sábado, 30 de octubre de 2010

"Jesús, a todos perdonas " (Evangelio dominical)



"Señor,queremos ser tus amigos de verdad,
viviendo tu evangelio aquí en la tierra
y en toda la eternidad."


Hay muchos que en la vida aspiran a subir de categoría social, de nivel, de riquezas. Pero también es verdad que en la más tradicional espiritualidad cristiana hay toda una línea que invita a la humillación, al abajarse, a sentirse siempre culpables y pecadores por todo. Parece que la única forma de presentarse ante Dios es la del publicano, haya o no haya razón suficiente. Hay que humillarse, hay que hozar en la herida de la culpabilidad. Sólo así podemos, parece, provocar la misericordia de Dios.

La primera lectura de este domingo nos pone ante una realidad muy diferente que me ha hecho recordar uno de los lemas que presidían una reunión de grupos de matrimonios en la que participé en mis primeros años de sacerdocio: “Dios no hace basura.” Aquel lema nos hizo recordar a todos –tan proclives a darnos golpes de pecho y a pensar que no somos nada, que todo lo hacemos mal, que somos culpables de todo– que somos criaturas de Dios, que Dios nos ha creado. Ese origen es el que nos hace valiosos. Todo ser humano es valioso porque es creación de Dios, porque es hijo o hija de Dios por más que con su comportamiento haya dañado o escondido esa realidad. Como dice la lectura de la Sabiduría: “en todos los seres está tu espíritu inmortal.”

Lo que veían en Zaqueo sus paisanos

Éste debería ser el punto de partida básico de nuestra relación con Dios: somos sus hijos, criaturas suyas, fruto de su amor; con los demás: son nuestros hermanos, son hijos de Dios como nosotros y dignos de su amor y del nuestro; y con la creación: aunque inanimada es fruto también de las manos de Dios, hay que respetarla y cuidarla porque forma parte del río de la vida que Dios ha creado.

A partir de aquí quizá sea más fácil comprender la actitud de Jesús ante Zaqueo, y ante los pecadores y marginados en general, ante todos los que sufrían de cualquier manera. La gente del pueblo de Zaqueo le veían como un explotador. No era precisamente amor lo que sentían por él. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos el jefe de los publicanos, de los que cobraban los impuestos en nombre del Imperio Romano no eran simplemente empleados de Hacienda como en nuestros días. Los romanos tenían el estado reducido al mínimo y en lugar de tener un ejército de funcionarios subarrendaban el cobro de los impuestos.

Es decir, Zaqueo había firmado una especie de contrato por el que se comprometía a entregar a los romanos una cantidad determinada todos los años. El resto era su problema. ¿Se entiende por qué se dice de él que era un hombre rico? ¿Se entiende porque Mafalda dice en una de sus tiras geniales que “nadie puede amasar una fortuna sin antes hacer harina a los demás”? ¿Se entiende por qué sus paisanos lo veían como un explotador? Estoy seguro de que hoy conocemos también por el nombre a otros “explotadores”.

Lo que Jesús veía en Zaqueo

Pues bien, Jesús mira a Zaqueo y descubre en él otra realidad más profunda y determinante. Lo de ser explotador o rico o mala persona no pasa de ser un accidente, algo que puede cambiar y cambiará. Lo más importante es la realidad básica: es un hijo de Dios, es un hombre que necesita conocer la misericordia y el amor de Dios. Ha buscado la seguridad en sus riquezas, en la explotación a sus hermanos. Jesús le invita a volver a casa, a sentirse de nuevo como lo que es: hijo de Dios.

Esa cercanía provoca el cambio en Zaqueo. Devolverá con creces sus bienes a aquellos a los que ha robado, compartirá lo que tiene con los pobres. Jesús le ha descubierto su ser auténtico y se siente en familia con todos sus hermanos y hermanas. Hay que subrayar que el cambio no ha sido fruto de la amenaza del infierno. Tampoco Jesús ha hecho ningún tipo de denuncia profética dejando al descubierto la injusticia de su comportamiento. Jesús lo hace con los fariseos pero no en este caso. Aquí sólo se ha acercado a él y se ha auto-invitado en su casa. Zaqueo era un hombre que había encontrado la seguridad en sus riquezas pero era también, quizá por eso mismo, un marginado social. Jesús le ha integrado en la gran familia de los hijos de Dios, esa familia que no excluye a nadie. Por una razón simple: porque Jesús ha venido a buscar lo que estaba perdido.

Tendríamos que aprender de Jesús a mirar a nuestros hermanos con los mismos ojos que él nos mira. Y a nosotros mismos. Podemos haber hecho muchas cosas malas pero siempre seremos hijos de Dios. Nada ni nadie nos podrá quitar eso. Ni nosotros mismos. Nuestro valor no reside en lo que hacemos o no hacemos sino en el hecho de que somos fruto constante del amor de Dios. Por eso, como dice Pablo en la segunda lectura, oramos por los demás siempre para que su dignidad de hijos brille siempre, para que alumbre todo lo valioso que está en nuestro interior. Para que se manifieste lo que está escondido.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

Palabra del Señor


COMENTARIO


El domingo anterior reflexionábamos sobre la parábola del fariseo y el publicano para concluir que nuestra oración tiene que ser humilde como la del publicano. Este domingo se nos pone delante otro publicano, Zaqueo, de modelo de cómo esa misma humildad lleva a reconocer el propio pecado y a querer cambiar en las obras concretas. Pero propiamente hay que decir que el centro de la celebración no es Zaqueo, si no la misericordia de Dios, que es la que posibilita la conversión del publicano. Esta idea aparece en las oraciones colectas: "Señor de poder y misericordia", "recibir la efusión de tu misericordia"; en la primera lectura y en el Evangelio.

