martes, 29 de noviembre de 2011

Hoy es... San Gregorio Taumaturgo !!

Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un simple hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo él.

Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus padres que eran de familia noble lo encauzaron hacia los estudios de las leyes.

Cuando era joven tuvo que viajar a Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana, y allá conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una escuela de teología en esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio y lo recibió en su famosa escuela.
Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de que lo verdaderamente admirable y cierto acerca de Dios es lo que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar.

Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio renunció a su antiguo plan de dedicarse a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos.

Más tarde dirá: "Cuando estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen comportamiento" (¡Quisiera Dios que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!).

El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un hermoso discurso de despedida a su gran profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este discurso, que aún se conserva, se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también de que fueran sumamente virtuosos.

Al llegar a su patria, a su ciudad Neocesarea del Ponto, fue nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos como por ej. El poder tan extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a muerte por un nacedero de agua. Viendo que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y este se secó y ya no hubo más peleas. La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente aguardando en su puerta para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les obtenía de Dios su curación. Y así con su predicación y sus milagros logró aumentar enormemente el número de cristianos en aquella ciudad.

San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo porque el número de creyentes había aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día dijo: "Vamos a ver si es cierto lo que Jesús dijo: "si tenéis fe, podréis decir a un monte: ¡quítate de ahí! – y este obedecerá". Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo.

San Gregorio de Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela Santa Macrina, que había conocido a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que el evangelio dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás un estallido de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas: "si, si" o "no, no", como lo manda el evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo al invisible".

Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Y él mismo ser retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él había convertido al cristianismo.

Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban escondidos los dos. Y llegó un numeroso grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron encontrar. Cuando la policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por milagro no los habían logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.

San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el mundo estaba contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad.

Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete", y él exclamó gozoso: "Gracias Señor: ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".

Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio de los pobres porque él quería estar también junto a ellos hasta después de muerto.

Las gentes lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con todo.

En verdad que en la vida de San Gregorio Taumaturgo sí que se cumplió aquello que decía Jesús: "Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán".

Quiera Dios bendito y adorado darnos también a cada uno de nosotros una gran fe que mueva montañas de dificultades. Amen.












Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

lunes, 28 de noviembre de 2011

Celebramos el Almuerzo del Patrón !!


Este pasado domingo 27 de Noviembre, han finalizado las actividades que han durado una semana en honor a nuestro Patrón, San García Abad. Y como no podía ser de otra manera, lo hemos celebrado a lo grande con la participación de más de 150 feligreses en un almuerzo benéfico en honor de nuestro patrón y con un plato estrella como el de la paella, cocinada por el gran chef algecireño de fama nacional, Luis Martín, que además, es un miembro muy importante en la Comunidad Parroquial de San García Abad.

Decíamos que ha sido una semana muy intensa en eventos y celebraciones. El pasado miércoles día 23, comenzaba el Triduo al Santo Patrón, el primer día está dedicado a la familia.

Pero, nada más terminar, rápidamente acompañamos al párroco, reverendo Don José Carlos Del Valle, a la Fundación Municipal de Cultura, donde a partir de las 20:30 horas, se presentó por primera vez, el libro que cuenta la historia de San García Abad, nuestro patrón y personaje importante en su época, el siglo XI y además, consejero de reyes de Castilla, abades, religiosos y también del Cid Campeador.

El evento fué presentado por el Cronista Oficial de Algeciras, el profesor de Historia y escritor, Don Luis Alberto Del Castillo, acompañaron a nuestro amigo y escritor del libro, Ángel Corbalán, el párroco de nuestra parroquia, Don José Carlos Del Valle y la Concejala delegada de Participación Ciudadana, María Victoria Zarzuela. También estuvieron presentes en el acto de presentación, las Concejalas delegadas de Fiestas y Mercados, Juani Cid Vadillo, de Cultura, Pilar Pintor y de Bienestar Social, Paula Conesa Barón. Por supuesto, no faltaron decenas de feligreses de nuestra parroquia, invitados por parte del la Fundación de Cultura y del autor del libro. Fué cubierta la información por la televisión local y diferentes medios de comunicación digitales de la ciudad y comarcales.

El Jueves 24, el segundo día del Triduo, se dedicó a los Enfermos de la Parroquia y familiares enfermos de los feligreses. Todos los actos religiosos fueron presididos por nuestro párroco, reverendo Don José Carlos Del Valle.

Y así, llegamos al viernes 25, Día del Patrón, aunque laborable en la ciudad, se dieron cita cientos de feligreses de esta parroquia y de otras de la ciudad.

Fué una Misa Concelebrada, en un principio, estaba previsto que la celebrara Don José Carlos Del Valle, nuestro párroco, acompañado de dos sacerdotes que en otros años anteriores, fueron párrocos de nuestra Parroquia; Don Francisco Núñez, primer párroco y que lo fué durante 11 años, y también, Don Juan Pedro Varo, que lo fué desde el año 2000 al 2004 y que fué el que trajo desde Burgos hasta nuestra parroquia, la reliquia de San García Abad.
Este sacerdote último, precisamente no pudo participar en la Misa que ponía fin al Triduo y a la vez, conmemoraba la Festividad de San García, ya que tenía que atender su parroquia en otra localidad de la Diócesis y no pudo ser.

