jueves, 31 de enero de 2013

Hoy es... San Juan Bosco,fundador de los salesianos y salesianas!!

Es el santo de la juventud. El santo de los obreros, el santo de la alegría, el santo de María Auxiliadora y el santo de muchas cosas más. El verano de 1815 nacía en Becchi-Piamonte (Italia) de padres humildes pero muy buenos cristianos. Desde muy niño hubo de trabajar duro al lado de su santa madre, la mamá Margarita, para sacar la casa adelante. De su santa madre recibió una profunda educación cristiana y un gran amor a la Virgen María junto con un gran respeto hacia los sacerdotes. Ambas cosas quedaron profundamente impresas en su alma.

Ya desde niño demostró estar en posesión de cualidades nada comunes en todos los sentidos: Era simpático, agudo, inteligente, trabajador y muy mañoso con cuanto se proponía. Desde niño y después de joven, pero sobre todo de sacerdote, trabajará tanto que parece casi imposible cómo en sólo 72 años de vida pudo realizar tantas y tan importantes obras. Alguien ha dicho que trabajó él solo más que diez hombres juntos de no cortas cualidades.

Cuando llegaba a Castelnuovo, Asti o Murialdo y algún titiritero atraía a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él pero con una condición: Que vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a tornar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de fieles a la vez que limpiaba el pueblo de personas poco recomendables...

Ya dijimos que mamá Margarita admiraba a los sacerdotes. El los veía demasiado arrogantes y lejanos del pueblo, sobre todo de los niños y decía: "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"...


Cuando vistió el hábito clerical le amonestó aquella santa mujer que fue su madre: "Puedes imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres nunca este hábito. Sería mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que sea todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción... "

Tenía muchos sueños y todos ellos muy "famosos y se cumplían". Se ordenó sacerdote en 1841 y desde entonces no paró hasta dar cobijo y digna educación a tantos niños que veía abandonados por las calles. El rezo de un Ave María hizo el milagro y fue el primer eslabón de esta maravillosa cadena de sus ORATORIOS. Centenares, millares de niños abandonados encontraron calor, educación, comida, vestido y cobijo cariñoso como en su propia casa.

Mamá Margarita y su hijo se desvivían por ayudar a aquellos rapaces que el día de mañana serían buenos padres cristianos.

Dos eran las armas de que se servía, sobre todo, D. Bosco, para formarles: La eucaristía y la penitencia. Estos dos sacramentos obraban maravillas en aquellos jóvenes... Hasta le creyeron un poco mal de la cabeza por los "sueños" que llenaban su corazón y su mente en favor de los abandonados... Obraba milagros, pero siempre era Ella, la VIRGEN AUXILIADORA, quien los hacía, decía él. "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"...

Para continuar su OBRA en 1857 fundó los Salesianos y poco después las Hijas de María Auxiliadora. Ellos llevan su espíritu. Antes de que le llegue su preciosa muerte a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él pero con una condición: Que vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a tornar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de fieles a la vez que limpiaba el pueblo de personas poco recomendables...





Oración a San Juan Bosco


San Juan Bosco,
Padre y Maestro de la Juventud,
que tanto trabajaste
por la Salvación de las almas,
sé nuestro Guía
en buscar el Bien de la nuestra
y la Salvación del prójimo.
Ayúdanos a vencer las pasiones
y el respeto humano,
enséñanos a amar a Jesús Sacramentado,
a María Auxiliadora y al Papa,
y alcánzanos una Santa Muerte,
para que podamos algún día
hallarnos juntos en el Cielo.
Amén.



Oremos


Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el prebístero San Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos tu servicio, trabajando para la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.













Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

miércoles, 30 de enero de 2013

Hoy llega "La Madona Negra" a Algeciras !!


Esta tarde llega a Algeciras la Virgen de Czestochowa, Patrona de Polonia. Se trata de una réplica del icono venerado en Polonia, en el santuario de Jasna Gora. Viene como parte de una peregrinación ecuménica católico-ortodoxa en defensa de la familia y la vida. Esta iniciativa se denomina "De océano a océano", y parte de Vladivostok, en la costa rusa más oriental del Pacífico norte, para atravesar toda Rusia, Europa, y terminar en Fátima. La ruta planeada lleva recorrida más de 30.000 kilómetros, y una vez en Fátima cruzará el Atlántico para llegar a Estados Unidos y otros países donde se tiene gran interés en prolongar la visita de la Sagrada Reliquia.

Se trata de un icono muy antiguo de la Madre de Dios con su Niño, muy venerado en Polonia. Ha sufrido varios ataques a lo largo de la historia, que han dejado visibles heridas en su rostro y su cuello. De hecho el icono original está destrozado, y sobre sus restos se ha colocado el que se venera actualmente en Jasna Gora. Era una imagen muy querida por Juan Pablo II, de la que tenía una réplica en su habitación del Vaticano donde pasaba horas rezando y mediante la cual se consagraba a María Inmaculada.


Según la leyenda, después de la crucifixión de Jesús, la Virgen María se trasladó a la casa de San Juan, llevando consigo algunos artículos personales, entre ellos una mesa hecha por Jesucristo en el taller de San José. A petición de las mujeres piadosas de Jerusalén, San Lucas hizo una pintura de la Madre de Dios, usando para ello la parte superior de dicha mesa. Uno de los documentos más antiguos de Jasna Góra establece que la pintura viajó desde Jerusalén, vía Constantinopla, hasta llegar finalmente a Czestochowa en agosto de 1382. Dado el color tan oscuro de la cara y las manos, la imagen es conocida como "la Madona Negra", frase que hace mención al Cantar de los Cantares, "Soy morena pero bella". Su oscuridad se atribuye a varias condiciones, de las cuales podríamos citar las pobres condiciones de los lugares donde fue escondida para salvaguardarla; además de infinidad de velas que han sido quemadas ante ella, causando que estuviese constantemente rodeada de humo.