La misericordia de Dios consiste en que Dios se acerca al ser humano para comprenderle, perdonarle y ayudarle en sus necesidades y problemas. Tiene esta doble dimensión, que van unidas, de compasión y perdón.

No es raro pensar que quien está siempre dispuesto a perdonar a los demás, es señal de su debilidad, porque no puede defenderse. Sin embargo hay que caer en la cuenta que se requiere mucha más fortaleza para perdonar que para vengarse. Por eso recordamos con el salmo 129: "de ti procede el perdón, así infundes respeto".



La primera lectura de este domingo, del libro de la Sabiduría es una bonita explicación de la misericordia de Dios:

"Te compadeces de todos..." La misericordia de Dios no es perdón para nosotros y venganza para nuestros enemigos. Para el corazón de Dios todos somos dignos de compasión.

"...Porque todo lo puedes..." El poder de Dios se manifiesta en su misericordia. Puede sobreponerse a la ofensa, puede controlar sus deseos de ira y venganza. Volvemos a repetir que aquí reside el verdadero poder y no en otro sitio.

"...Cierras los ojos a los pecados de los hombres..." Ver el mal que hace otra persona puede ser para la persona descubierta una humillación. En ese sentido Dios cierra los ojos a los pecados de los hombres, no en el sentido de que no quiera saber nada. El pecado del hombre tiene consecuencias negativas para él mismo y para los demás y aquí Dios si toma partido por evitarle esas consecuencias.

"...Para que se arrepientan" La finalidad del amor de Dios es que uno mismo se dé cuenta de su error y cambie. No hay otro modo de llevar a la conversión que no sea por medio del amor. La imposición a la fuerza, los castigos, las humillaciones... vencen pero no convencen.


"Amas a todos..." A todos, también a los que no nos caen bien, a los que nos hacen mal, a los que no se lo merecen. ¿Cómo podría no amar un Padre lo que es fruto suyo?

"A todos perdonas..." El amor se manifiesta en el perdón. Si no perdonamos a los demás es que no sabemos amarles.

"Amigo de la vida" Es una expresión certera. Dios ama la vida, no la muerte, ni el mal, ni la enfermedad... Su amor es la sabia que nos fortalece, al agua que nos da vida, la gracia que nos alegra. Una imagen de Dios que es preciso pregonar ampliamente entre todos los creyentes.

"...Corriges poco a poco a los que caen..." Dios respeta el ritmo de crecimiento de cada uno. Acompaña pacientemente el crecimiento de su semilla, sin forzar las situaciones ni a las personas.

"...Les recuerdas su pecado y lo reprendes..." Son dos expresiones claves para que se dé el perdón. Recuerda el pecado, no para humillarnos, sino para que nos demos cuenta; y "lo" reprende, el pecado, no al pecador; es decir nos hace comprender el mal que causa a los demás y a nosotros mismos y cómo nos dificulta la relación con él.

"...Para que se conviertan y crean en Ti, Señor" La finalidad última es que el ser humano encuentre su camino de realización personal, que se da en Dios.

Ante la gran misericordia de Dios, el ser humano puede tener distintas posturas. No es raro ver gente que piensa: "Si Dios está dispuesto siempre a perdonarme, lo mismo da hacer el bien que el mal". Lo que nos puede llevar a burlarnos del amor de Dios. Terrible pecado. La mejor respuesta es la conversión. Es decir el reconocimiento humilde del propio pecado y el cambio de mentalidad y el cambio de vida, de obras. Zaqueo representa esa humildad en el reconocimiento del propio pecado y una conversión concretada en obras: devolvió lo que no le correspondía. Puede ser que nuestros arrepentimientos y conversiones sean simples palabras, pero no se concreten en nada en la vida ordinaria. Porque no somos humildes para reconocer el propio pecado, porque no somos valientes para cambiar el mal que hemos hecho, porque somos incapaces de concretar el amor hacia los demás...

La gran misericordia de Dios es una invitación a acercarnos a él humildemente para dejarnos querer y comprender. Es una invitación, también, a saber llevar ese perdón y esa compasión a las personas con las que convivimos.









Fuentes:
Pedro Barranco
Pedro Crespo Arias
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San Garcia Abad

viernes, 29 de octubre de 2010

Oh buen Jesús, óyeme !!! (Oración al Altísimo)


Alabanzas al Altísimo

Alabado seas Dios Padre,
Dios de amor y de misericordia,
Dios de todo consuelo,
haz que viva este día desde tu amor
y haciendo en todo momento
tu santa voluntad.
Ten misericordia de mí.

Alabado seas Jesucristo,
que tus pensamientos, sentimientos,
palabras y acciones, estén en mí,
enséñame a orar, enséñame a amar.
Ten misericordia de mí.

Alabado seas Espíritu Santo,
dame el fuego de tu amor,
la luz y la sabiduría para este día,
la paz y la alegría del corazón.
Ten misericordia de mí.

Alabada seas Virgen María,
Madre de los creyentes y Madre mía,
ayúdame a guardar el evangelio
en el corazón haciéndolo vida.
Ten misericordia de mí.
Dame tu mano
y acompáñame durante todo el día.