La Eucaristia fué amenizada por el Coro de San García Abad que, lo dirige desde hace más de 25 años, Merche y Daniel. Cantaron además del Himno a San García, canciones y salmos propios de la celebración. Al finalizar la Santa Misa, como ya es tradicional, se llevó a cabo por parte de los feligreses el beso a la reliquia del Santo. De todo lo ocurrido y que hemos contado, incluso de la Homilía de nuestro párroco y que hace mención a la vida dl santo, lo podemos visualizar y oir en este Blog, ya que lo hemos subido a Youtube, para disfrute de los feligreses de este y el otro lado del "charco".

Y con estas, llegamos al domingo 27. Desde muy temprano y previa organización del reverendo párroco y el Consejo Pastoral, se preparó el Claustro Parroquial para recibir y atender a todos los feligreses que lo desearan y así, participar en el "Almuerzo del Patrón". Que como hemos dicho al principio, Luis Martín, se lució y bien con esa extraordinaria paella, no valenciana , ni mediterranea, más bien..."Paella del Patrón".


El postre, exquisito, el tocino de cielo , lo elaboró en casa Luis Martín, con la sabia dirección de su señora. Y los feligreses, estubieron magníficos, comireron todo lo comible y brindaron , siempre con moderación, por este ejercicio que acaba y el comienzo del próximo. Nos referimos para el próximo Día del Patrón.

Tras los postres, el Coro de Merche y Daniel, amenizaron el baile con sevillanas, rumbas y música donde no faltaban los guiños a Algeciras y a Cádiz.

Algunos se arrancaron por sevillanas y también con "pasodobles", quizá el próximo año, cobremos la entrada, vale la pena verlos bailar.


Nuestro párroco, como buen anfitrión, estuvo departiendo con todos los asistentes a esta fiesta de nuestro Patrón. Estuvo incansable y a pesar de llevar hasta ese momento dos misas, bautizos, atenciones a invitados , etc., se le vió siempre risueño y con mucha predisposición para los feligreses.


A una hora prudencial, lo decíamos antes, finalizó el evento. La tarde continuaba con otras celebraciones religiosas y había que recoger el Claustro. Pero, no sin antes, leer una serie de mensajes y correos que nos habían llegado de todo el mundo; Desde Buenos Aires, nuestra amiga Norma González de Philips, nos felicitaba y se unía a nuestra fiesta, desde Hong Kong, una señora algecireña, Mará del Carmen Fernández-Aller, nos felicitaba y rezaba por la comunidad, desde Whasington, Guillermo Suarez, seguidor del Blog Parroquial, se unia a la fiesta y como no, desde Quintanilla de San García, la Asociación de Nuestra Señora de Aliende, se unía a nuestras oraciones y también celebraban a San García Abad. Y como es tradicional, finalizábamos con una foto de familia, donde aparecemos los que en ese momento ya quedábamos listos para recoger el Claustro.

Hasta el próximo Noviembre y Viva nuestro Patrón, San García Abad!!

San García Abad, el gran santo desconocido, algo más que un libro !!


Hola amigos

Pocas veces me dirijo a vosotros, los de este y el otro lado del Oceano, en mi propio nombre. Pero, en este caso, es para hablaros sobre el libro que la pasada semana hemos presentado en La Fundación Municipal de Cultura de la ciudad de Algeciras, José Luis Cano. Donde me acompañaron a la presentación del libro, "San García Abad, el gran santo desconocido.", además de nuestro párroco, reverendo Don José Carlos Del Valle, el cronista Oficial de la ciudad, Don Luis Alberto del Castillo, que hizo la presentación del libro, la delegada de Participación Ciudadana, Victoria Zarzuela y un grupo de Autoridades y amigos, además de varios medios de comunicación locales y comarcales.

Pues bien, dicho esto, si eres de los pocos que continúan leyendo...te contaré que, San García Abad, el santo del que hablamos en este libro, fué un importante personaje y persona, en la Castilla del siglo XI. Si, la de Fernando I y el Cid Campeador, originario de la comarca de La Bureba, Burgos, nuestro santo, fué consejero de tres reyes y de otros abades santos. Proporcionó tierras, cultura , enseñanzas etc., a los colonos que huyendo de otras tierras peninsulares en guerras con los musulmanes, se acogían al Monasterio de Arlanza, en Burgos. Gracias a él, San García Abad, hoy existen pueblos y minifundios en Castilla. Lo que tenía...lo daba.

Bueno, que conseguimos con ello?...Y que conseguís vosotros por un donativo de 10€?.