A continuación os detallamos el programa de actos de esta jornada al que están invitados todas las asociaciones y movimientos cristianos de nuestra ciudad.


18:00 Recepción del Icono en la Parroquia de San José de las Colinas.

19:30 Eucaristía 

20:30 Rosario por la Vida.


Jueves 31. 

Visita del Icono de la Virgen de Czestochowa a colegios.

martes, 29 de enero de 2013

Hoy es... San Pedro Nolasco !!



Nació   cerca de Barcelona, España, hacia 1189. A los 15 años quedó huérfano de padre, y  dueño de grandes posesiones. La madre le colaboró en  todos  sus deseos de hacer el bien y de obtener santidad.

Estando en edad de casarse hizo una   peregrinación a la Virgen de Monserrat y allí se puso a pensar que las vanidades del mundo pasan muy pronto y  no dejan sino insatisfacción y que en cambio lo que se hace  para la vida eterna dura para siempre. Entonces promedió a la  Virgen  mantenerse puro y se le ocurrió una idea que iba a ser  de gran provecho para muchas gentes.

En aquel tiempo la cuestión social más dolorosa era la esclavitud que muchísimos cristianos sufrían de parte  de los  mahometanos. Estos piratas llegaban a tierras donde  había  cristianos y se llevaban a todos los hombres que  encontraban. Las penalidades de los prisioneros cristianos en las tenebrosas cárceles de los mahometanos sobrepasaban lo  imaginable. Y lo más peligroso era que muchos perdían  su fe, y su moralidad se dañaba por completo.



Esto fue lo que movió a Pedro Nolasco a gastar su gran fortuna en libertar al mayor número  posible de esclavos cristianos. Cuando se le presentaba la  ocasión de  gastar una buena cantidad de dinero en obtener la  libertad de algún cautivo recordaba aquella frase de Jesús en el  evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra  donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho  la  corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay  ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que  las dañe". (Mt. 6,20) Y este pensamiento lo movía a ser muy  generoso en  gastar su dinero en ayudar a los necesitados.
Y sucedió que, según dicen las antiguas narraciones, que una noche (agosto de 1218) se  apareció la  Sma. Virgen a San Pedro Nolasco y al rey Jaime de  Aragón (que era amiguísimo de nuestro santo) y les recomendó que  fundaran una Comunidad de religiosos dedicados a  libertar cristianos que estuvieran esclavos de los mahometanos.

Consultaron al director espiritual  juntos, que era San Raimundo de Peñafort, y éste los  llevó ante el Sr. Obispo de Barcelona, al cual le pareció  muy buena  la idea y la aprobó. Entonces el militar Pedro Nolasco  hizo  ante el obispo sus tres votos o juramentos. de  castidad,  pobreza y obediencia, y añadió un cuarto juramento o  voto: el de dedicar toda su vida a tratar de libertar  cristianos que estuvieran siendo esclavos de los mahometanos. Este  cuarto voto o juramento lo hacían después todos sus  religiosos.


Los antiguos dicen que la Virgen les recomendó: Fundad una asociación con hábito blanco y   puro que sea defensa y muro de la cristiana nación.

San Raimundo predicó con gran entusiasmo en favor de esta nueva Comunidad y fueron muchos los  hombres  de buena voluntad que llegaron a hacerse religiosos.  El  vestido que usaban era una túnica blanca y una cruz  grande en el pecho. San Pedro Nolasco fue nombrado Superior  General de  la Congregación y el Papa Gregorio Nono aprobó esta  nueva Comunidad.

San Pedro Nolasco ayudó al rey Don Jaime a  conquistar para los cristianos la ciudad de Valencia  que  estaba en poder de los mahometanos, y el rey, en   agradecimiento, fundó en esa ciudad varias casas de la Comunidad de los Mercedarios.

El rey Jaime decía que si había logrado  conquistar la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Y cada vez que obtenía  algún resonante triunfo lo atribuía a las oraciones de este  santo.


 
 San Pedro hizo viajes por muchos sitios donde los mahometanos tenían prisioneros cristianos,  para conseguir su libertad. Y viajó hasta Argelia, que era  un reino dominado por los enemigos de nuestra santa  religión.  Allá lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad.

Como había sido un buen comerciante, organizó técnicamente por muchas ciudades las colectas  en  favor de los esclavos y con esto obtuvo abundante  dinero con los cuales logró la libertad de muchísimos creyentes.

lunes, 28 de enero de 2013

Hoy es Santo Tomás de Aquino, patrón de los estudiantes!!


Filósofo dominico y teólogo.Doctor de la Iglesia, llamado "Doctor Angélico".
Autor de la Suma Teológica, obra insigne de teología.Patrón de las escuelas católicas y de la educación.

Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, es el patrono de los estudiantes. Nacido en Aquino de noble familia, estudió en Montecasino y en Nápoles, donde se hizo fraile dominico. Esto no le hizo gracia a su madre, pues eran otros los planes de la altiva condesa, y lo encerró en el castillo. Allí sucedió la conocida escena. Una noche llevaron a una mujer a su habitación para seducirlo. Tomás venció como se vencen las tentaciones contra la pureza. Cogió rápidamente un tizón encendido y ahuyentó a la mujer. Pronto se durmió, y he aquí que dos ángeles le despertaron y le ciñeron un cordón incandescente. Ya no tuvo más tentaciones de impureza.

No perdía el tiempo en la torre del castillo. Rezaba y leía los libros que le lograba pasar un fraile dominico. Un día con una estratagema le ayudó a evadirse. Poco después Tomás estudiaba en Colonia y en París, como discípulo de San Alberto Magno. Fue un alumno modelo. Embebido en los estudios, no participaba en recreos ni discusiones. Por ello lo llamaban «el buey mudo». Sí, dijo su maestro, pero sus mugidos resonarán en todo el mundo.

Tomás era el primero en cumplir los consejos que un día daría a un estudiante: No entres de golpe en el mar, sino vete a él por los ríos, pues a lo difícil se ha de llegar por lo fácil. Sé tardo para hablar. Ama la celda. Evita la excesiva familiaridad, que distrae del estudio. Aclara las dudas. Cultiva la memoria. No te metas en asuntos ajenos no pierdas tiempo.

El Papa le ofreció el arzobispado de Nápoles. Pero era otra la misión de Tomás. Se la mostró un día su maestro: la doctrina cristiana estaba en peligro de contaminarse con el aristotelismo averroísta, importado de España. Era preciso absorberlo, asimilarlo, cristianizarlo. Era la gran hazaña a que estaba llamado Tomás, y que realizaría soberanamente.

San Alberto traspasó la cátedra de París a Tomás. Empezó comentando a Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, y asombró a todos por su claridad y profundidad. Sus comentarios sobre Aristóteles, su atrevimiento al «bautizarlo», le atrajo la envidia y enemistad de muchos profesores. Fue una lucha encarnizada, acosado por agustinianos y averroístas. Su método quedó consagrado al canonizarle el Papa Juan XXII el año 1324.

Tomás enseñaba, predicaba y escribía. Obras principales: Sobre la Verdad, Suma contra gentiles, comentarios al Cantar de los Cantares. Su obra maestra es la Suma Teológica, síntesis que recoge todo su pensamiento. Armoniza el caudal filosófico y religioso griego y cristiano, conciliación audaz y lograda, una de las mayores hazañas del pensamiento humano.

Su vida de oración era profunda. Nunca se entregaba al estudio sino después de la oración, afirma su amigo fray Reginaldo. Sus escritos sobre el Santísimo Sacramento y sus sermones nos hacen dudar si predominaba en él el teólogo o el místico. Derramaba muchas lágrimas en la Misa y caía frecuentemente en éxtasis. Una vez oyó del Señor: «Bien has escrito de mí, Tomás. ¿Qué recompensa quieres? - Ninguna, sino a Ti, Señor», respondió.
Un día tuvo una «visión» celebrando Misa. Estaba por entonces escribiendo en la Suma sobre los Sacramentos, y ya no escribió más. «No puedo más, repetía cuando le insistían a que acabase. Lo que he escrito, comparado con lo que he visto, me parece ahora como el heno. No insistáis, no puedo más»

Invitado por el Papa Gregorio X, se dirigió al concilio de Lyon. Se sintió enfermó en el camino. Le acogieron en el monasterio de Fossanova. Herido en la «visión» parcial, el 7 de marzo marchó a la visión plena. Otros Santos de hoy: Tirso, Julián, Juan, Santiago.




Oremos


Señor Dios nuestro, que hiciste admirable a Santo Tomás de Aquino por su sed de santidad y por su amor a la ciencia sagrada, te pedimos que nos su luz para entender sus enseñanzas y fuerza para imitar su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.











Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

domingo, 27 de enero de 2013

“El Espíritu del Señor está sobre Mí," (Evangelio dominical)


Uno de los pasajes más impactantes de la Escritura es el que nos trae el Evangelio de hoy (Lc. 1, 1-4 y 4, 14-21).  Es impactante, pero pasa bastante inadvertido, muy probablemente por la discreción de Jesús. Es aquel momento en que Jesús dice que es a El a quien se refiere la profecía de Isaías que anuncia la labor del Mesías. 

Nos dice el Evangelio que Jesús, habiendo ya realizado su primer milagro en Caná de Galilea, comenzó a enseñar en las Sinagogas.  Es importante notar que existía un solo Templo, el de Jerusalén, donde se celebraban las grandes fiestas judías y habían ceremonias en que los Sacerdotes ofrecían sacrificios.  Pero cada pueblos tenía su propia Sinagoga, donde cada Sábado, se celebraba un oficio litúrgico en el que era fácil participar para leer y comentar la Palabra de Dios.  

Así fue como Jesús comenzó a darse a conocer:  leyendo y enseñando en las Sinagogas sobre todo de Galilea.  Nos dice San Lucas que “todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región”.


Jesús, entonces, decide ir a Nazaret, el pueblo donde había crecido y vivido.  Y ese Sábado -no por casualidad, sino seguramente porque como Dios, así lo dispuso- le tocó “el volumen de Profeta Isaías y encontró el pasaje en que estaba escrito” lo que se refería a la misión del Mesías:  “El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva ...”   