Invocación al Espíritu Santo

"Ven Espíritu de Dios sobre mí.
Desciende sobre mi cuerpo físico, sobre mi alma y sobre mi espíritu, es decir, sobre toda mi persona humana.
Yo me abro a tu presencia.
Que tu presencia me invada y se expanda irresistiblemente y en profundidad por todo mi ser.
Toca mi debilidad y mi miseria ilimitada.
Toma todo lo que soy y tengo.
Pongo mi vida y mi fe en tus manos.
Poco a poco llegarás a inundarme de tu luz.
Tú cambiarás mi mente, mi corazón y mi vida pasada, y yo cantaré tu alabanza y las misericordias del Señor para conmigo.
Quiero ser signo de paz y de amor.
Quiero compartir mi ser y todos mis bienes.
Quiero proclamarte a ti y ser testigo de tu amor.
Yo necesito tu fuerza y tu valor. Ven a mí, entra en mí.
Transfórmame en Cristo. Cristifícame.
Moldea y configura en mí la imagen de Cristo.
Realiza en mí a modo de una nueva encarnación, para que Jesús pueda continuar realizando en mí su obra redentora.
Y para que el Padre, al mirarme y poner sus ojos en mí, pueda decir de mí, aquellas mismas palabras, que en el Jordán y en el Tabor dijo de su propio Hijo Unigénito:
“Éste es mi Hijo amado, mi predilecto. En Él me complazco, escuchadle”». ".

Introducción


Es relativamente fácil juzgar de lo que está bien y mal hacer cuando el caso que valoramos es ajeno a nosotros. En ese caso , solemos aplicar con rigidez los principios morales, no tenemos dudas y la solución final está de acuerdo con las mejores tradiciones de exigencia y radicalidad.
Terminamos muchas diciendo algo así como “Hay cosas que no se pueden consentir”. Pero otro gallo canta cuando el caso que valoramos nos afecta personalmente.
En ese caso nos asaltan las dudas con más facilidad, no tenemos tan claros los principios morales y nos cuesta dar una respuesta final que esté en consonancia las tradiciones.
Tendemos a pensar que hay que ser más flexibles y que “con tal de que no se sepa...”.
Así les pasaba a los fariseos.
Critican duramente a Jesús cuando cura al enfermo.
Pero se callan cuando Jesús se vuelve a ellos con rabia y les pregunta si no harían lo posible por salvar de la muerte al burro o al buey.


ORACION DE SAN IGNACIO
Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del enemigo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos.

Amén.

Monición al Evangelio

Jesús siempre se inclina por el lado de la misericordia, de la salvación del débil.

Los principios y normas morales son secundarios para él frente al sufrimiento de la persona, de cualquier persona.

Diría que para el cristiano es mejor equivocarse por pasarse de misericordioso y compasivo que por quedarse corto.

Esa, al menos, es la opción que toma Jesús y la que, digo yo, deberíamos tomar nosotros.

Jesús en la mesa con los fariseos


El Creador del mundo, eterno e invisible, dispuesto a salvar al género humano que se arrastraba a lo largo de los siglos sometido a las duras leyes de la muerte «en estos tiempos que son los últimos» (Hb 1,2) se dignó hacerse hombre..., para rescatar, conforme a su clemencia, a los que su justicia había condenado. Con el fin de demostrar la profundidad de su amor para con nosotros, no solamente se hizo hombre, sino hombre pobre y sencillo, para que acercándose a nosotros en su pobreza, nos hace participar de sus riquezas (2C 8,9). Se hizo pobre por nosotros hasta el punto de no tener un lugar donde descansar su cabeza: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8,20).

Por eso aceptaba ir a las comidas a las que era invitado, no por gusto inmoderado de la comida, sino para enseñar en ellas la salvación y suscitar la fe. Allí, por sus milagros, llenaba de luz a los invitados. Allí los siervos, que estaban en el interior trabajando y no tenían la libertad de acercarse a él, podían escuchar la palabra de salvación. En efecto, no menospreciaba a nadie, nadie era indigno de su amor porque «se compadece de todos; no odia nada de lo que ha hecho y cuida delicadamente de cada una de ellas» (Sab 11,24).

Para llevar a cabo su obra de salvación, el Señor entró un sábado en casa de un fariseo notable. Los escribas y fariseos espiaban lo que hacía a fin de que, si curaba al hidrópico, pudieran acusarle de violar la ley y, si no lo curaba, acusarlo de despiadado o débil... Por la luz purísima de su palabra de verdad, vieron desvanecerse todas las tinieblas de su mentira.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1-6):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»

Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»

Y se quedaron sin respuesta.

Palabra del Señor


Reflexión.


La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es beatitud, saboréala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, desvélalo.
La vida es promesa, cúmplela.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, acéptalo.
La vida es una tragedia, domínala.
La vida es una aventura, disfrútala.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela.
(Madre Teresa de Calcuta)

Preces:

*Al caer la tarde tú Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.
*Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.
*Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.
*Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.
*Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.
* Te rogamos Padre, por el Papa, los obispos y sacerdotes
-para que hundiendo sus raíces en Cristo den frutos de santidad y justicia para el bien de tu Iglesia
*Te encomendamos Señor a todos los sacerdotes que son y han hecho historia en nuestra parroquia,
-Dales fortaleza en su trabajo y un amor grande a la Cruz.
*Señor Jesús, te agradecemos por tener en medio de nosotros al padre D. José Carlos, testimonio de larga vida entregada a Ti.
-Te rogamos bendigas sus trabajos con frutos abundantes y danos a nosotros la fe viva para para valorar su experiencia y acompañarlo en esta nueva misión.
*Señor, te pedimos también por todos los que llevan diversas cruces en su vida y son incapaces de soportarlas.
-Para que les ayudemos física y espiritualmente.
* Señor Jesús, te pedimos por todos los dirigentes, por los poderosos,
- para que no se dejen arrastrar por el afán y sean generosos con los más necesitados.
* Te rogamos, Señor, por los que dedican su vida al cuidado de los enfermos,
-para que sea su labor callada, fortalecida por la acción del Espíritu Santo.
*Padre, te rogamos también por los enfermos de larga duración,
-para que compartiendo la cruz de Cristo compartan también la salud que Él nos trae.
* Te encomendamos Señor a los que sufren, los parados, los que no tienen hogar, los que están presos o viven bajo la opresión de la droga u otras esclavitudes,
-para que descubran en Ti una fuente inagotable de Paz donde poder aplacar sus dolencias
*Señor Jesús, Tú que nos enseñas que hemos de trabajar para la construcción de un mundo más justo, te rogamos por nosotros,
-para que perdones nuestra frecuente insolidaridad.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Señor, Tú te fijas en los pobre y humildes de este mundo. Ellos son tus predilectos. Que yo no busque crecer ni destacar, sino servir y compartir.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Señor, Tú enalteces y encumbras a los que se hacen humildes y pequeños. Ellos serán grandes y reconocidos a lo largo de los años. Que mi grandeza sea agradarte en todo.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi.
Señor, Tú escoges a los sencillos de este mundo para llevar a cabo tu obra salvadora. Que yo sepa cooperar con humildad para dar a conocer tu mensaje.
Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Señor, Tú eres el único santo.
Nosotros somos pecadores. Purifícanos de nuestras faltas y cantaremos eternamente tu misericordia.
El hace proezas con su brazo.
Señor, a lo largo de los años Tú has hecho maravillas en favor de la humanidad. Continúa ayudándonos para poder encontrar en nuestra vida la verdadera paz y felicidad.
Dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Señor, Tú estás al lado de los pobres y los humildes, de los que sufren y son marginados; quieres su salvación y liberación.
Ayúdanos a comprometernos para superar toda opresión y luchar por la justicia y la igualdad.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y su descendencia por los siglos.
Señor, a lo largo de los años Tú acompañaste a Israel y, fiel a tus promesas, le ayudaste y protegiste.
Sigue hoy animando a la Iglesia y a toda la humanidad, para que entre todos construyamos un mundo más humano y solidario, que cada día se parezca un poco más al soñado por Dios.


ORACIÓN FINAL:


¿Qué puede darme este mundo que pueda comparar con tu amor?
¿Qué puede ser más precioso que la pasión de un amor infinito?
Mi mayor deleite consiste en estar junto a Ti.
Daría todo el mundo por un sólo momento de tu presencia.
Ven, amor infinito, toma posesión de mí.

Hazme uno contigo para siempre.
Escucha mi corazón;
atiende mis anhelos.
No te alejes, porque sin Ti moriría.

Derribaré cuanto se interponga entre nosotros.
Mi miedo, mis apegos, mi insensatez,
y hasta mis pensamientos sobre Ti.


Despojado de todo, excepto de mi deseo por Ti,
te pido que me aceptes como soy.
Espero, desnudo, el abrazo de tu amor.

Cariñoso amante, apasionado y tierno,
me has amado con un amor infinito.
Has amado todo mi ser, todo mi amor, toda mi locura.
Dame un amor como el tuyo,
un amor más fuerte que la muerte,
un amor más profundo que yo mismo.

¡Oh, no! ¡Con esto no me basta!
¡Derrama tu propio amor en mi corazón!
¡Ama Tú en mí y a través de mí!















Fuentes:
Carlos García de Paredes
Lázaro Albar Marín
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San garcia Abad






jueves, 28 de octubre de 2010

Hoy es San Judas Tadeo............Patrón de las causas difíciles!!!!

"los que tienen fe pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas.". (San Judas Tadeo)


Hoy celebramos la festividad de San Simón y San Judas Tadeo.


San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe.

En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirable ayuda de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios.

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Judas es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios".

Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe".

Simón significa: "Dios ha oído mi súplica".

A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos todas partes a predicanr la Palabra de Dios.

Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 escogidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus sermones; le vieron ya resucitado y hablaron con Él después de su santa muerte en la Cruz, le vieron luego de Su gloriosa resurrección y fueron testigos prescenciales Su ascensión al cielo.

A Judas se le llama Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote que fue el que entregó a Jesús.

San Judas Tadeo escribió una de las Cartas del Nuevo Testamento.
En la misma, ataca a los gnósticos y dice que los que tienen fe pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza, sufrirán la pena del fuego eterno.

La antigua tradición cuenta que a San Simón lo mataron aserrándolo por medio y, a San Judas Tadeo, cortándole la cabeza de un hachazo. A San Judas le pintan muchas veces con un hacha en la mano.


Oración a San Judas Tadeo

¡Santo Apóstol San Judas, fiel siervo y amigo de Jesús!, la Iglesia te honra e invoca universalmente, como el patrón de los casos difíciles y desesperados.

Ruega por mi, estoy solo y sin ayuda.

Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza.

Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que pueda recibir consuelo y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (haga aquí su petición), y para que pueda alabar a Dios contigo y con todos los elegidos por siempre.

Te doy las gracias glorioso San Judas, y prometo nunca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como mi patrono especial y poderoso y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción.
Amén.


Oración final

¡Oh Dios! Tú diste a conocer tu nombre
por medio de los Apóstoles,
por intercesión de San Judas,
haz que tu Iglesia continúe fortaleciéndose
y aumente el número de sus fieles.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.







Fuentes:
Santoral Católico
Magnificat
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San garcia Abad

martes, 26 de octubre de 2010

Hoy es...Santa Paulina Jaricot, propagadora de la fé !!!!!!