Además de leer la historia de..."San García Abad, el gran santo desconocido", colaborais con el proyecto Mayor-Net, una labor solidaria para los mayores de la tercera edad que, de una manera altruista, les facilitamos talleres, formación , enseñanza y entretenimiento.

Y además de pagarle a la imprenta que, ya ha cobrado en su totalidad, aportamos una parte a Cáritas Parroquial de San García Abad, en Algeciras(Cádiz), para atender en la alimentación a muchas familias que por culpa de la crisis...necesitan hasta el último euro para que no le corten la luz a ellos y sus niños...por lo tanto, les aportamos alimentos.

Lo puedes adquirir en librerias de la ciudad ,en la Parroquia o bien, contactando por mail con sangarciaabad.alg@gmail.com .

Y que más? ... tendreis mi reconocimiento y admiración.

Que Dios os bendiga...Amén


Ángel Corbalán

Hoy celebramos a...Santa Catalina de Laboure !!


Santa Catalina Labouré, llamada Zoé en familia, nació en Bretaña, Francia, el 1806. Sus padres eran agricultores. Zoé era la novena de once hermanos supervivientes, de los diecisiete que nacieron.

Cuando Zoé tenía nueve años murió su madre. Zoé tiene que ocuparse de las tareas de la casa. Se prepara intensamente para la sagrada Comunión. Va mucho a la iglesia, sobre todo a la capilla de la Virgen.

Zoé toma la decisión de hacerse religiosa, como su hermana mayor. Su padre se opone. La envía a París para que conozca mundo y cambie de idea.

Por fin su padre consiente y entra en el noviciado de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Adopta el nombre de Catalina. Era muy cumplidora, pero sin cualidades extraordinarias ni virtudes llamativas.

Y es a ella a quien la Virgen María se le aparece varias veces el 1830. Catalina había deseado con ansia que la Virgen se le comunicase. La primera aparición fue en el mes de julio. Catalina cuenta candorosamente la aparición, con la intervención del Angel de la Guarda.

La principal aparición fue en noviembre. Su confesor, el P. Aladel, la cuenta así: «La Virgen se le mostró en un retrato de forma oval. Estaba sobre el globo terráqueo, con vestido blanco y manto azul. De sus manos salían rayos resplandecientes que caían sobre la tierra. Arriba estaba escrito: ¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!... En el reverso del retablo estaba la letra M, sobre la que había una cruz descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María. Después oyó estas palabras: Has de acuñar una medalla según este modelo. Los que la lleven puesta y recen devotamente está súplica, alcanzarán especial protección de la Virgen. Y desapareció la visión».

Más tarde, en 1832, el P. Aladel visita a monseñor Quelen, arzobispo de París, y consigue permiso para grabar la medalla, según la Virgen había manifestado a Catalina. El mismo arzobispo de París pudo comprobar los frutos espirituales de la medalla en varias ocasiones.

La medalla se propagó muy rápidamente. Catalina se preocupó mucho de ello, pero con tanta discreción que se mantenía en secreto el nombre de la vidente. Ella sólo hablaba con su confesor y seguía su vida normal.


El pueblo la llamó la Medalla Milagrosa por los muchos prodigios que obraba. El más famoso fue la conversión del judío Alfonso de Ratisbona. Ratisbona acepta por cortesía una medalla de la Virgen Milagrosa, con la recomendación del rezo diario del «Acordaos» de San Bernardo. Visita en Roma la Iglesia de San Andrea delle Fratte. Se acerca a la capilla de la Virgen que se le aparece tal como venía grabada en la medalla. Se arrodilló y quedó transformado. Se bautizó, se ordenó sacerdote, convirtió a muchos judíos y fundó las Hermanas de Sión para este apostolado.

Mientras tanto, Catalina sigue en la humildad y el anonimato. Atiende a los ancianos, trabaja en la cocina, en el gallinero, en la enfermería, en la portería. Sufre en silencio la falta de comprensión del nuevo confesor. Consigue que se levante el altar, con la estatua que perpetúe las apariciones, en la capilla donde había recibido las confidencias de la Virgen.

Catalina murió en París el 1876. Su cuerpo, que reposa en el altar de la Virgen del Globo, fue encontrado incorrupto 56 años más tarde, intactos los bellos ojos azules que habían visto a la Virgen. Beatificada por Pío XI en 1923, fue canonizada por Pío XII el año 1947.



Oración.


¡Oh Santa Catalina!, que por tu fidelidad y generosidad en el servicio de Dios, fuiste elegida para ser instrumento de la bondad de María, para con el mundo y tus ojos gozaron de la vista de la Celestial Señora, concedednos que fieles en el servicio de Dios, podamos gozar en tu compañía, de la eterna visión de Jesús y María en el Cielo.
Obtiéneme de Jesús, oh Santa bendita, la gracia que de todo corazón imploro.
Amén.


















Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

domingo, 27 de noviembre de 2011

Hoy celebramos... La Virgen de la Medalla Milagrosa !!