Siempre que se leía este trozo, la gente pensaba en ese personaje misterioso tan esperado por todo el pueblo de Israel.  Pero ese día en que Jesús lee lo dicho sobre El, se le ocurre rematar la lectura diciendo:  “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.   Que es lo mismo que decir:  “Ese de quien habla Isaías soy Yo”.  

Imaginemos el asombro de los presentes. ¡Pero cómo es posible!  ¿No es éste Jesús, el hijo del carpintero?  Nazaret era una ciudad pequeña.  Todos lo conocían como un hombre cualquiera.  ¡Y ahora venía a decir que era el Mesías!  La discusión que se suscitó terminó con la sentencia tan conocida de que “nadie es profeta en su tierra”Y hasta trataron de empujar a Jesús por un barranco.  Pero El se les desapareció sin que se dieran cuenta.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,1-4;4,14-21):
 


En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. 

Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»


COMENTARIO.



Hasta el momento de la aparición de Jesús como el Mesías, Dios había hablado a su pueblo por medio de los Profetas y también por medio de su Ley.  

Por cierto, la primera lectura pública de la Ley fue hecha después del regreso del exilio en Babilonia.  Era un momento de celebración, que nos trae la Primera Lectura (Nehemías 8, 2-10). 
 
Todo el pueblo se congregó para oír la lectura de la Ley de Dios.  Esa Asamblea convocada por Nehemías sirvió de modelo para lo que luego se haría en las Sinagogas.  Todos se emocionaron al punto de lágrimas, por estar reunidos de regreso a casa, por poder escuchar juntos la lectura de la Ley de Moisés y por sentirse interpelados por ella.  Fue un momento de gran solemnidad. 

Sin embargo, el momento que nos narra el Evangelio, cuando Jesús en su Sinagoga de Nazaret anunció el cumplimiento de la Profecía de Isaías era -en realidad- infinitamente más solemne e importante que la gran Asamblea de Nehemías.  Pero parece mucho menos solemne, porque Jesús todo lo hacía en la mayor discreción, además tal vez por la suavidad con que sucedió el hecho y por la modestia de las circunstancias que lo rodearon:  Jesús, un conocido de allí, sin la más mínima muestra de exaltación, lee la Profecía y declara que se estaba cumpliendo en El.

Y es que había ya llegado el momento, “la plenitud de los tiempos”, en que Dios ya no hablaba por medio de los enviados, ni por medio de la Ley, sino que comenzó a hablar El mismo.  Pero no le creyeron. “Vino a lo suyos y lo suyos no lo recibieron” (Jn. 1, 11). 


Y nosotros ... ¿creemos en Jesucristo?  ¿Y creemos en todo lo que nos ha dicho y dispuesto?  ¿Creemos que El es el Mesías que vino a salvarnos?  ¿Aprovechamos la salvación que El nos trajo?  ¿Deseamos hacer todo lo necesario para salvarnos?

La Segunda Lectura de San Pablo (1 Cor. 12, 12-30) nos describe el funcionamiento del Cuerpo Místico de Cristo, su Iglesia, que la constituimos todos, no sólo los Sacerdotes y Obispos.  Y todos tenemos en ella una función, por poco importante que sea.  Es como la Asamblea de Nehemías:  hombres, mujeres y niños, gobernantes y sacerdotes, todo el pueblo.  En un cuerpo toda parte es importante, pero cada una tiene su función.  En la Iglesia todos somos necesarios. 

Además nos instruye San Pablo sobre la dependencia que los miembros de ese Cuerpo tienen entre sí.  También nos explica cómo cuando un miembro sufre, los demás también sufren.  Si uno está bien, todos reciben ese bienestar.  Si alguno está mal, todos sienten ese malestar.  De allí que nuestra responsabilidad con los demás miembros sea estar bien, estar bien espiritualmente, para que ese bienestar espiritual se comunique a los demás.  De otra manera, si estamos mal espiritualmente, ese malestar se comunica a los demás.

Recalca el Apóstol lo que nos decía en la lectura del Domingo anterior sobre las diversas funciones dentro de la Iglesia:  apóstoles, profetas, maestros, los que hacen milagros, los que tienen en don de curar enfermos, los que administran, etc.  


Con esto nos está describiendo los diferentes carismas, tanto ordinarios, como extraordinarios, todos necesarios para el buen funcionamiento el Cuerpo, de la Iglesia.

¿Cómo estar bien y cómo cumplir con nuestra función en la Iglesia y en el mundo?  Tenemos instrucciones precisas del Papa Juan Pablo II, quien al comienzo del Tercer Milenio nos entregó una nueva Carta Apóstolica:  “Novo Millennio Inuente” (Nuevo Milenio que comienza).

A continuación las urgencias y prioridades que nos establecía el representante de Cristo en la tierra en este documento:

.        “Orientar la pastoral cristiana hacia una experiencia de fe sólida, que haga florecer la santidad”:  El Papa desea que todos seamos santos.  La santidad es un llamado de Cristo para todos, desde el primero hasta el último en su Iglesia.  Y la santidad es un proceso paulatino que consiste en estar entregados en todo la Voluntad Divina. 

.        “Una pedagogía eclesial que proponga ideales elevados y no se contente con una religiosidad mediocre”:  

Nos pide metas exigentes.  Nuestra vivencia como cristianos no puede ser “mediocre”, sino elevada.  Y ese ideal elevado no es otro que la misma santidad.  Y ese ideal de santidad nos lleva, no solamente a aceptar los planes de Dios para nuestra vida, porque no nos quede otro remedio, sino que nos lleva a vivir con gusto dentro de la Voluntad Divina.

