sábado, 6 de enero de 2018

«Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron» (Evangelio de Epifanía)




Hoy, el profeta Isaías nos anima: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60,1). Esa luz que había visto el profeta es la estrella que ven los Magos en Oriente, con muchos otros hombres. Los Magos descubren su significado. Los demás la contemplan como algo que les parece admirable, pero que no les afecta. Y, así, no reaccionan. Los Magos se dan cuenta de que, con ella, Dios les envía un mensaje importante por el que vale la pena cargar con las molestias de dejar la comodidad de lo seguro, y arriesgarse a un viaje incierto: la esperanza de encontrar al Rey les lleva a seguir a esa estrella, que habían anunciado los profetas y esperado el pueblo de Israel durante siglos.


Llegan a Jerusalén, la capital de los judíos. Piensan que allí sabrán indicarles el lugar preciso donde ha nacido su Rey. Efectivamente, les dirán: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta» (Mt 2,5). La noticia de la llegada de los Magos y su pregunta se propagaría por toda Jerusalén en poco tiempo: Jerusalén era entonces una ciudad pequeña, y la presencia de los Magos con su séquito debió ser notada por todos sus habitantes, pues «el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mt 2,3), nos dice el Evangelio.





Jesucristo se cruza en la vida de muchas personas, a quienes no interesa. Un pequeño esfuerzo habría cambiado sus vidas, habrían encontrado al Rey del Gozo y de la Paz. Esto requiere la buena voluntad de buscarle, de movernos, de preguntar sin desanimarnos, como los Magos, de salir de nuestra poltronería, de nuestra rutina, de apreciar el inmenso valor de encontrar a Cristo. Si no le encontramos, no hemos encontrado nada en la vida, porque sólo Él es el Salvador: encontrar a Jesús es encontrar el Camino que nos lleva a conocer la Verdad que nos da la Vida. Y, sin Él, nada de nada vale la pena.






Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):






Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor




COMENTARIO.






Queridos hermanos, paz y bien.

Termina la semana con la fiesta de la revelación del Niño Dios a toda la humanidad. Hoy la Iglesia celebra la manifestación de Cristo a la gentilidad. Cristo es revelado a los gentiles. Lo cual me alegra, porque yo mismo me puedo clasificar en esa categoría: Gentil: 1. adj. Entre los judíos, se dice de la persona o comunidad que profesa otra religión. U. t. c. s., como dice el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

Las lecturas de hoy nos van marcando el camino hacia esa epifanía, la revelación de Dios. Isaías, profeta en medio del pueblo, con fe ve el nuevo amanecer que promete Dios e invita a caminar hacia ese faro que ilumina las tinieblas, hacia el resplandor del nuevo amanecer. Ser portadores de luz en un mundo que camina en tinieblas y no ve salida a los problemas. ¿Eres de los que piensan que hay más soluciones que problemas, o vas por ahí con ánimo derrotista, contribuyendo a la depresión?




Esa luz, dice el salmo, que llega a todas las naciones o, como dice la segunda lectura, ilumina a todos sin excepción. Porque todos somos coherederos de la promesa. Desde Rusia, desde China, desde África, desde Oceanía… En todas partes se oye su voz, se escucha el mensaje de salvación. ¿Te apuntas, lo difundes, o dejas que lo hagan otros? Total, yo ya estoy salvado… Revisar hoy nuestra aportación a la expansión del mensaje podría estar bien. Un buen regalo de Reyes a los que nos rodean, compartir con ellos lo que vivimos y da sentido a nuestra vida.

Ese amanecer, esa luz que vieron los Magos, y les llevó a buscar al Salvador del mundo en forma de niño, al lado de su padre, San José (santo varón, siempre dispuesto a cumplir la voluntad divina) y de su madre, Santa María (ejemplo de aceptación de lo que Dios manda a la persona, guardando en el corazón todo, lo que entiende y lo que no). Ver con los Reyes a la familia de Jesús en el pesebre, y ponernos a sus pies, y adorarles. Si tienes un belén en casa, podría estar bien hacer algún pequeño gesto hoy, mejor si lo hacemos en familia.






El poeta inglés Anden, en un poema sobre la Navidad presenta a los Magos motivando su viaje: 

El primero dice: Debo saber cómo ser verdadero hoy. Por eso sigo la estrella.

El segundo dice: Quiero descubrir cómo vivir hoy. Por eso sigo la estrella.

El tercero dice: Necesito averiguar cómo amar hoy. Por eso sigo la estrella.

Al final afirman los tres: Debemos descubrir cómo ser hombres hoy.

Por eso seguimos la estrella.




La estrella sigue brillando hoy, para los que quieran verla. ¿Tú quieres? Búscala en la Liturgia, en la Comunidad, en la Palabra, en tu corazón. En algunos países, los niños esperan con grandísima ilusión la noche de Reyes, para recibir sus regalos. Con esa misma ilusión podríamos esperar nosotros el encuentro con Dios.


















Fuentes:
Sagradas Escrituras
Evangeli.org
Alejandro José Carbajo C.M.F.



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