Hoy, en todo el mundo católico, se celebra "La Virgen de la Medalla Milagrosa". Más concretamente, en Buenos Aires, en el gran barrio de Quilemes, nos contaba ayer nuestra amiga y gran marianista Norma González de Philips que, se iban a bendecir más de 1500 medallas que se entregarían an esa parroquia catedral de La Inmaculada Concepción, a los tantos fieles que acudirán en unas horas a las tres celebraciones que con el protagonismo principal de Nuestra Señora, se celebrará con tanta devoci´pn. Desde aquí, nuestro gran abrazo y oración por nuestro hermanos del otro lado del charco.


El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

"Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".


Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estas viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros. (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).



Oración.


Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios. Yo os prometo, virgen purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro amor. Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. Amén.













Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

Que estemos en vela y alerta !! (Evangelio dominical)


Hoy comenzamos un nuevo Año Litúrgico (Ciclo “B”). La Iglesia ha ordenado las Lecturas de los Domingos en tres ciclos: A, B y C, de manera que cada uno de los ciclos se repite cada tres años. Es por ello que las Lecturas de este Ciclo “B” que hoy comenzamos no son las mismas que las del Primer Domingo de Adviento del año pasado.
Es así como en tres años de Lecturas dominicales, los fieles pueden tener una idea bastante completa -sin llegar a ser total- de la historia de la salvación contenida en la Sagrada Escritura.
Y el Año Litúrgico comienza con el Tiempo de Adviento. Hoy es el Primer Domingo de Adviento, tiempo de espera para la venida de Cristo... Y tiempo de espera significa tiempo de preparación para esa venida.
Las Lecturas de este tiempo de Adviento nos trasladan a veces a ese gran anhelo de la venida del Mesías que existía en el pueblo de Israel durante el tiempo del Antiguo Testamento. Ellos esperaban a Aquél que vendría para salvar a la humanidad. Vemos tal anhelo en la Primera Lectura del Profeta Isaías (Is. 63, 76-19; 64, 2-7).

Las palabras del Profeta son una súplica llena de urgencia con la que quisiera -por así decirlo- adelantar la venida del Salvador: “Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia”.Ese anhelo, ese grito de los profetas y santos del Antiguo Testamento ya fue satisfecho, pues esa primera venida del Hijo de Dios -su venida histórica- ya tuvo lugar hace más de dos mil años. En efecto, Jesús nació, vivió, sufrió, murió y resucitó en nuestra tierra, en nuestra historia. Y así ha salvado -ha rescatado- a la humanidad que se encontraba perdida en el pecado.Ya la salvación esperada fue realizada por Cristo. Ahora nos toca a nosotros aprovechar la salvación que ya Cristo efectuó.

Hoy como viene siendo habitual para mejor comprensión de La Palabra de Dios, traemos las homilías de tres religiosos en nuestro idioma. Que Dios, Nuestro Señor, les bendiga.


La espera y la esperanza


En el corazón el hombre, de todo hombre, habita un anhelo de bien, de felicidad, de plenitud, en definitiva, de salvación. Este anhelo puede revestirse de los más diversos ropajes, de las ideas y representaciones más dispares, pero, en el fondo, todos deseamos que nos vaya bien, que nuestra vida no se malogre; y esto incluye, naturalmente, que tal suerte abrace también “a los nuestros” (cuyos límites, si bien se piensa, se ensanchan hasta incluir a la humanidad entera). Es una sed de amar y ser amado bajo la que late el secreto deseo de Dios. Podemos racionalizar este deseo de mil formas: confiando en una futura realización fruto del progreso de la humanidad, esa idea tan activa y potente de la época moderna, como indefinida y confusa; o bien, negándolo, diciéndonos (cómo hacen los “postmodernos”) que es una utopía irrealizable y resignándonos a ello.

La fe cristiana (ya desde sus raíces veterotestamentarias) nos dice que ese deseo no es una utopía huera y sin esperanza. Pero nos recuerda también que no es algo que el hombre pueda construir con sus propias y solas fuerzas. La tentación de crear torres de Babel es permanente en la historia humana. Sabemos bien cómo suelen terminar: puesto que una tarea imprescindible para alcanzar la plenitud del bien (el bienestar y la justicia) es la eliminación del mal en todas sus formas, los intentos de realizar la utopía suelen empezar por la tarea de destruir el mal y lo que se consideran sus causas, lo que suele terminar en algún régimen de terror que se dedica sobre todo a destruir a los malvados (a los que la utopía de turno así califica).