.        “Ayudar a redescubrir la oración en toda la profundidad a la que la experiencia cristiana pueda llevarla”:  El medio para vivir en santidad y para cumplir nuestra misión no es otro que la oración.  Y nos habla de una oración profunda, tan profunda como a cada cual le sea dada.  Y oración profunda no es solamente repetir oraciones vocales, necesarias sí, pero no suficientes.  El Papa nos está apuntando a la oración de contemplación, de silencio, de recogimiento interior.  Y quiere que “redescubramos” esa fuente maravillosa de gracias que es la oración profunda.

.        “Alentar la oración personal, pero sobre todo la comunitaria, comenzando por la litúrgica, ‘fuente y culmen’ de la vida eclesial”:  La oración personal no basta.  Tiene que estar enraizada en la oración litúrgica, en la Eucaristía.  Y si hemos de orar diariamente, también la oración litúrgica debiera de ser diaria.
    
.        “Redescubrir el domingo, Pascua de la semana, haciendo que la Eucaristía sea su corazón”:  El domingo es el “día del Señor”.  El centro del domingo tiene que ser, entonces, la Eucaristía.  ¿Qué significa “redescubrir” el domingo?.  Es volver a hacer de ese día el “día del Señor”.
 
.        “Proponer de nuevo con fuerza el Sacramento de la Reconciliación”:  

 
La oración es el agua de la vida espiritual.  La Eucaristía es su alimento.  Y el Sacramento de la Reconciliación es la medicina necesaria para cuando la vida espiritual se enferma con el pecado.   De allí que nos pida insistir con fuerza en este Sacramento tan necesario para la salud personal de cada uno y para la salud de todo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.

.        “Recordar el primado de la escucha de la Palabra de Dios, a lo que sigue, por su propia lógica el deber del anuncio”:  Para anunciar la Palabra de Dios, hay que escucharla y hacerla vida.  De allí que al tenerla dentro de nosotros, la Palabra de Dios brota y se esparce.  No queda atrapada en nuestro interior, sino que quien la vive, la anuncia con su ejemplo y con su inevitable predicación.

.        “Destacar, por tanto, la actual importancia de la ‘nueva evangelización’”:  Todo ese programa anterior lleva, necesariamente, a la ‘nueva evangelización’.  Sin todo lo anterior la evangelización es tarea imposible, pues el actor principal de la evangelización no es el cristiano, sino Cristo mismo.  Y si Cristo no vive en cada uno de nosotros por medio de la Eucaristía y de la oración verdadera, no podrán verse los frutos de evangelización. 

domingo, 20 de enero de 2013

"Haced lo que Él diga" (Evangelico dominical)



Frecuentemente Dios usa en la Sagrada Escritura el símil del amor nupcial para representar cómo es su Amor: fuerte y tierno, celoso y misericordioso.  Bellísimos son los textos que nos trae la Primera Lectura del Profeta Isaías al respecto:  “Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu Hacedor” (Is. 62, 1-5).   “Pues tu Creador va a ser tu esposo”  (Is. 54, 5).
 
Y en ese símil del amor nupcial, Dios opone su Amor de Esposo a las infidelidades y traiciones de la esposa infiel, que es el pueblo de Dios, Israel, la Iglesia, cada uno de nosotros.

Veamos cómo presenta el tema del amor entre Dios y su pueblo el Profeta Jeremías: “Aun me acuerdo de la pasión de tu juventud, de tu cariño como novia, cuando me seguías por el desierto, por la tierra sin cultivar” (Jer. 2, 2)  “Hace tiempo que has quebrado el yugo, soltándote de sus lazos.  Tú dijiste:  ‘Yo no quiero servir’.  Y sobre cualquier loma, bajo cualquier árbol frondoso, te tendías como una prostituta” (Jer. 2, 20).  “Con amor eterno te he amado.  Por eso prolongaré mi favor contigo” (Jer. 31, 3).


El Profeta Ezequiel vuelve a presentar el tema de las infidelidades de la esposa de Dios: “Pasé junto a ti y te vi.  Estabas en la edad de los amores; entonces con el vuelo de mi manto recubrí tu desnudez, con juramento me uní en alianza contigo y fuiste mía” (Ez. 16, 8).  “Pero tú, confiada en tu belleza, y valiéndote de tu fama, te prostituiste entregándote a cuantos pasaban” (Ez. 16, 15).  “Pero Yo tendré presente la Alianza que hice contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo una Alianza eterna.  Y tú recordarás tu conducta y te avergonzarás de ella”  (Ez. 16, 60-61).  “Porque Yo seré quien renovaré mi alianza contigo y sabrás que Yo soy Yahvé ... cuando Yo te haya perdonado todo lo que has hecho” (Ez. 16, 62).
  
Estos son textos del Antiguo Testamento: del Profeta Isaías, de Jeremías y de Ezequiel.  Pero también en el Nuevo Testamento, vemos cómo San Pablo refiere el mismo tipo de comparación entre el amor nupcial y el Amor de Cristo por su Iglesia. 

Y como viene siendo habitual, traemos tres reflexiones de otros tantos religiosos que lo hace en nuestro idioma y relacionado con La Palabra de Dios, en este domingo que celebramos Las Bodas de Caná.





Lectura del santo evangelio según san Juan (2,1-11):



En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.»
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra de Dios




COMENTARIO.


Lo mejor está al final

Comenzamos ya la segunda semana del tiempo litúrgico ordinario, pero seguimos percibiendo los ecos de las pasadas fiestas navideñas y, concretamente, los de su culminación en la Epifanía. De hecho, tradicionalmente la liturgia ha visto la manifestación de Jesús en los tres momentos que se han sucedido desde el 6 de enero hasta este domingo segundo: la adoración de los Magos de Oriente, el Bautismo de Jesús y la Boda en Caná de Galilea.
El Evangelio de Juan sitúa la aparición pública de Jesús en el contexto de una boda, a la que estaba invitado Él con sus discípulos, y, al parecer de manera independiente, su madre, María. De este modo, Juan retoma una imagen central del Antiguo Testamento para expresar la relación de Dios con su pueblo Israel: la del amor esponsal. El amor entre el marido y su esposa expresa el máximo grado de unión, intimidad y compromiso entre dos seres humanos.

Pero en esta relación, Dios experimenta continuamente las infidelidades de su pueblo, que muchos textos del A.T. reflejan en términos de infidelidad matrimonial. Está de triste actualidad, por noticias que saltan con frecuencia a los medios de comunicación, los durísimos y crueles castigos que sociedades primitivas, todavía vigentes en nuestro tiempo, reservan para los pecados de adulterio, aunque cebándose con hipocresía sólo en la parte femenina. En el lenguaje simbólico del Antiguo Testamento, el papel de la esposa lo encarna el pueblo. Era, pues, de esperar que las infidelidades continuas a su alianza con Dios atrajeran sobre Israel castigos que podían llegar a su total desaparición. Sin embargo, especialmente en los textos proféticos, la cólera de Dios por los pecados del pueblo no se traduce en una voluntad de castigo y destrucción, sino que, paradójicamente, acaba siempre en palabras de perdón, en renovadas y conmovedoras declaraciones de amor y restablecimiento de la Alianza, en la promesa de un desposorio perpetuo que ya no se romperá nunca. El texto de Isaías de la primera lectura de hoy es un ejemplo elocuente y bellísimo de esta “locura de amor” de Dios por su pueblo, que rompe con todos los estereotipos punitivos y vindicativos propios de esa sociedad y su ley religiosa, que mandaba lapidar a las adúlteras. Hay que decir que, al menos en esto, la experiencia religiosa de Israel no es en absoluto una mera proyección de ideas o convenciones humanas, pues vemos cómo las promesas de Dios hacen caso omiso de las mismas y no tienen empacho en contradecirlas abiertamente.
Si la revelación no ha encontrado mejor modo de expresar el amor de Dios por su pueblo que el del amor esponsal, quiere decirse que este género de amor, por su propia naturaleza, no puede reducirse a un capricho subjetivo, a un mero contrato de conveniencia que puede hacerse a la ligera y disolverse del mismo modo, con consenso de las partes o sin él. Existe en esta relación una exigencia de responsabilidad en su punto de partida; y una semilla de eternidad, incondicionalidad y fidelidad en su realización en el día a día. 


Así pues, no es extraño que Juan, apelando a una larga tradición bíblica, elija el contexto de una boda para situar en ella el comienzo de la actividad pública de Jesús, y narrar en ella el primero de los “signos” que la jalonan. De hecho, los capítulos 2-12 del cuarto Evangelio se han dado en llamar el “Libro de los signos”, siete en total. En este primer signo se afirma con claridad que el desposorio definitivo de Dios con su pueblo se cumple ahora, en la persona de Jesús. Con Él se pone fin a la situación de provisionalidad, penuria, postración y vergüenza en que se encuentra el pueblo de Dios. Ahora se hace verdad que “la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.” En definitiva, aquí y ahora realiza Dios lo que prometió en tiempos remotos.
El aquí es Galilea, el lugar en el que Jesús inicia su ministerio, pero también el de la manifestación a los discípulos después de la resurrección: “Él va por delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis” (Mc 16, 7). El ahora es “al tercer día” (o “tres días después”, aunque la lectura de hoy no recoge estas palabras que abren la narración de todo el pasaje). El tercer día es para Juan el día de la glorificación de Jesús (cf. Jn 12, 23), que para él significa tanto la hora de la cruz como la hora de la Resurrección. Así pues, desde el principio se pone el ministerio público de Jesús en relación con el misterio de su muerte y resurrección. Es posible que la resistencia de Jesús a intervenir ante la petición de su madre esté en relación con esto: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora”.

El texto no dice quiénes eran los esposos, no da ningún detalle sobre la posible relación de Jesús y María con esos anónimos anfitriones. El foco de atención está totalmente centrado en María y Jesús. María interviene ante una situación penosa (vergonzosa y humillante, en lo que debería ser la alegría del desposorio), que recuerda la indicada antes para el pueblo de Israel (y, en él, de la humanidad entera). Ante la resistencia inicial de Jesús, María insiste y ordena a los servidores con una confianza absoluta: “haced lo que él os diga”. Este texto es el primero del Evangelio de Juan en que aparece María. Juan, que ha hablado de la “encarnación” (la Palabra se hizo carne), no había hecho mención a la madre de Jesús. Ahora, en cambio, se ve cómo Jesús “entra” en la historia, en su “hora”, en su actividad pública, por la mediación de María.
La acción de Jesús, entonces, se centra en las seis enormes tinajas de piedra (“de unos cien litros cada una”), usadas para la purificación de los judíos. El número seis refleja una ausencia de perfección (aunque está cerca de ella, que se representa con el número siete). Tal vez se pueda entender en el hecho de que sean de piedra una referencia a la antigua ley de Moisés, grabada en tablas de piedra; una referencia que sí puede claramente descubrirse en el hecho de que sean para las purificaciones de los judíos: la enorme cantidad de agua habla de la enormidad del pecado humano. En una palabra, la antigua ley, orientada a la purificación de los pecados, se revela como imperfecta e insuficiente, se trata de una alianza no definitiva, que prepara pero no puede otorgar la plenitud de la salvación. La triste situación creada en lo que debería ser una fiesta también habla del agotamiento de la ley mosaica y, probablemente, de la insuficiencia del Bautismo de Juan. Pero una insuficiencia no implica un rechazo o una condena. Igual que Jesús se somete al Bautismo de Juan y lo supera, bautizando con Espíritu Santo y fuego, ahora Jesús realiza la superación de la antigua ley partiendo de ella.

Así, Jesús manda llenar las tinajas de agua y, sin más preámbulos, ordena llevarle un poco al mayordomo. Se ve que la acción de Jesús no está dirigida simplemente a resolver un apuro ocasional. En primer lugar, llama la atención la cantidad exagerada de vino: unos seiscientos litros. En segundo lugar, se subraya su extraordinaria calidad. Ni una cosa ni otra tienen sentido en relación con la situación: ni hacía falta tanto vino al final de la fiesta, ni era necesaria esa alta calidad, dado el estado de los invitados. Es decir, Jesús “dice” con su signo algo muy distinto: la superabundancia del vino es señal de que los tiempos mesiánicos se han inaugurado, de que el Reino de Dios se ha hecho presente. Y esta nueva etapa supera en mucho a la anterior. El vino nuevo y festivo de las bodas de Dios con su pueblo es mucho más y mucho mejor que la vieja ley y los antiguos ritos de purificación. Aunque, como ya se dijo, no haya de faltar el sufrimiento de la cruz. En el vino nuevo se prefigura también la sangre derramada en la Cruz, con la que Jesús, el Cordero inmaculado, sella una alianza nupcial nueva y definitiva
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Ahora entendemos por qué los esposos de estas bodas de Caná no aparecen por ningún lado. El verdadero esposo es aquí Dios, en el rostro de Jesús, nuevo Adán; y la esposa, la Mujer, nueva Eva, es la madre de Jesús, que representa a todo el nuevo pueblo de Dios. Dios reúne de nuevo a su pueblo, en el que la ley está escrita en el corazón y que hace lo que él les dice, un pueblo que, como María, escucha y acoge la Palabra y la pone en práctica.
Todo lo que sucede en Caná de Galilea tiene el sentido de una Epifanía, de una revelación. Por ello, los discípulos, primicias, tras María, del nuevo Israel, sienten fortalecerse su fe en él.
Por la fe, los discípulos se convierten en servidores del vino nuevo del Reino de Dios. Realmente, es significativo el papel de los servidores de la boda. El texto dice que el mayordomo no sabía de dónde venía ese vino, mientras que los servidores sí lo sabían. El vino del Reino de Dios es ofrecido a todos sin excepción: a los que reconocen a Cristo y a los que todavía no lo conocen. Es decir, los frutos positivos del Reino de Dios, el reconocimiento de la dignidad del hombre como imagen e hijo de Dios, los valores del perdón y la misericordia, la solidaridad y la acogida del extraño, y así un largo etc., son parte de ese vino nuevo que muchos beben sin saber de dónde viene. Mientras que los servidores del vino, los que lo recogen y distribuyen, sí saben de dónde viene. ¿No hemos de ver en éstos a la imagen de los discípulos y creyentes de Jesús, que hacen lo que él dice y sirven a los demás desinteresadamente, dándoles de los frutos de la acción de Cristo, que inaugura una nueva etapa en las relaciones entre Dios y los hombres?
Los creyentes como servidores de la comunidad de hermanos, pero también de la humanidad entera, según la diversidad de dones que cada uno ha recibido del Espíritu, he aquí una imagen paulina que expresa bien el núcleo de nuestra vocación cristiana.
Así que, hoy, en nuestro particular Caná, Jesús empieza sus signos, crece nuestra fe en él, y esto nos da más fuerza para hacer lo que nos dice y servir mejor el vino nuevo de la filiación divina y la fraternidad a todos los seres humanos, hermanos nuestros.



El amor de Dios salva


El profeta, Tercer Isaías, alza su voz para levantar la esperanza del pueblo. Yahvé quiere salvar al pueblo. De ahí que el profeta, lleno de impaciencia y también de esperanza, no dejará de gritar hasta que amanezca la salvación precedida por la aurora de la justicia y el Señor cambie la suerte de Jerusalén. Pero la gloria futura está en contradicción manifiesta con la miseria presente de Jerusalén. De momento se parece más a una esposa abandonada y así la llaman las gentes, y su tierra, dejada de la mano de Dios y entregada a la rapiña de sus enemigos, se la conoce por el nombre de "devastada". Pero el Señor recibirá un día a la "Abandonada" y le dará el nombre de "mi favorita" y llamara a la tierra de Judá "Mi desposada". Porque no se ha olvidado del amor de su juventud, de su primer amor. Describe el autor, para explicar la relación de Dios con su pueblo, las relaciones más cálidas entre los hombres: el amor conyugal. Todo ello en términos de alegría: la alegría de después de la boda, la alegría interna de sentirse amado es lo que Israel va a experimentar. La imposición del nombre es característico de la toma de posesión, o de la nueva orientación que se da a una persona o a una cosa; decir el nombre es llegar a la esencia de la persona. El Señor mismo es el que pronuncia el nombre, el que da un nuevo impulso a Israel. Por eso mismo, por la obra del Señor, los pueblos vendrán a Israel. Es el milagro del Señor. El amor de Dios es el pueblo. También el salmo 95 exalta tanto al Creador de los seres como al Salvador de los pueblos: Dios "afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente”. El verbo "gobernar" expresa la certeza de que no nos hallamos abandonados a las oscuras fuerzas del caos o de la casualidad, sino que desde siempre estamos en las manos de un Soberano justo y misericordioso.