"El mérito consiste sólo en la virtud de la caridad,
sazonado con la luz de la verdadera discreción."
(Santa Catalina de Siena)

En cada parroquia del mundo, el tercer domingo de octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para ofrecer oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo el mundo. Hoy vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.

La idea feliz nació de una simple charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina Jaricot de su trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le distrajera amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara algo ameno y agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le agradará mucho".

La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el oficio la cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones se puso a leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas tierras, en medio de terribles penurias económicas, y con grandes peligros y dificultades, escribían narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les ayudaran con sus oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con éxito su difícil labor misionera.

En ese momento pasó por la mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas piadosas y obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y algún pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después todo esto a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se propuso empezar a llevar a cabo esa mima semana tan bella idea.

Paulina había nacido en la ciudad de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un gran espíritu religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y (quizás por falta de suficiente información) le pintaban las misiones como algo terrorífico donde los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres. Esto la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de misionera. Sin embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna manera, y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio de una simple lectura hecha por una sirvienta.

De pequeñita aprendió que un gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las propias inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se propuso ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños sacrificios.

Cuando en 1814 el Papa Pío VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo entero salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia Roma. Paulina tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la bendijera y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo que nunca olvidó.

De joven se hizo amiga de una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía dedicarse a la coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena de adornos, de coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá rezaba por su hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta mundanidad. Y Dios la escuchó.

Un día en una fiesta social resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un golpe durísimo. Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la madre le hizo este ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio esta muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida".

Y Dios le aceptó esta petición. La madre se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.

Poco después, un día entró a un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo pasajeros que son los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de la vida. Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le aconsejó: "Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más Paulina vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero en lo que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son sumamente modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello. Ahora en vez de ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales.

Y es entonces cuando nace la nueva obra llamada Propagación de la fe. Son grupitos de 10 personas, las cuales se comprometen a dar cada una alguna limosna para los misioneros, y ofrecer oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina va organizando numerosos grupos (llamados coros) entre sus amistades y las gentes de su alrededor y pronto empiezan ya a recoger buenas ayudas para enviar a lejanas tierras.

Su hermano, que se acaba de ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros sacerdotes en París y a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de la Fe. La idea se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los misioneros se aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la fundadora de este movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra santa religión.

Para poder conseguir más oraciones con menos dificultad, Paulina formó grupitos de 15 personas, de las cuales cada una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por los misioneros. Así entre todos rezaban cada día un rosario completo por las misiones. Fue una idea muy provechosa
.
Paulina se fue a Roma a contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe. El Sumo Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso recomendarla a toda la Iglesia Universal.

Al volver a Francia fue a confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo Cura de Ars. El santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy buenas, pero Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener más éxito". Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los sufrimientos e incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron enormes.

Al principio recogía ella misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.

Después recibió ayudas para fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios negociantes sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se dio cuenta de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía dejar la administración de lo material a manos de expertos que supieran mucho de eso.

En 1862, después de haber perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y hecho sufrir, y contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy extendida murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a favor de las misiones católicas.
Veinte años después, en 1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a todo el mundo, y ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en el tercer domingo de este mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros del mundo entero.

¡Gracias Paulina Jaricot!.

"La bendición de Dios será siempre tu mejor recompensa ."
(S. Biblia Ecl. 11, 22).









Fuentes:
Santoral católico
Ángel Corbalám
Blog Parroquia San García Abad.


sábado, 23 de octubre de 2010

"Oh, Dios, ten compasión" ........Misioneros y publicanos..... (Evangelio dominical)


DOMUND.."Queremos ver a Jesús".

El 24 de octubre, 'dominica XXX' del tiempo ordinario, la Iglesia evoca el mandato de Jesús a sus apóstoles: 'Id a todo el mundo y anunciad el Evangelio a todos los hombres'. Se trata de una jornada misionera y por eso este mes es para toda la iglesia el 'Octubre misionero'.
El tema o eslogan de la campaña de este año expresa un interrogante: '¿Dónde está Dios?, ¿queremos ver a Dios?' Esta frase nos recuerda la petición que los griegos paganos le hacen al apóstol Felipe: 'Muestranos al Señor', 'queremos ver a Jesús'? Hoy como entonces, la labor de los que trabajan en la misión o en la propagación del mensaje del Reino de Dios, clérigos o laicos, es mostrar la persona de Jesús. La labor de los misioneros es la de manifestar el rostro de Dios a un mundo descreído.

El Papa Benedicto XVI, en su mensaje del Domund, nos dice que lo que los hombres esperan de los creyentes no es solo que les hablen de Dios, sino que con sus conductas se lo hagan ver, y por eso repiten una y otra vez: queremos ver a Dios.
Para los creyentes de hoy, los misioneros son los primeros contempladores del rostro de Jesús y quienes tienen la obligación de manifestarlo.
Ellos, por amor, entregan su vida a los demás y contemplan el rostro de Dios en los más pobres y necesitados, y con sus vidas nos lo muestran a los demás.

El cartel anunciador del Domund 2010 es todo un signo y un símbolo que nos habla de imágenes, dado que la cara y la expresión de sonrisa en el rostro de la misionera y la del niño que tiene en sus brazos simbolizan a Dios y lo muestran a cuantos quieren verlo y están pidiendo a gritos que se lo muestren.