Lo que la fe cristiana nos dice es que ese anhelo que habita en el corazón del hombre y que lo sostiene en la dificultad y le hace esperar la superación del mal que le atenaza, es un don de lo alto, un don de Dios, igual que la vida, la libertad y la dignidad humana. ¿Supone esto, acaso, una invitación a la pasividad, a “esperar sentados”? No, en modo alguno. La esperanza cristiana es una espera activa que prohíbe toda pasividad. Jesús lo expresa hoy con una plasticidad insuperable: estar a la espera significa velar; y velar significa realizar con responsabilidad la tarea que se nos ha confiado. Decía Ortega que la vida es quehacer, pues la vida nos da mucho que hacer. Y es verdad. Se nos ha entregado un espacio de responsabilidad y, lo queramos o no, tenemos cosas que hacer. Para vivir con responsabilidad y hacer las cosas que tenemos que hacer, no de cualquier manera, sino “bien”, como se deben hacer, hay que vivir conscientemente, con los ojos abiertos, con el corazón despierto. De esa manera, emerge a nuestra conciencia la tensión de la esperanza que se activa por ese anhelo originario de bien que nos habita por dentro inevitablemente, pero a veces de manera inconsciente, a veces aturdida por el aluvión de las preocupaciones cotidianas, como árboles que nos impiden ver el bosque. La esperanza activa y consciente nos abre los ojos para descubrir que nuestro anhelo de bien y plenitud tiene sentido y, por eso, tienen sentido nuestros esfuerzos y quehaceres cotidianos, que no se limitan a maniobras de distracción para una supervivencia efímera y condenada a la nada.
La Navidad es el rostro concreto de la esperanza cristiana, la respuesta que la fe cristiana ofrece a ese anhelo latente del corazón humano. Pero hemos de tener cuidado. Celebramos litúrgicamente la Navidad, le ponemos fecha, podemos programarla gracias al calendario. Mas lo que la Navidad significa y representa no es posible programarlo a fecha fija. No es posible programar, por ejemplo, la adquisición de la virtud, ni el acontecimiento del amor. Nos haría sonreír con incredulidad si alguien nos dijera que, dadas sus ocupaciones, ha planeado enamorarse justo dentro de un año y medio, y que calcula que en tres años de ejercicios continuados (según las indicaciones de un artículo de las Selecciones del Rider´s Digest) habrá alcanzado la virtud de la paciencia (y, ya puestos, en uno más la de la prudencia). Las dimensiones más importantes de la vida no son el cumplimiento voluntarioso y previsible de un plan, sino un acontecimiento que se hace presente en la vida como un don. Y, sin embargo, no es un don totalmente inesperado: es, por el contrario, aquello que hemos esperado largo tiempo, por lo que nos hemos esforzado poniendo las condiciones para que ese acontecimiento tenga lugar alguna vez, sin que, sin embargo, podamos forzar su advenimiento.

El Señor viene a nuestra vida. La Navidad no es sólo el recuerdo de un hecho histórico sucedido de una vez y para siempre, no es, sobre todo, una efeméride en el calendario. La encarnación del Hijo de Dios en la historia de la humanidad hace unos 2011 años es un acontecimiento que debe suceder de nuevo en la vida de cada uno de nosotros. Cada cual tiene su historia. Aquí no caben esquemas fijos ni fórmulas preconcebidas. Pero sí cabe permanecer en vela, abrir los ojos, purificar el corazón, esforzarse por el bien, elevar al Señor una plegaria, en definitiva, vivir en esa activa esperanza en que una conciencia despierta convierte el anhelo humano de plenitud y felicidad.

Que nadie piense que para él ese acontecimiento está vetado: Dios adquiere rostro humano para todos, y llama a la puerta de cada uno. Y que nadie crea que para él eso ya ha sucedido (pues tiene ya fe y la practica): el que cree haber abierto ya la puerta ha de saber que ese acontecimiento nunca está concluido del todo, y debe realizarse siempre de nuevo a un nivel de mayor profundidad. Pues así como nadie le es a Dios extraño, tampoco puede creer nadie que ya lo conoce o posee suficientemente.

La verdadera esperanza consciente y activa nos libra de la desesperación y de la presunción. La palabra que Jesús nos dirige hoy es una llamada esencial, dirigida al centro del corazón humano, de todo hombre: “Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!”; es decir, no os encerréis en esquemas estrechos y rígidos; no os dejéis amodorrar por la rutina; no seáis prisioneros de vuestras seguridades (ni siquiera de vuestras pretendidas virtudes y buenas obras); no le pongáis puertas al campo, ni queráis encerrar al sol en aerosoles; abríos a dimensiones nuevas, abrid los ojos y el corazón, levantad la cabeza, el horizonte es más grande que vuestra mirada y la medida de vuestros sueños mayor que el recorrido de vuestras piernas.
Que nuestras limitaciones (que tan claramente experimentamos) no nos hagan desesperar de nuestras posibilidades, infinitamente mayores que aquellas, sencillamente por la fuente inagotable de nuestro origen: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”.



LA CASA DE JESÚS


Jesús está en Jerusalén, sentado en el monte de Los Olivos, mirando hacia el Templo y conversando confidencialmente con cuatro discípulos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Los ve preocupados por saber cuándo llegará el final de los tiempos.