 
2.- Diversidad de dones al servicio de la comunidad


 

Pablo, en la Primera Carta a los Corintios, habla de los carismas. El carisma es una gracia singular –del griego “jaris”-- que Dios concede a cada uno, pero que está destinada al bien de todos y a la edificación de la Iglesia. La gran variedad de los carismas no está reñida en modo alguno con la unidad de la Iglesia y la comunión fraterna. Distingue el Apóstol entre los dones, los servicios y las funciones o “ministerios”. Por otra parte, todos los carismas tienen un mismo destino, que es el bien común. De modo que la unidad abarca la variedad y ésta es el contenido de la unidad de la iglesia. Nada más extraño a esta unidad, que viene de Dios, que la uniformidad que a veces quieren imponernos. El texto concluye afirmando la soberanía y la libertad del Espíritu, que nadie puede monopolizar, y subrayando la idea central: la unidad del origen de los diferentes carismas y su gratuidad.

 
3.- “Haced lo que Él os diga”


Jesús comenzó sus signos, comenzó a dar "señales" de la vida y de la abundancia de la vida que vino a traernos, precisamente en medio de una fiesta, en unas bodas que se celebraban en Caná de Galilea. María, que llegó primero a la boda, intercede por los novios ante su hijo, pues faltaba vino. Se explica perfectamente que el vino llegara a faltar durante tantos días, podían ser siete, de boda y que María, que con toda seguridad ayudaría en la tarea de atender a los convidados, se diera cuenta de los apuros de los novios. La respuesta de Jesús debió de ser para el evangelista de gran importancia, pero es de difícil interpretación. En ella se aprecia un cierto distanciamiento de Jesús frente a su madre, como si quisiera dejar en claro que nadie debe inmiscuirse en la misión que ha venido a cumplir. Por eso la llama "mujer", cosa muy extraña en la boca de un hijo y sobre todo en el contexto socio-cultural de Jesús. Es difícil saber lo que significaba la "hora". Hay comentaristas que entienden esa "hora" como la hora de la cruz, en la que Jesús tenía que ser glorificado o exaltado según la voluntad del Padre. Otros dicen que se trata de la hora del milagro o de su primera manifestación como enviado de Dios. De todos modos, la hora de la manifestación de Jesús no la señalan los hombres. Porque es la hora que Dios quiere y que sólo El conoce. De hecho, no llega nunca con el simple transcurrir del tiempo, sino cuando aparece la fe como un don de Dios. Jesús, con su respuesta aparentemente dura, es el que prepara y actualiza la fe de su madre, y entonces llega la hora del milagro o del signo. Sin embargo, María no entendió esta respuesta como un rechazo y advirtió a los sirvientes que estuvieran atentos a lo que les dijera Jesús: “Haced lo que Él os diga”. Un mensaje actual también para cada uno de nosotros. María nos habla y nos dice que pongamos en práctica lo que Jesús nos dice.
 
4.- El vino es la abundancia de la vida que Jesús ha venido a regalarnos.




La palabra "signo" tiene en el evangelio de Juan un doble sentido: de una parte es una demostración del poder de Dios y de su presencia salvadora; de otra, es la revelación de la verdad de Dios y su mensaje. "Signo" debe entenderse en un doble sentido: demostrativo del poder de Dios y mostrativo o aclarativo del Misterio. Los milagros que nos relata San Juan tienen siempre un significado. ¿De dónde proviene este vino?: "De las tinajas de piedra para la purificación de los judíos". Juan capacita así al lector para que lea entre líneas algo muy concreto: el orden religioso judío queda superado por Jesús. Agua y vino funcionan en el relato como símbolos de los dos órdenes distintos: ley (judaísmo), amor (Jesús). La transformación del agua en vino significa la abundancia de la vida que Jesús ha venido a traer al mundo, la nueva vida y el verdadero gozo de vivir. Es un signo paralelo al de la multiplicación de los panes en el desierto. Uno y otro anticipan el sacrificio de Cristo, en el que se vuelca la generosidad de Dios sobre nosotros. Es lo que celebramos en la Eucaristía con pan y vino, con el pan de cada día y con el vino de las fiestas. Es la gracia, que llena hasta rebosar las tinajas de la ley (de las purificaciones de los judíos) y que es el cumplimiento de todas las promesas. El relato quiere explicar en clave plástica quién y de dónde es Jesús. La clave es el vino, que procede de un agua, a la que supera. San Agustín explica, en el comentario a este evangelio, que “el esposo de las bodas de Caná al que se dijo: Has conservado el buen vino hasta ahora, representaba la persona del Señor. Cristo, de hecho, había conservado hasta aquel momento el buen vino, es decir, su evangelio”.