Los misioneros promueven en los fieles una sensibilidad y una predicación también hacia cuantos, muchas veces sin saberlo, buscan conocer a Dios y a Jesucristo. El Concilio Vaticano II nos dice que en todas las religiones hay vestigios de Dios y de la Revelación.
Todos los bautizados tenemos que participar en la dimensión misionera de la Iglesia y colaborar con nuestra generosa aportación económica en las campañas para atender las necesidades de los países de misión.
También tenemos que intensificar la oración y el sacrificio para que aumenten las vocaciones misioneras de los sacerdotes, religiosos y colaboradores laicos. Actuando de este modo, manifestamos el rostro de Dios y cumplimos con el mandamiento del amor a Dios y al peregrino.
El conocimiento de Dios es un medio para amarlo más, porque el conocimiento sigue al amor.
En la Jornada del Domund, pongamos todas las ofrendas (que son las oraciones, los sacrificios y los donativos) para que con todas ellas sigamos mostrando que el verdadero amor no solo se hace camino de santificación, sino que es medio y apoyo para que Dios sea conocido, amado y adorado. Ojalá que en esta Jornada misionera muchos puedan ver a Dios o lo reconozcan con mayor nitidez.

EL EVANGELIO DE HOY.

"El fariseo perdió su tiempo y el publicano ganó el perdón"

Hay personas que viven así su relación con Dios. Rezan rosarios, van a misa, cumplen con los mandamientos, aman al prójimo.

Pero todo no es más que una forma de pagar el precio que cuesta la salvación. Dicho de otra manera, así se sienten seguros de tener la salvación eterna, de tener a Dios de su parte.

En el evangelio de este domingo se nos presenta así la figura del fariseo. Cumple con todas las normas y leyes. Hace incluso más de lo que está legalmente exigido. Por eso se siente seguro de poder levantar la cabeza frente a Dios. Él no es como los demás pecadores. Con todo su bagaje de cumplimiento, está convencido de que puede dirigirse a Dios de tú a tú. Y prácticamente exigirle la salvación. Ha pagado su precio. Lo normal es que obtenga a cambio lo que ahora se le debe: la salvación.

La verdad es que el fariseo no se ha enterado de nada. Se ha confundido de medio a medio. No se ha dado cuenta de que lo mejor de la vida no se compra sino que se encuentra regalado. Para empezar, Dios nos ha regalado la vida y la libertad y la conciencia. Y, sobre todo, la capacidad de amar y ser amados. Dios nos ha regalado su amor. El amor es el verdadero caldo de cultivo de la vida, de la felicidad, de la salvación. Y el amor siempre se regala. Nunca se compra. Nunca se puede comprar. Ni con todo el oro del mundo. Ni con todos los sacrificios ni misas ni rosarios ni ayunos ni oraciones ni...


El publicano tiene conciencia de que no merece nada. Es un superviviente de la vida. Ha chapoteado en el barro tratando de mantener la cabeza fuera. No tiene ningún título ni privilegio que poner en la presencia de Dios. Sabe que sólo puede esperar y confiar en la compasión y en la misericordia del que le regaló la vida. Por eso se sitúa atrás, al fondo de la sinagoga y mantiene los ojos bajos. Sólo confía y espera. No tiene nada. Pero, precisamente por eso, sólo él puede experimentar la gratuidad del amor de Dios, que le sigue bendiciendo con la vida y abriéndole caminos de esperanza y de perdón. La paradoja está en que es el fariseo el que encuentra la salvación, la justificación, ante Dios mientras que el fariseo se va con las manos vacías. O mejor, se va con las manos llenas de muchos actos religiosos pero vacías de Dios.

La experiencia básica de la fe cristiana es el encuentro gratuito con Dios y con su amor manifestado en Cristo. Ese amor transforma la vida de la persona, le capacita para amar y para vivir agradecida. Todo lo que viene luego –cumplir las normas, participar en la eucaristía, orar con la Palabra, ponerse al servicio de los hermanos más necesitados– no es una forma de conseguir méritos ante Dios sino expresión y comunicación del amor sentido y experimentado, del amor recibido de Dios. El publicano volvió a su casa capacitado para amar porque se dejó llenar por la misericordia y la compasión de Dios. El fariseo volvió a su casa dispuesto a seguir cumpliendo normas y leyes que le dejaban siempre en un callejón sin salida en el que nunca se encontraba de verdad con el Dios del Amor y de la Vida.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor


COMENTARIO.

Las lecturas de este domingo XXX del tiempo ordinario nos vienen a decir que Dios está dispuesto a escuchar al pobre, al humilde y al afligido, pero no a los que se sienten seguros de sí mismos.

A este propósito dicen las lecturas:

En el evangelio: "Jesús dijo esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás".

Está claro que va a ser una crítica para los fariseos.


Además escuchamos:

En el salmo: "Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha".

En la primera lectura: Dios no puede ser imparcial, Dios toma partido por el pobre, escucha las súplicas del oprimido, no desoye los gritos del huérfano y de la viuda.


Dios toma partido por el publicano y está en contra del fariseo. Pero hagamos el recorrido un poca más despacio.

Los publicanos, los cobradores de impuestos de los romanos, eran gente especialmente mal vista en la época de Jesús. Y desde luego con razón.

Eran agentes al servicio de los ocupantes romanos, que exprimían con impuestos a la gente de palestina para cubrir las necesidades del imperio. No sólo eso: además de cubrir las necesidades del imperio, tenían derecho a exigir dinero para cubrir, también, sus propias necesidades, y así se enriquecían a costa de sus conciudadanos. Por eso eran considerados doblemente pecadores: porque eran traidores a su país, y porque eran ladrones aprovechados.