A él, por el contrario, le preocupa cómo vivirán sus seguidores cuando ya no le tengan entre ellos. Por eso, una vez más les descubre su inquietud: «Mirad, vivid despiertos». Después, dejando de lado el lenguaje terrorífico de los visionarios apocalípticos, les cuenta una pequeña parábola que ha pasado casi desapercibida entre los
cristianos.
«Un señor se fue de viaje y dejó su casa». Pero, antes de ausentarse, «confió a cada uno de sus criados su tarea». Al despedirse, sólo les insistió en una cosa: «Vigilad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa». Que cuando venga, no os encuentre dormidos.
El relato sugiere que los seguidores de Jesús formarán una familia. La Iglesia será "la casa de Jesús" que sustituirá a "la casa de Israel". En ella todos son servidores. No hay señores. Todos vivirán esperando al único Señor de la casa: Jesús el Cristo. No lo olvidarán jamás.

En la casa de Jesús nadie ha de permanecer pasivo. Nadie se ha de sentir excluido, sin responsabilidad alguna. Todos son necesarios. Todos tienen alguna misión confiada por él. Todos están llamados a contribuir a la gran tarea de vivir como Jesús
al que han conocido siempre dedicado a servir al reino de Dios.
Los años irán pasando. ¿Se mantendrá vivo el espíritu de Jesús entre los suyos? ¿Seguirán recordando su estilo servicial a los más necesitados y desvalidos? ¿Lo seguirán por el camino abierto por él? Su gran preocupación es que su Iglesia se
duerma. Por eso, les insiste hasta tres veces: «vivid despiertos". No es una recomendación a los cuatro discípulos que lo están escuchando, sino un mandato a los creyentes de todos los tiempos: «Lo que os digo a vosotros, os lo digo a todos: velad».

El rasgo más generalizado de los cristianos que no han abandonado la Iglesia es seguramente la pasividad. Durante siglos hemos educado a los fieles para la sumisión y la obediencia. En la casa de Jesús sólo una minoría se siente hoy con alguna responsabilidad eclesial.

Ha llegado el momento de reaccionar. No podemos seguir aumentando aún más la distancia entre "los que mandan" y "los que obedecen". Es pecado promover el desafecto, la mutua exclusión o la pasividad. Jesús nos quería ver a todos
despiertos, activos, colaborando con lucidez y responsabilidad.


Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»


Palabra del Señor





COMENTARIO.

Este domingo es el primero de los cuatro domingos de Adviento.La encarnación de Cristo hace siglos es la razón para nuestra celebración de Navidad, pero es un prólogo de su segunda venida. Sin embargo no puede venir al no ser que la humanidad le abra sus corazones. El Adviento es un tiempo para preparar esos corazones nuestros para su venida. Él entra como un bebé en Belén pero también como ‘el amo de la casa’ como en el Evangelio hoy.

Preparamos los regalos y las fiestas para el próximo 25º de diciembre, pero ¿preparamos nuestros corazones para la segunda venida de Cristo? No podemos saber ni cuando ni donde será, pero tenemos esperanza viva. La Biblia lo dice claramente: ‘El Señor no hace tardar su promesa como algunos piensan, pero él es paciente con vosotros, no deseando que cualquiera perezca sino que todos lleguen al arrepentimiento.’ (2ºPt 3:9). Conviene preparar esto.

Somos simplemente un manojo simple de pajas, ¡pero el establo en Belén tampoco era exactamente un hospital de maternidad elegante! Sin embargo Dios escogió nacer allí. Y escogió vivir en la pobreza de Nazaret. Entonces no se sorprendan con su querer venir y vivir en todos nosotros. ¿Podemos presentarle un pesebre limpio? – ¿presentarle corazones limpios? Por eso, el adviento es un tiempo para echar fuera la suciedad y el polvo que el mundo puede haber rociado por encima de nosotros.

¡El cuidado pre-natal moderno (la obstetricia) se mejora bien, y a los estudiantes de medicina como era yo les toca pasar horas aprendiendo ese cuidado, y creo que el Adviento es un tiempo para un cuidado pre-natal espiritual! Un doctor les aconseja a las mujeres embarazadas evitar alcohol y cigarros y asistir a una clase pre-natal. ¡Eso puede ser un aburrimiento en sí mismo, pero después de que el bebé nace, la madre estará muy alegre… ‘saltando de alegría’! De hecho, Jesús usa tal imagen en Juan 16:21: ‘Cuando una mujer está en el tiempo de contracciones, está angustiada porque su hora ha llegado; ¡pero cuando ha dado a nacer a un niño, ya no recuerda el dolor debido a su alegría de que un niño ha nacido en el mundo.’ ¡El Adviento es un tiempo de cuidado pre-natal por el más tremendo de los nacimientos! Dios anhela ver su amor nacer en cada uno de nosotros.

La primera lectura hoy habla de Dios, nuestro Padre, como un alfarero que trabaja la arcilla (Is 64:7). Un trozo de arcilla es sucio y feo, pero un alfarero bueno hace de él un recipiente bonito. ¿Permitiremos a Cristo hacer algo bonito de nosotros? Hay consagración del vino en el cáliz en la misa, ¿pero también permitiremos que nuestros corazones sean los cálices de Dios? ¿Le permitiremos al Amor de Cristo entrar en nosotros? y cuando el sacerdote le pide "Señor, envía tu espíritu sobre este pan y vino", ¿nos presentamos para recibirlo?

