientos y sus corazones.


Salvador del mundo, te rogamos por nuestro país y sus habitantes,

- para que este Adviento sea tiempo de gracia, de paz y de arrepentimiento.


Redentor nuestro, te rogamos por los enfermos y ancianos, especialmente los de nuestras familias y los de la parroquia,

-para que su enfermedad sea oportunidad para crecer en la fe, esperanza y amor de Dios.


ORACIÓN FINAL: Cuando llegue Él...


Cuando llegue el “Deseado”,

el que mi amor espera,

adornaré mi casa,

la vestiré de fiesta,

apagaré los ruidos,

encenderé la hoguera.


Cuando llegue el “Amado”

por el que estoy en vela

lavaré sus pies,

perfumaré de esencias,

pondré manjares frescos

y música siempre nueva.

Cuando llegue el “Anunciado”

Por todos los profetas

No podrá engañarme

como lo hizo con Magdalena.

Captaré su perfume

Y notaré su presencia.


Cuando llegue Él...

¡Pero si siempre llega!

Mientras le estoy esperando

mil veces repetía que le abriera...

Mis ojos no le reconocían

cansado de llamar junto a mi puerta.


Se me hacía presente

mientras yo miraba a fuera

y ocupaba mi casa y mis cosas

creyendo que era primavera

Pero Él sufre de invierno oscuro

sin acercarse a mi hoguera.


Llegaba el “Esperado de los Siglos”

Y el más desamparado de la tierra,

mientras yo me afanaba tembloroso

y ponía manjares en la mesa.

Pero Él se doblaba de hambre y de frío


esperando impaciente que le viera.


Viene Belén, y le sigo esperando.

El sendero se oscurece, y las veredas

se llenan de obuses y de muertos,


de sangre inocente, de penas

y la paz la rompen fríamente,

y gritan con Raquel en las afueras

¡que ya viene el Deseado, el Amigo!

Y los niños se defienden con piedras

porque quieren unos “seguridad”

y los otros vivir tranquilos en su “tierra”

¡La puerta de Belén ya está abierta!

¿Podré llegar y cantar al Niño que viene

o quedarme distraído en las afueras?




Fuentes:

Dª Ana Navarro Mayorga

Redacción del Blog

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz


"Al cuidar la creación, vemos que Dios, a través de ella, cuida de nosotros ."


"Si quieres promover la paz, protege la creación".

Éste es el lema del Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el próximo 1 de enero y que ayer al mediodía ha sido presentado por el cardenal Renato Raffaele Martino -presidente emérito del Pontificio Consejo Justicia y Paz- y el secretario del dicasterio, monseñor Mario Toso.

En el mismo, el Santo Padre denuncia "la negligencia o el rechazo por parte de tantos a ejercer un gobierno responsable respecto al medio ambiente" y reclama la urgencia de alcanzar "una leal solidaridad intergeneracional" para proteger el clima. Una cuestión de plena actualidad, toda vez que se está celebrando en Copenhague la Cumbre Internacional sobre el Clima.

"El tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros, los estilos de vida y los modelos de consumo y producción actualmente dominantes", afirma Benedicto XVI en su mensaje, que concluye afirmando que "la Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo".

A continuación ofrecemos íntegro el mensaje de Su Santidad.


1. Con ocasión del comienzo del Año Nuevo, quisiera dirigir mis más fervientes deseos de paz a todas las comunidades cristianas, a los responsables de las Naciones, a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo. El tema que he elegido para esta XLIII Jornada Mundial de la Paz es: Si quieres promover la paz, protege la creación. El respeto a lo que ha sido creado tiene gran importancia, puesto que «la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios», y su salvaguardia se ha hecho hoy esencial para la convivencia pacífica de la humanidad. En efecto, aunque es cierto que, a causa de la crueldad del hombre con el hombre, hay muchas amenazas a la paz y al auténtico desarrollo humano integral - guerras, conflictos internacionales y regionales, atentados terroristas y violaciones de los derechos humanos-, no son menos preocupantes los peligros causados por el descuido, e incluso por el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado. Por este motivo, es indispensable que la humanidad renueve y refuerce «esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual caminamos».


2. En la Encíclica Caritas in veritate he subrayado que el desarrollo humano integral está estrechamente relacionado con los deberes que se derivan de la relación del hombre con el entorno natural, considerado como un don de Dios para todos, cuyo uso comporta una responsabilidad común respecto a toda la humanidad, especialmente a los pobres y a las generaciones futuras. He señalado, además, que cuando se considera a la naturaleza, y al ser humano en primer lugar, simplemente como fruto del azar o del determinismo evolutivo, se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de la responsabilidad. En cambio, valorar la creación como un don de Dios a la humanidad nos ayuda a comprender la vocación y el valor del hombre. En efecto, podemos proclamar llenos de asombro con el Salmista: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?» (Sal 8,4-5). Contemplar la belleza de la creación es un estímulo para reconocer el amor del Creador, ese amor que «mueve el sol y las demás estrellas».


3. Hace veinte años, al dedicar el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz al tema Paz con Dios creador, paz con toda la creación, el Papa Juan Pablo II llamó la atención sobre la relación que nosotros, como criaturas de Dios, tenemos con el universo que nos circunda. «En nuestros días aumenta cada vez más la convicción -escribía- de que la paz mundial está amenazada, también [...] por la falta del debido respeto a la naturaleza», añadiendo que la conciencia ecológica «no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas». También otros Predecesores míos habían hecho referencia anteriormente a la relación entre el hombre y el medio ambiente. Pablo VI, por ejemplo, con ocasión del octogésimo aniversario de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en 1971, señaló que «debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el hombre] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación». Y añadió también que, en este caso, «no sólo el ambiente físico constituye una amenaza permanente: contaminaciones y desechos, nuevas enfermedades, poder destructor absoluto; es el propio consorcio humano el que el hombre no domina ya, creando de esta manera para el mañana un ambiente que podría resultarle intolerable. Problema social de envergadura que incumbe a la familia humana toda entera».


4.Sin entrar en la cuestión de soluciones técnicas específicas, la Iglesia, «experta en humanidad», se preocupa de llamar la atención con energía sobre la relación entre el Creador, el ser humano y la creación. En 1990, Juan Pablo II habló de «crisis ecológica» y, destacando que ésta tiene un carácter predominantemente ético, hizo notar «la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad». Este llamamiento se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración. ¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenóenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales? ¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven -y con frecuencia también sus bienes- a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado? ¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales? Todas éstas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo.


5. No obstante, se ha de tener en cuenta que no se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella, ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación. Por tanto, resulta sensato hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere también, y sobre todo, la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son patentes desde hace tiempo en todas las partes del mundo. La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos. Las situaciones de crisis por las que está actualmente atravesando -ya sean de carácter económico, alimentario, ambiental o social- son también, en el fondo, crisis morales relacionadas entre sí. Éstas obligan a replantear el camino común de los hombres. Obligan, en particular, a un modo de vivir caracterizado por la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y formas de compromiso, apoyándose con confianza y valentía en las experiencias positivas que ya se han realizado y rechazando con decisión las negativas. Sólo de este modo la crisis actual se convierte en ocasión de discernimiento y de nuevas proyecciones.


6. ¿Acaso no es cierto que en el origen de lo que, en sentido cósmico, llamamos «naturaleza», hay «un designio de amor y de verdad»? El mundo «no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar [...]. Procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad». El Libro del Génesis nos remite en sus primeras páginas al proyecto sapiente del cosmos, fruto del pensamiento de Dios, en cuya cima se sitúan el hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza del Creador para «llenar la tierra» y «dominarla» como «administradores» de Dios mismo (cf. Gn 1,28). La armonía entre el Creador, la humanidad y la creación que describe la Sagrada Escritura, se ha roto por el pecado de Adán y Eva, del hombre y la mujer, que pretendieron ponerse en el lugar de Dios, negándose a reconocerse criaturas suyas. La consecuencia es que se ha distorsionado también el encargo de «dominar» la tierra, de «cultivarla y guardarla», y así surgió un conflicto entre ellos y el resto de la creación (cf. Gn 3,17-19). El ser humano se ha dejado dominar por el egoísmo, perdiendo el sentido del mandato de Dios, y en su relación con la creación se ha comportado como explotador, queriendo ejercer sobre ella un dominio absoluto. Pero el verdadero sentido del mandato original de Dios, perfectamente claro en el Libro del Génesis, no consistía en una simple concesión de autoridad, sino más bien en una llamada a la responsabilidad. Por lo demás, la sabiduría de los antiguos reconocía que la naturaleza no está a nuestra disposición como si fuera un «montón de desechos esparcidos al azar», mientras que la Revelación bíblica nos ha hecho comprender que la naturaleza es un don del Creador, el cual ha inscrito en ella su orden intrínseco para que el hombre pueda descubrir en él las orientaciones necesarias para «cultivarla y guardarla» (cf. Gn 2,15). Todo lo que existe pertenece a Dios, que lo ha confiado a los hombres, pero no para que dispongan arbitrariamente de ello. Por el contrario, cuando el hombre, en vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios, lo suplanta, termina provocando la rebelión de la naturaleza, «más bien tiranizada que gobernada por él». Así, pues, el hombre tiene el deber de ejercer un gobierno responsable sobre la creación, protegiéndola y cultivándola.


7. Se ha de constatar por desgracia que numerosas personas, en muchos países y regiones del planeta, sufren crecientes dificultades a causa de la negligencia o el rechazo por parte de tantos a ejercer un gobierno responsable respecto al medio ambiente. El Concilio Ecuménico Vaticano II ha recordado que «Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos». Por tanto, la herencia de la creación pertenece a la humanidad entera. En cambio, el ritmo actual de explotación pone en serio peligro la disponibilidad de algunos recursos naturales, no sólo para la presente generación, sino sobre todo para las futuras. Así, pues, se puede comprobar fácilmente que el deterioro ambiental es frecuentemente el resultado de la falta de proyectos políticos de altas miras o de la búsqueda de intereses económicos miopes, que se transforman lamentablemente en una seria amenaza para la creación. Para contrarrestar este fenómeno, teniendo en cuenta que «toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral», es también necesario que la actividad económica respete más el medio ambiente. Cuando se utilizan los recursos naturales, hay que preocuparse de su salvaguardia, previendo también sus costes -en términos ambientales y sociales-, que han de ser considerados como un capítulo esencial del costo de la misma actividad económica. Compete a la comunidad internacional y a los gobiernos nacionales dar las indicaciones oportunas para contrarrestar de manera eficaz una utilización del medio ambiente que lo perjudique. Para proteger el ambiente, para tutelar los recursos y el clima, es preciso, por un lado, actuar respetando unas normas bien definidas incluso desde el punto de vista jurídico y económico y, por otro, tener en cuenta la solidaridad debida a quienes habitan las regiones más pobres de la tierra y a las futuras generaciones.


8. En efecto, parece urgente lograr una leal solidaridad intergeneracional. Los costes que se derivan de la utilización de los recursos ambientales comunes no pueden dejarse a cargo de las generaciones futuras: «Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana. La solidaridad universal, que es un hecho y beneficio para todos, es también un deber. Se trata de una responsabilidad que las generaciones presentes tienen respecto a las futuras, una responsabilidad que incumbe también a cada Estado y a la Comunidad internacional». El uso de los recursos naturales debería hacerse de modo que las ventajas inmediatas no tengan consecuencias negativas para los seres vivientes, humanos o no, del presente y del futuro; que la tutela de la propiedad privada no entorpezca el destino universal de los bienes; que la intervención del hombre no comprometa la fecundidad de la tierra, para ahora y para el mañana. Además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional, especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y aquellos altamente industrializados: «la comunidad internacional tiene el deber imprescindible de encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación también de los países pobres, y planificar así conjuntamente el futuro». La crisis ecológica muestra la urgencia de una solidaridad que se proyecte en el espacio y el tiempo. En efecto, entre las causas de la crisis ecológica actual, es importante reconocer la responsabilidad histórica de los países industrializados. No obstante, tampoco los países menos industrializados, particularmente aquellos emergentes, están eximidos de la propia responsabilidad respecto a la creación, porque el deber de adoptar gradualmente medidas y políticas ambientales eficaces incumbe a todos. Esto podría lograrse más fácilmente si no hubiera tantos cálculos interesados en la asistencia y la transferencia de conocimientos y tecnologías más limpias.


9. Es indudable que uno de los principales problemas que ha de afrontar la comunidad internacional es el de los recursos energéticos, buscando estrategias compartidas y sostenibles para satisfacer las necesidades de energía de esta generación y de las futuras. Para ello, es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso. Al mismo tiempo, se ha de promover la búsqueda y las aplicaciones de energías con menor impacto ambiental, así como la «redistribución planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen puedan acceder a ellos». La crisis ecológica, pues, brinda una oportunidad histórica para elaborar una respuesta colectiva orientada a cambiar el modelo de desarrollo global siguiendo una dirección más respetuosa con la creación y de un desarrollo humano integral, inspirado en los valores propios de la caridad en la verdad. Por tanto, desearía que se adoptara un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana.


10. Para llevar a la humanidad hacia una gestión del medio ambiente y los recursos del planeta que sea sostenible en su conjunto, el hombre está llamado a emplear su inteligencia en el campo de la investigación científica y tecnológica y en la aplicación de los descubrimientos que se derivan de ella. La «nueva solidaridad» propuesta por Juan Pablo II en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, y la «solidaridad global», que he mencionado en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009, son actitudes esenciales para orientar el compromiso de tutelar la creación, mediante un sistema de gestión de los recursos de la tierra mejor coordinado en el ámbito internacional, sobre todo en un momento en el que va apareciendo cada vez de manera más clara la estrecha interrelación que hay entre la lucha contra el deterioro ambiental y la promoción del desarrollo humano integral. Se trata de una dinámica imprescindible, en cuanto «el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad». Hoy son muchas las oportunidades científicas y las potenciales vías innovadoras, gracias a las cuales se pueden obtener soluciones satisfactorias y armoniosas para la relación entre el hombre y el medio ambiente. Por ejemplo, es preciso favorecer la investigación orientada a determinar el modo más eficaz para aprovechar la gran potencialidad de la energía solar. También merece atención la cuestión, que se ha hecho planetaria, del agua y el sistema hidrogeológico global, cuyo ciclo tiene una importancia de primer orden para la vida en la tierra, y cuya estabilidad puede verse amenazada gravemente por los cambios climáticos. Se han de explorar, además, estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias, así como es preciso preparar políticas idóneas para la gestión de los bosques, para el tratamiento de los desperdicios y para la valorización de las sinergias que se dan entre los intentos de contrarrestar los cambios climáticos y la lucha contra la pobreza. Hacen falta políticas nacionales ambiciosas, completadas por un necesario compromiso internacional que aporte beneficios importantes, sobre todo a medio y largo plazo. En definitiva, es necesario superar la lógica del mero consumo para promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. La cuestión ecológica no se ha de afrontar sólo por las perspectivas escalofriantes que se perfilan en el horizonte a causa del deterioro ambiental; el motivo ha de ser sobre todo la búsqueda de una auténtica solidaridad de alcance mundial, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común. Por otro lado, como ya he tenido ocasión de recordar, «la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales. La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y guardar la tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre, y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios».


11. Cada vez se ve con mayor claridad que el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros, los estilos de vida y los modelos de consumo y producción actualmente dominantes, con frecuencia insostenibles desde el punto de vista social, ambiental e incluso económico. Ha llegado el momento en que resulta indispensable un cambio de mentalidad efectivo, que lleve a todos a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales, la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones». Se ha de educar cada vez más para construir la paz a partir de opciones de gran calado en el ámbito personal, familiar, comunitario y político. Todos somos responsables de la protección y el cuidado de la creación. Esta responsabilidad no tiene fronteras. Según el principio de subsidiaridad, es importante que todos se comprometan en el ámbito que les corresponda, trabajando para superar el predominio de los intereses particulares. Un papel de sensibilización y formación corresponde particularmente a los diversos sujetos de la sociedad civil y las Organizaciones no gubernativas, que se mueven con generosidad y determinación en favor de una responsabilidad ecológica, que debería estar cada vez más enraizada en el respeto de la «ecología humana». Además, se ha de requerir la responsabilidad de los medios de comunicación social en este campo, con el fin de proponer modelos positivos en los que inspirarse. Por tanto, ocuparse del medio ambiente exige una visión amplia y global del mundo; un esfuerzo común y responsable para pasar de una lógica centrada en el interés nacionalista egoísta a una perspectiva que abarque siempre las necesidades de todos los pueblos. No se puede permanecer indiferentes ante lo que ocurre en nuestro entorno, porque la degradación de cualquier parte del planeta afectaría a todos. Las relaciones entre las personas, los grupos sociales y los Estados, al igual que los lazos entre el hombre y el medio ambiente, están llamadas a asumir el estilo del respeto y de la «caridad en la verdad». En este contexto tan amplio, es deseable más que nunca que los esfuerzos de la comunidad internacional por lograr un desarme progresivo y un mundo sin armas nucleares, que sólo con su mera existencia amenazan la vida del planeta, así como por un proceso de desarrollo integral de la humanidad de hoy y del mañana, sean de verdad eficaces y correspondidos adecuadamente.


12. La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente relacionada con la cultura que modela la convivencia humana, por lo que «cuando se respeta la "ecología humana" en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia». No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos: el libro de la naturaleza es único, tanto en lo que concierne al ambiente como a la ética personal, familiar y social. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás. Por eso, aliento de buen grado la educación de una responsabilidad ecológica que, como he dicho en la Encíclica Caritas in veritate, salvaguarde una auténtica «ecología humana» y, por tanto, afirme con renovada convicción la inviolabilidad de la vida humana en cada una de sus fases, y en cualquier condición en que se encuentre, la dignidad de la persona y la insustituible misión de la familia, en la cual se educa en el amor al prójimo y el respeto por la naturaleza. Es preciso salvaguardar el patrimonio humano de la sociedad. Este patrimonio de valores tiene su origen y está inscrito en la ley moral natural, que fundamenta el respeto de la persona humana y de la creación.


13. Tampoco se ha de olvidar el hecho, sumamente elocuente, de que muchos encuentran tranquilidad y paz, se sienten renovados y fortalecidos, al estar en contacto con la belleza y la armonía de la naturaleza. Así, pues, hay una cierta forma de reciprocidad: al cuidar la creación, vemos que Dios, a través de ella, cuida de nosotros. Por otro lado, una correcta concepción de la relación del hombre con el medio ambiente no lleva a absolutizar la naturaleza ni a considerarla más importante que la persona misma. El Magisterio de la Iglesia manifiesta reservas ante una concepción del mundo que nos rodea inspirada en el ecocentrismo y el biocentrismo, porque dicha concepción elimina la diferencia ontológica y axiológica entre la persona humana y los otros seres vivientes. De este modo, se anula en la práctica la identidad y el papel superior del hombre, favoreciendo una visión igualitarista de la «dignidad» de todos los seres vivientes. Se abre así paso a un nuevo panteísmo con acentos neopaganos, que hace derivar la salvación del hombre exclusivamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista. La Iglesia invita en cambio a plantear la cuestión de manera equilibrada, respetando la «gramática» que el Creador ha inscrito en su obra, confiando al hombre el papel de guardián y administrador responsable de la creación, papel del que ciertamente no debe abusar, pero del cual tampoco puede abdicar. En efecto, también la posición contraria de absolutizar la técnica y el poder humano termina por atentar gravemente, no sólo contra la naturaleza, sino también contra la misma dignidad humana.


14. Si quieres promover la paz, protege la creación. La búsqueda de la paz por parte de todos los hombres de buena voluntad se verá facilitada sin duda por el reconocimiento común de la relación inseparable que existe entre Dios, los seres humanos y toda la creación. Los cristianos ofrecen su propia aportación, iluminados por la divina Revelación y siguiendo la Tradición de la Iglesia. Consideran el cosmos y sus maravillas a la luz de la obra creadora del Padre y de la redención de Cristo, que, con su muerte y resurrección, ha reconciliado con Dios «todos los seres: los del cielo y los de la tierra» (Col 1,20). Cristo, crucificado y resucitado, ha entregado a la humanidad su Espíritu santificador, que guía el camino de la historia, en espera del día en que, con la vuelta gloriosa del Señor, serán inaugurados «un cielo nuevo y una tierra nueva» (2 P 3,13), en los que habitarán por siempre la justicia y la paz. Por tanto, proteger el entorno natural para construir un mundo de paz es un deber de cada persona. He aquí un desafío urgente que se ha de afrontar de modo unánime con un renovado empeño; he aquí una oportunidad providencial para legar a las nuevas generaciones la perspectiva de un futuro mejor para todos. Que los responsables de las naciones sean conscientes de ello, así como los que, en todos los ámbitos, se interesan por el destino de la humanidad: la salvaguardia de la creación y la consecución de la paz son realidades íntimamente relacionadas entre sí. Por eso, invito a todos los creyentes a elevar una ferviente oración a Dios, Creador todopoderoso y Padre de misericordia, para que en el corazón de cada hombre y de cada mujer resuene, se acoja y se viva el apremiante llamamiento: Si quieres promover la paz, protege la creación.


Vaticano, 8 de diciembre de 2009

Fuentes:
Santa Sede
Periodistadigital.com
Redacción Blog Parroquial

martes, 15 de diciembre de 2009

Nuestro Párroco, en Pastoral Diocesana

Como ya indicábamos en el apartado de "donde está el cura", dentro del calendario que adjuntábamos y en relación a su misión como Director del Secretariado diocesano de pastoral juvenil y vocacional de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, nuestro párroco, Andrés Drouet ha sido el invitado de la tertulia cofrade de La Levantá.

En el marco de las charlas organizadas a lo largo del año y que tienen su marco en el viejo asilo. El párroco de San García ha comparecido ante un buen número de fieles. Como informa Algecirasalminuto.es

La llegada de la Navidad ha llevado a los miembros de la tertulia cofrade de La Levantá a organizar charlas relativas al misterio de Cristo en esta época del año. De esa temática, otras relacionadas con la Virgen María, así como la fe y la ayuda a los más necesitados ha dado buena cuenta Andrés Drouet durante el transcurso de una charla muy amena y a la vez didáctica para los cofrades que no se han querido perder la cita de La Levantá.

Para los asistentes, la charla del párroco de San García, ha sido entrañable, pastoral y a la vez, ha llegado a todos en un lenguaje claro y muy cercano.


Los días 10, 11 y 12, ha presidio en la Iglesia de la Palma, el Triduo en honor a la Virgen de La Amargura, en la eucaristía de las 19:00.

La juventud nazarena ha sido la protagonista del tercer día de rezo a la Virgen de La Amargura, vestida de celeste, en la iglesia de La Palma. La Solemne Función tuvo lugar este domingo a partir de la una del mediodía.

A lo largo de estos tres días,han pasado por la iglesia de La Palma decenas de fieles para rezar a la Virgen de La Amargura en la celebración de un triduo que ha contando con mucha asistencia de hermanos y devotos.

Andrés Drouet, el párroco de San García ha sido el encargado, al igual que días atrás, de dirigir la misa en la que se ha valorado la entrega y el amor que la juventud nazarena ejerce durante los 365 días del año.

Las hermanas nazarenas y los costaleros de la Virgen también han sido reconocidos estos días de triduo.

Desde este blog, desde nuestra Parroquia, nos congratulamos del trabajo que nuestro párroco, Andrés Drouet, está haciendo tanto en nuestro barrio, ciudad y Diócesis.

Fuentes:
Algeciras al minuto.es
Redacción Blog.

domingo, 13 de diciembre de 2009

EVANGELIO DEL DOMINGO (Lucas 3, 10-18)

EVANGELIO DE LUCAS 3, 10-18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: - « ¿Entonces, qué hacemos?» Él contestó: - «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: - «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?» Él les contestó: - «No exijáis más de lo establecido.» Unos militares le preguntaron: - « ¿Qué hacemos nosotros?» Él les contestó: - «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.» El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no seria Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: - «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.» Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

Palabra del Señor.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Oración Comunitaria de Adviento, 11 de Diciembre 2009




ALABANZAS AL SANTÍSIMO

CANTO AL ESPÍRITU SANTO


INTRODUCCIÓN.

¿Quién de nosotros no ha experimentado la impaciente alegría, mientras esperamos la llegada de una persona a quien amamos? .
El Tercer Domingo de Adviento nos invita a la alegría de la espera: “... Estad siempre alegres…El Señor está cerca” (Flp 4, 4-6). Pero también a vigilar para discernir los signos de los tiempos y seguir actualizando la pregunta que el pueblo hace a Juan “¿Qué hacemos?” (Lc 3, 10). La respuesta no se hace de esperar: compartid lo que sois y tenéis, tiempo, dinero, ropa, alimentos…



ORACIÓN-MEDITACIÓN: Orar es amar a Jesús
Recuerda agradecido/a a las personas que te han ayudado con su estilo de vivir a acercarte a Jesús. En todo tiempo, también en el nuestro, es vital el testimonio.
Gracias, Señor, por tantos profetas de tu amor.
Sin ellos, ¡qué oscuro queda el mundo! ¿Quién da, si no son ellos, esperanza a los más pobres?¡Cuántas pistas me han dado de Ti en medio de la noche!
Abre tu corazón a Jesús. Deja espacio a su palabra en tu vida. Confiesa tu fe en Él. No te calles lo que oyes, ves, tocas y palpas acerca de la vida. Canta y vive para Él y sentirás que Él vive para ti.
Jesús, tú eres mi luz. Jesús, tú eres mi alegría.
Jesús, tú eres mi Dios y Señor. Jesús, tú eres mi vida.
Atrévete a ser testigo de Jesús en medio del mundo que te rodea. Recuerda la valentía de Juan y de tantos testigos. Préstale tu voz, tus ojos, tus manos, tu corazón, todo tu ser.

Aquí me tienes, Señor. Toma mi vida. Muchas personas no te conocen. Quiero ser tu música, un humilde signo de tu presencia.
Dame tu Espíritu para prepararte caminos y abrirte puertas.

Estrena en el Adviento un estilo de vida sencillo, austero, sin creerte más que nadie, con la poesía y el gozo de Jesús tocando tus entrañas.

MONICIÓN AL EVANGELIO
En el evangelio de hoy, San Lucas, nos trasmite las normas de conducta que San Juan Bautista presentaba para recibir la inmensa alegría del perdón y las promesas mesiánicas. Para encontrarse con Jesús no hace falta huir del trabajo, ni de la vida diaria. La alegría cristiana consiste en compartir con el prójimo lo que hemos recibido de Dios.

EVANGELIO DE LUCAS 3, 10-18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: - « ¿Entonces, qué hacemos?» Él contestó: - «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: - «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?» Él les contestó: - «No exijáis más de lo establecido.» Unos militares le preguntaron: - « ¿Qué hacemos nosotros?» Él les contestó: - «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.» El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no seria Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: - «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.» Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

Palabra del Señor.

PRECES
Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.

Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.

Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.

Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.

Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.

Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.

Oh Cristo, que con tu sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano,
- haz que los hogares cristianos sean cantera de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

Te rogamos Señora del Adviento, por los sacerdotes,
- para que, alegres por la venida del Señor, se dediquen a la oración y súplica con acción de gracias, y que la paz de Dios llene sus pensamientos y sus corazones.

Altísimo Señor, baja a escucharnos con la bondad que te distingue,
- Para que nuestro párroco el padre Andrés y el padre Ángel sientan cercana en todo instante la especial protección de María Santísima particularmente en los instantes de sus desconsuelos y soledades en el ejercicio de sus misiones.

VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ...

Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criasteis,
vuestra, pues me redimisteis,
vuestra, pues que me sufristeis,
vuestra pues que me llamasteis,
vuestra porque me esperasteis,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Me veis aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, Me veis aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mi?...

Santa Teresa de Jesús.


El Mesías disfrazado
Había una vez un monasterio en el que la piedad había decaído. No es que los monjes fueran malos, pero sí que en la casa había una especie de gran aburrimiento, que los monjes no parecían felices; nadie quería ni estimaba a nadie y eso se notaba en la vida diaria como una capa espesa de mediocridad.
Tanto, que un día el Padre prior fue a visitar a un famoso sabio con fama de santo, quien, después de oírle y reflexionar, le dijo: "La causa, hermano, es muy clara. En vuestro monasterio habéis cometido todos un gran pecado: Resulta que entre vosotros vive el Mesías camuflado, disfrazado, y ninguno de vosotros se ha dado cuenta."
El buen prior regresó preocupadísimo a su monasterio porque, por un lado, no podía dudar de la sabiduría de aquel santo, pero, por otro, no lograba imaginarse quién de entre sus compañeros podría ser ese Mesías disfrazado.
¿Acaso el maestro de coro? Imposible. Era un hombre bueno, pero era vanidoso, creído. ¿Sería el maestro de los novicios? No, no. Era también un buen monje, pero era duro, irascible. Imposible que fuera el Mesías. ¿Y el hermano portero? ¿Y el cocinero? Repasó, uno por uno, la lista de sus monjes y a todos les encontraba llenos de defectos. Claro que -se dijo a sí mismo - si el Mesías estaba disfrazado, podía estar disfrazado detrás de algunos defectos aparentes, pero ser, por dentro, el Mesías.

Al llegar a su convento, comunicó a sus monjes el diagnóstico del santo y todos sus compañeros se pusieron a pensar quién de ellos podía ser Mesías disfrazado y todos, más o menos, llegaron a las mismas conclusiones que su prior. Pero, por si acaso, comenzaron a tratar todos mejor a sus compañeros, a todos, no sea que fueran a ofender al Mesías. Y comenzaron a ver que tenían más virtudes de las que ellos sospechaban.
Y, poco a poco, el convento fue llenándose de amor, porque cada uno trataba a su vecino como si su vecino fuese Dios mismo. Y todos empezaron a ser verdaderamente felices amando y sintiéndose amados.

Texto de José Luis Martín Descalzo

* Agradecimientos a Dª Ana Navarro.