En cambio, los fariseos eran buena gente. Lo que dice este fariseo del evangelio no es ninguna mentira: eran honestos y cumplidores de la Ley, y además eran caritativos con los pobres. No había ni punto de comparación entre la manera de actuar de los fariseos y la de los publicanos: los fariseos eran mucho más dignos, mucho más fieles, mejores seguidores de la voluntad de Dios.
Pero en cambio resulta que, en el texto del evangelio de este domingo, queda muy claro que Jesús se siente más cerca del publicano que del fariseo. Y no sólo en esta lectura: en todo el evangelio vemos como Jesús critica frecuentemente a los fariseos, y los fariseos le critican, y en cambio parece que con los publicanos se siente mejor.

¿Por qué pasa esto? Es muy sencillo. Porque los fariseos estaban convencidos de hacerlo todo muy bien, como si no tuvieran ninguna necesidad del amor y de la salvación de Dios y, en cambio, los publicanos sabían muy bien que su actuación era mala, y, por lo tanto, eran capaces de darse cuenta de que necesitaban el amor y el perdón de Dios. Claro: si alguien no necesita a Dios para nada, cada vez estará más lejos de él, por mucho que piense que cumple con todo lo que ha de cumplir; en cambio, si alguien se reconoce pecador, tendrá ganas de acercarse a Dios y de buscar su amor, y Dios podrá acercarse a él.

El evangelio de hoy nos dice una cosa muy clara: para acercarnos a Dios debemos sentir que le necesitamos de verdad. Debemos sentir que sin su ayuda y su fuerza no somos nada. Debemos sentir que, por mucho que nos esforcemos por ser buenos cumplidores de lo que se nos pide, siempre nos quedará un gran camino que recorrer para llegar a amarlo como él nos ama, hasta que lleguemos a confiar totalmente en él, hasta que lleguemos a hacer del Evangelio el criterio de nuestra existencia.

Siempre nos queda un gran camino por recorrer. Porque ser cristiano, ser fiel a Dios, no consiste en cumplir solamente una serie de preceptos: cumplir los mandamientos y ser buenos es necesario, pero no basta. Ser cristiano es mucho más, es un camino que no se termina nunca: ser cristiano es llegar a ser como Jesús.

Pero, darnos cuenta de esta gran distancia que existe entre Dios y nosotros, no tiene que desanimarnos. Porque Dios no espera de nosotros que lleguemos a la perfección: lo que espera de nosotros es que no dejemos de caminar hacia él y que no dejemos nunca de pedir su ayuda. Tenemos que reconocer que lo necesitamos. El fariseo era incapaz de reconocerlo. No necesitaba de Dios porque cumplía la ley y estaba satisfecho; eso ya le daba la salvación. Salió del templo mucho más alejado de Dios que entró. El publicano, en cambio, si que reconocía que necesitaba de Dios, y por eso Dios le dio su perdón y lo puso en camino de la salvación y de la vida.

Quizás ahora podríamos detenernos en nuestro interior y hacer como el publicano: repasar nuestra vida y darnos cuenta de todo el camino que nos queda por hacer hasta llegar a vivir desde el Evangelio. Podríamos hacer como un examen de conciencia: repasar las cosas que hacemos mal. O cosas que deberíamos hacer y no las hacemos... en casa, en el trabajo, en la relación con los demás, en el uso de nuestro dinero o nuestro tiempo, en el servicio a la comunidad, en la ayuda a los pobres, en la relación con Dios... Seguro que ya sabemos en qué cosas fallamos más. Pues, recordémoslas ahora, y reconozcamos nuestro pecado ante Dios, y pidámosle ayuda para seguir adelante.

Seguro que así Dios nos acogerá con su amor, y nos llenará de su gracia, y nos alimentará una vez más con el pan de la Eucaristía.


















Fuentes:
Fernando Torres Pérez cmf
Enrique Bande Rodríguez
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San García Abad

viernes, 22 de octubre de 2010

Señor, haz que te busquemos !!!! (Oración al Altísimo)


¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana. Nunc cœpi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.

¡Oh, Espíritu de verdad y sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras….
Alabanzas al Altísimo

Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.

Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo, tú eres rey omnipotente, tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.

Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses, tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero.

Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.

Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector, tú eres custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza, tú eres refrigerio.

Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú eres toda dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador.

(San Francisco de Asís)

Invocación al Espíritu Santo


Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el Cielo
un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres,
ven a darnos tus dones,
ven a darnos tu luz.

Consolador lleno de bondad,
dulce huésped del alma,
suave alivio para el hombre.
Descanso en el trabajo,
templanza en las pasiones,
alegría en nuestro llanto.

Penetra con tu santa luz
en lo más íntimo
del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina
no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas,
riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza,
enciende nuestra frialdad,
corrige nuestros desvíos.

Concede a tus fieles,
que en Ti confían,
tus siete sagrados dones.
Premia nuestra virtud,
salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.

¡Amén. Aleluya!


Introducción

En lo que va de año 2010, son más 36 cristianos asesinados y más de 30 iglesias cristianas, las que han sido quemadas por grupos extremistas budistas en la India.
La amenaza continúa y se cierne sobre 200 iglesias y más de 200 misioneros, que además de trabajar por los más necesitados pueden perder más que tiempo y salud…………la vida.

"El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz.".
(Beata Madre Teresa de Calcuta)


Oración-Contemplación

“Protege, Señor, a tus misioneros, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que dejan todo para dar testimonio de tu palabra y de tu amor.
En los momentos difíciles, sostenlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de frutos espirituales.
Y que tu imagen del crucifijo que les acompaña siempre,
hable a ellos de heroísmo, de generosidad, de amor y de paz."
Amén.

Monición al Evangelio

“Mientras vais de camino”. Aquí el tiempo apremia. Hay un plazo, marcado por la distancia que media entre el punto del camino en que están los litigantes y la audiencia del juez. Antes que sea tarde, antes que hayas llegado a presencia del tribunal, antes que la noche acabe y que la puerta se cierre... Antes, antes.
Ya no es la invitación a la paciencia, a la espera confiada, activa, sosegada; es la urgencia del momento, como la de una exploración médica a fondo nada más aparecer unos síntomas inquietantes, como la de una operación de salvamento.
El arte es largo, y la vida, breve.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,54-59):

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede.
Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace.
Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?

¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?

Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel.

Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

Palabra del Señor


Reflexión

“¿Cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?”; “mientras vais de camino”. De nuevo, dos expresiones que se relacionan con el tiempo. La primera remite a aquel tiempo singular de la presencia y el ministerio de Jesús. El apóstol Pablo lo caracterizaría más tarde como “la plenitud de los tiempos” (Gál 4,4).
Era el momento tan esperado, los días por los que el pueblo suspiraba... y que no reconoció cuando llegaron; como también Jesús era el esperado de los tiempos, y su pueblo, salvo un puñado de discípulos, no lo identificó en la palabra y las prácticas de su misión liberadora, ni en la verdad radical de su persona.
Ese tiempo es, sin embargo, el que sujeta todos los demás: el del cumplimiento, y a Jesús, que vino con un tiempo así bajo el brazo, lo confesamos como principio y fin, alfa y omega, y añadimos: suyo es el tiempo y la eternidad.

¡Señor, concédenos reconocer los tiempos de nuestra vida, con los dones que traen y las llamadas que hacen resonar! ¡Que abramos las manos para recibir los dones, y el oído interior para acoger las llamadas!

Preces.

*Al caer la tarde tú Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.
*Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.
*Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.
*Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.
*Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.
* Te rogamos Padre, por el Papa, los obispos y sacerdotes
-para que hundiendo sus raíces en Cristo den frutos de santidad y justicia para el bien de tu Iglesia
*Te encomendamos Señor a todos los sacerdotes que son y han hecho historia en nuestra parroquia,
-Dales fortaleza en su trabajo y un amor grande a la Cruz.
*Señor Jesús, te agradecemos por tener en medio de nosotros al padre D. José Carlos, testimonio de larga vida entregada a Ti.
-Te rogamos bendigas sus trabajos con frutos abundantes y danos a nosotros la fe viva para para valorar su experiencia y acompañarlo en esta nueva misión.
*Señor, te pedimos también por todos los que llevan diversas cruces en su vida y son incapaces de soportarlas.
-Para que les ayudemos física y espiritualmente.
* Señor Jesús, te pedimos por todos los dirigentes, por los poderosos,
- para que no se dejen arrastrar por el afán y sean generosos con los más necesitados.
* Te rogamos, Señor, por los que dedican su vida al cuidado de los enfermos,
-para que sea su labor callada, fortalecida por la acción del Espíritu Santo.
*Padre, te rogamos también por los enfermos de larga duración,
-para que compartiendo la cruz de Cristo compartan también la salud que Él nos trae.
* Te encomendamos Señor a los que sufren, los parados, los que no tienen hogar, los que están presos o viven bajo la opresión de la droga u otras esclavitudes,
-para que descubran en Ti una fuente inagotable de Paz donde poder aplacar sus dolencias
*Señor Jesús, Tú que nos enseñas que hemos de trabajar para la construcción de un mundo más justo, te rogamos por nosotros,
-para que perdones nuestra frecuente insolidaridad.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Señor, Tú te fijas en los pobre y humildes de este mundo. Ellos son tus predilectos. Que yo no busque crecer ni destacar, sino servir y compartir.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Señor, Tú enalteces y encumbras a los que se hacen humildes y pequeños. Ellos serán grandes y reconocidos a lo largo de los años. Que mi grandeza sea agradarte en todo.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi.
Señor, Tú escoges a los sencillos de este mundo para llevar a cabo tu obra salvadora. Que yo sepa cooperar con humildad para dar a conocer tu mensaje.
Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Señor, Tú eres el único santo.
Nosotros somos pecadores. Purifícanos de nuestras faltas y cantaremos eternamente tu misericordia.
El hace proezas con su brazo.
Señor, a lo largo de los años Tú has hecho maravillas en favor de la humanidad. Continúa ayudándonos para poder encontrar en nuestra vida la verdadera paz y felicidad.
Dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Señor, Tú estás al lado de los pobres y los humildes, de los que sufren y son marginados; quieres su salvación y liberación.
Ayúdanos a comprometernos para superar toda opresión y luchar por la justicia y la igualdad.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y su descendencia por los siglos.
Señor, a lo largo de los años Tú acompañaste a Israel y, fiel a tus promesas, le ayudaste y protegiste.
Sigue hoy animando a la Iglesia y a toda la humanidad, para que entre todos construyamos un mundo más humano y solidario, que cada día se parezca un poco más al soñado por Dios.
María abre el corazón.




Oración Final




Dios nuestro, Tú que puedes darnos
un mismo querer y un mismo sentir,
concédenos a todos amar lo que nos mandas
y anhelar lo que nos prometes, para que,
en medio de las preocupaciones de esta vida,
pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.

Tú que puedes darnos
un mismo querer y un mismo sentir,
concédenos a todos amar lo que nos mandas
y anhelar lo que nos prometes, para que,
en medio de las preocupaciones de esta vida,
pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.






Fuente:
Pablo Largo
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San García Abad