Este mundo moderno de abortos y placeres egoístas necesita ayuda. ¿Simplemente evitaremos contribuir al problema o estamos dispuestos a poner esfuerzo en curarlo? Isaías le pide a Dios trabajar el matorral en el fuego (Is 63:1). Eso es pertinente para nuestro mundo ‘frío’. ¿Permitiremos a Dios calentar nuestro amor?

Alguien puso el esfuerzo en conseguir que yo naciera – y tú también, pero ¿pondremos el esfuerzo en el nacimiento de Cristo en el mundo de hoy? Recuerda lo que dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie puede ver el reino de Dios sin nacer de nuevo". Nicodemo le dijo, "¿Cómo pudiera una persona envejecida nacer de nuevo? ¡Ciertamente no puede volver al seno de su madre!”. Jesús contestó, “Lo que nace de carne es carne pero lo que nace del espíritu es espíritu. No te asombres de que yo te diga, 'Tienes que nacer de nuevo'. El viento sopla dónde quiere, y puedes oír el sonido que hace, pero no sabes ni de donde viene ni a donde va. Así es con todos los que nacen del Espíritu".... 17 Dios no envió a su Hijo para condenar el mundo, sino para que el mundo sea salvado por él.”' (Jn 3:3-8, 17).

Consigamos renacer para Navidad. ¡El propio Cristo quiere venir y Él necesita que le dejemos entrar. ¡Que estemos ‘en vela y alerta’! Maranata! Ven Señor!











Fuentes:
Iluminación Divina
Familia Misionera Verbum Dei
José María Vegas, cmf
José A. Pagola
Ángel Corbalán

sábado, 26 de noviembre de 2011

Hoy es... San Leonardo de Puerto Mauricio. Predicador !!


Este santo ha sido uno de los mejores predicadores que ha tenido Italia, y logró popularizar por todo el país el rezo del santo Víacrucis.Es eI santo de la devoción al Via Crucis y a la Inmaculada. El fraile que salvó al Coliseo de la ruina total. El predicador ardiente de la Pasión de Cristo. Estas son las características de san Leonardo de Puerto Mauricio.

Nació en Puerto Mauricio (Italia) en 1676.Estudió con los jesuitas en Roma. Y a los 21 años logró entrar en la Comunidad de los franciscanos. Una vez ordenado sacerdote se dedicó con gran éxito a la predicación pero uniendo este apostolado al más estricto cumplimiento de los Reglamentos de su comunidad, y dedicando largos tiempos al silencio y a la contemplación. Decía que hay que hacer penitencia para que el cuerpo no esclavice el alma y que es necesario dedicar buenos tiempos al silencio para tener oportunidad de que Dios nos hable y de que logremos escuchar sus mensajes.

Fue nombrado superior del convento franciscano de Florencia y allí exigía la más rigurosa obediencia a los severos reglamentos de la comunidad, y no recibía ayuda en dinero de nadie ni cobraba por la celebración de las misas. Como penitencia, él y sus frailes vivían únicamente de lo que recogían por las calles pidiendo limosna de casa en casa. Su convento se llenó de religiosos muy fervorosos y con ellos empezó a predicar grandes misiones por pueblos, campos y ciudades.

Un párroco escribía: "Bendita sea la hora en que se me ocurrió llamar al Padre Leonardo a predicar en mi parroquia. Sólo Dios sabe el gran bien que ha hecho aquí. Su predicación llega al fondo de los corazones. Desde que él está predicando no dan abasto todos los confesores de la región para confesar los pecadores arrepentidos".

El Padre Leonardo fundó una casa en medio de las más solitarias montañas, para que allá fueran a pasar unas semanas los religiosos que desearan hacer una época de desierto en su vida. En esta casa había que guardar el más absoluto silencio y no comer carne, sino solamente frutas y verduras. Había que dedicar bastante tiempo al rezo de los salmos, y hubo varios religiosos que rezaron allí hasta nueve horas diaria. Volvían a sus casas totalmente enfervorizados. El mismo santo se iba de vez en cuando a esa soledad a meditar, en absoluto silencio, y decía: "Hasta ahora he estado predicando a otros. En estos días tengo que predicarle a Leonardo".

Se fue a Roma a predicar unos días y allá lo tuvo el santo Padre predicando por seis años en la ciudad y sus alrededores. Al fin el Duque de Médicis, envió un navío con la orden expresa de volverlo a llevar a Florencia porque allá necesitaban mucho de su predicación. Las gentes acudían en tal cantidad a escuchar sus sermones, que con frecuencia tenía que predicar en las plazas porque los oyentes no cabían en los templos. Las conversiones eran numerosas y admirables.

San Leonardo estimaba muchísimo el rezo del Santo Viacrucis (las 14 estaciones del viaje de Jesús hacia la cruz). A él se debe que esta devoción se volviera tan popular y tan estimada entre la gentes devota. Como penitencia en la confesión ponía casi siempre rezar un Viacrucis, y en sus sermones no se cansaba de recomendar esta práctica piadosa. En todas las parroquias donde predicaba dejaba instaladas solemnemente las 14 estaciones del Viacrucis.
Logró erigir el Viacrucis en 571 parroquias de Italia.

Otras tres devociones que propagaba por todas partes eran la del Santísimo Sacramento, la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María. En este tiempo esas devociones estaban muchísimo menos popularizadas que ahora. A San Leonardo se le ocurrió una idea que después obtuvo mucho éxito: recoger firmas en todo el mundo para pedirle al Sumo Pontífice que declarara el dogma de la Inmaculada Concepción. Esto se hizo después en el siglo XIX y el resultado fue maravilloso: millones y millones de firmas llegaron a Roma, y así los católicos de todo el mundo declararon que estaban convencidos de que María sí fue concebida sin pecado original.

Daba dirección espiritual a muchas personas por medio de cartas. Se conservan 86 cartas que dirigió a una misma persona tratando de llevarla hacia la santidad.

Se le encomendó ir a predicar a la Isla de Córcega que estaba en un estado lamentable de abandono espiritual. Fue la más difícil de todas las misiones que tuvo que predicar. Él escribía: "En cada parroquia encontramos divisiones, odios, riñas, pleitos y peleas. Pero al final de la misión hacen las paces. Como llevan tres años en guerra, en estos años el pueblo no ha recibido instrucción alguna. Los jóvenes son disolutos, alocados y no se acercan a la iglesia, y lo grave es que los papás no se atreven a corregirlos. Pero a pesar de todo, los frutos que estamos consiguiendo son muy abundantes.".

El Sumo Pontífice lo mandó volver a Roma para que se dedicara a predicar Retiros y Ejercicios a religiosos y monjas. Y el éxito de sus predicaciones era impresionante.

San Leonardo logró entonces cumplir algo que había deseado durante muchos años: poder erigir un Viacrucis en el Coliseo de Roma (que era un estadio inmenso para los espectáculos de los antiguos romanos, en el cual cabían 80,000 espectadores. Fue construido en tiempos de Vespasiano y Tito, año 70, y siempre había estado destinado a fines no religiosos. Sus impresionantes ruinas se conservan todavía). Desde San Leonardo se ha venido rezando el Viernes Santo el Viacrucis en el Coliseo, y casi siempre lo preside el Sumo Pontífice. El santo escribió entonces: "Me queda la satisfacción de que el Coliseo haya dejado de ser simplemente un sitio de distracción, para convertirse en un lugar donde se reza".

Ya muy anciano y muy desgastado de tanto trabajar y hacer penitencia, y después de haber pasado 43 años recorriendo todo el país predicando misiones, tuvo que hacer un largo viaje en pleno invierno. El Sumo Pontífice le mandó que ya no viajara a pie, sino en carroza, pero por el camino se destrozó el carruaje en el que viajaba y tuvo que seguir a pie, lo cual lo fatigó inmensamente.

El 26 de noviembre llegó a Roma y cayó en cama. En seguida envió un mensaje al Papa contándole que había obedecido su orden de volver a esa ciudad. A las nueve de la noche llegó un Monseñor con un mensaje muy afectuoso del Sumo Pontífice y una hora después murió nuestro santo. Era el año 1751.

Para controlar a la multitud que quería ver al Santo y llevar reliquias suyas, fue necesario emplear soldados. “Perdimos un amigo en la tierra, dijo el papa Lambertini, pero ganamos un Santo en el cielo”.

“Una sola Misa, considerado el acto en sí mismo, y en cuanto a su valor intrínseco, bastaría para sacar todas las almas del purgatorio y abrirles las puertas del cielo". (San Leonardo de Porto Maurizio: El tesoro escondido de la Santa Misa.)








Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

jueves, 24 de noviembre de 2011

Hoy celebramos a San José Pignatelli, Restaurador de los Jesuitas !!


El mérito especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía de Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.

De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los presos.

En 1767 la masonería mundial se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y declaró que de España y de todos los territorios de América que dependían de ese país quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto le hizo un inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de allá también los expulsaron.

En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes de ese tiempo dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas religiosas.

San José PignatelliEl Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".

Durante los 20 años siguientes la vida del Padre José y la de los demás jesuitas será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles (como los demás jesuitas dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable, fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello lo habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama", porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas consiguió al vender a Jesús.


Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo cuerda y en gran secreto.

El Padre Pignatelli oraba y trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña.

Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811 sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús volvía a quedar instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a San José Pignatelli "el anillo que unió la Compañía de Jesús que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente".

Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta comunidad y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las conserve llenas de un gran fervor y de grandísima santidad.


















Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán