El 15 de agosto, la Iglesia universal,
recuerda a la Virgen María, quien fue concebida sin pecado original, el cuerpo
de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se
corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo
santo e inmaculado, fue llevada al cielo en cuerpo y alma.
La «Virgen de Agosto», así llaman en algunos lugares a la Asunción de Nuestra Señora, cuya fiesta celebramos hoy, y que muchos pueblos hacen coincidir con el día de su Patrona, la santísima Virgen María, venerada fielmente en una multitud de entrañables y consoladoras advocaciones.
Este día, el libro del Apocalipsis nos presentaba la imagen de una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y coronada con doce estrellas: se refiere a María, tipo de la Iglesia; así se la representa frecuentemente en la iconografía mariana. Vestida totalmente de sol, esto es, de Dios, María «vive totalmente en Dios, rodeada y penetrada por al luz de Dios» porque es la toda santa, la llena de gracia, la colmada por el Espíritu santo, llena por completo del amor de Dios. «Está coronada por doce estrellas, es decir por las doce tribus de Israel, esto es, por todo el pueblo de Dios», el antiguo y el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, edificada sobre el cimiento de los doce apóstoles, acompañada «por toda la comunión de los santos»; «y tiene bajo sus pies la luna, imagen de la muerte y de la mortalidad», que vino por la instigación del Maligno, representado en la serpiente del primer pecado, que Ella aplasta con su descendencia. «María superó la muerte; está totalmente vestida de vida, elevada en cuerpo y alma a la gloria de Dios, así, en la gloria, habiendo superado la muerte, nos dice: ‘‘¡Ánimo, al final vence el amor! En mi vida dije: ¡He aquí la esclava del Señor! En mi vida me entregué a Dios y al prójimo''. Y esta vida de servicio llega ahora a la vida verdadera. Tened confianza; tened también vosotros la valentía de vivir así contra todas las amenazas del dragón» (Benedicto XVI).
El dragón es la otra figura que muestra el libro del Apocalipsis. Cuando San
Juan escribió el Apocalipsis, para él este dragón significaba todo el poder
omnipresente del Imperio romano, casi ilimitado y tan grande que «ante él la
fe, la Iglesia, parecía una mujer inerme, sin posibilidad de sobrevivir, y
mucho menos de vencer. Y, sin embargo, sabemos, venció la mujer inerme, venció
el amor de Dios. Y el Imperio romano se abrió a la fe cristiana». Así ha sido a
lo largo de la historia hasta nuestros días: «Parecía imposible que, a largo
plazo, la fe pudiera sobrevivir ante este dragón tan fuerte, que quería devorar
al Dios hecho niño y a la mujer, la Iglesia». Y siempre, al final, el amor de
Dios ha sido más fuerte, ha vencido frente al odio, la violencia, el querer
eliminar a Dios y devorar el Amor que se ha hecho carne de nuestra carne en una
criatura que nace de la Madre llena de Dios.
«También hoy el dragón existe en formas nuevas, diversas», decía el Papa Benedicto hace unos años este mismo día; y añadía: «Existe en la forma de ideologías materialistas, que nos dicen: es absurdo pensar en Dios; es absurdo cumplir los mandamientos de Dios; es algo del pasado. Lo único que importa es vivir la vida para sí mismo, tomar en este breve momento de la vida todo lo que nos es posible tomar. Sólo importa el consumo, el egoísmo, la diversión. Ésta es la vida. Así debemos vivir. Y, de nuevo, parece absurdo, parece imposible oponerse a esta mentalidad dominante, con toda su fuerza mediática, propagandística. Parece imposible aún hoy pensar en un Dios que ha creado al hombre, que se ha hecho niño y que sería el futuro dominador del mundo. También ahora este dragón parece invencible, pero también ahora sigue siendo verdad que Dios es más fuerte que el dragón, que triunfa el amor y no el egoísmo. Ciertamente, vemos cómo también hoy el dragón quiere devorar a Dios, que se hizo niño». La Iglesia hoy no teme por este Dios aparentemente débil. «También este Dios débil es fuerte: es la verdadera fuerza. Así la fiesta de la Asunción de María es una invitación a tener confianza en Dios y también una invitación a imitar a María en lo que Ella misma dijo: "¡He aquí la esclava del Señor!, me pongo a disposición del Señor". Esta es la lección: seguir su camino; dar nuestra vida y o tomar la vida» (Benedicto XVI). Este es el gran mensaje, la esperanza que trae, la «Virgen de Agosto», la Asunta a los cielos. La «Virgen de Agosto», es una luz más fuerte que la luz veraniega que tanto brilla, da calor e ilumina.
El Hecho De La Asunción
«También hoy el dragón existe en formas nuevas, diversas», decía el Papa Benedicto hace unos años este mismo día; y añadía: «Existe en la forma de ideologías materialistas, que nos dicen: es absurdo pensar en Dios; es absurdo cumplir los mandamientos de Dios; es algo del pasado. Lo único que importa es vivir la vida para sí mismo, tomar en este breve momento de la vida todo lo que nos es posible tomar. Sólo importa el consumo, el egoísmo, la diversión. Ésta es la vida. Así debemos vivir. Y, de nuevo, parece absurdo, parece imposible oponerse a esta mentalidad dominante, con toda su fuerza mediática, propagandística. Parece imposible aún hoy pensar en un Dios que ha creado al hombre, que se ha hecho niño y que sería el futuro dominador del mundo. También ahora este dragón parece invencible, pero también ahora sigue siendo verdad que Dios es más fuerte que el dragón, que triunfa el amor y no el egoísmo. Ciertamente, vemos cómo también hoy el dragón quiere devorar a Dios, que se hizo niño». La Iglesia hoy no teme por este Dios aparentemente débil. «También este Dios débil es fuerte: es la verdadera fuerza. Así la fiesta de la Asunción de María es una invitación a tener confianza en Dios y también una invitación a imitar a María en lo que Ella misma dijo: "¡He aquí la esclava del Señor!, me pongo a disposición del Señor". Esta es la lección: seguir su camino; dar nuestra vida y o tomar la vida» (Benedicto XVI). Este es el gran mensaje, la esperanza que trae, la «Virgen de Agosto», la Asunta a los cielos. La «Virgen de Agosto», es una luz más fuerte que la luz veraniega que tanto brilla, da calor e ilumina.
El Hecho De La Asunción
En relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora, nada cierto se
conoce. La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en un
trabajo griego, De Obitu S. Dominae. De todos modos, la fe católica
siempre derivó su conocimiento de este misterio de la Tradición Apostólica.
Epifanio (m. 403) reconoce que no sabe nada definitivo sobre el tema (Haer.,
lxxix, 11). Las fechas asignadas varían entre 3 y 15 años luego de la Ascensión
de Cristo. Dos ciudades proclaman ser el lugar de la partida: Jerusalén y
Éfeso. La opinión general favorece a Jerusalén, donde se muestra su tumba; pero
algunos argumentan a favor de Éfeso. Durante los seis primeros siglos nada se
supo sobre la tumba de María en Jerusalén.
La creencia en la asunción del cuerpo de María se funda en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, y que pertenece de todos modos al siglo cuarto o quinto. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente imputado a San Melito de Sardes, y en una carta apócrifa atribuida a San Dionisio el Aeropagita. Si consultamos a los genuinos escritores de Oriente, este hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En Occidente, San Gregorio de Tours (De gloria mart., I, iv) es el primero que lo menciona. Los sermones de San Jerónimo y San Agustín para esta fiesta, de todos modos, son apócrifos. San Juan el Damasceno (P. G., I, 96) formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén:
San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al Emperador Marciano y a Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo.
Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es Universal tanto en
Oriente como Occidente; de acuerdo a Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii,
18) es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema.
La Fiesta De La Asunción
La Fiesta De La Asunción
Existe también una gran incertidumbre respecto al origen de esta fiesta.
Probablemente se trate del aniversario de la dedicación de alguna Iglesia, más
que la fecha real del aniversario de la muerte de Nuestra Señora. Que se
originara en tiempos del Concilio de Éfeso, o que San Dámaso la introdujera en
Roma, son sólo hipótesis.
De acuerdo a la vida de San Teodosio (m. 529) se celebraba en Palestina antes del año 500, probablemente en Agosto (Baeumer, Brevier, 185). En Egipto y Arabia, por otra parte, se mantuvo en Enero, y dado que los monjes de las Galias adoptaron muchos usos de los monjes egipcios (Baeumer, Brevier, 163), hallamos esta fiesta en las Galias en el siglo sexto, en Enero [mediante mense undecimo (Greg. Turon., De gloria mart., I, ix)]. La Liturgia Gala la fija el 18 de Enero, bajo el título: Depositio, Assumptio, or Festivitas S. Mariae (confrontar las notas de Jean Mabillon en la Liturgia Gala, P. L., LXXII, 180). Esta costumbre permaneció en la Iglesia de las Galias hasta el momento de la introducción del Rito Romano. En la Iglesia Griega, parece que algunos mantuvieron la fiesta en Enero, como los monjes egipcios; otros en Agosto, con aquellos de Palestina; por lo cual el Emperador Mauricio (m. 602), si es correcto el relato de "Liber Pontificalis"(II, 508), fijó la fiesta para el Imperio Griego el 15 de Agosto.
En Roma (Batiffol, Brev. Rom., 134) la única y más antigua fiesta de Nuestra
Señora era el 1 de Enero, la octava del nacimiento de Cristo. Celebrada
primeramente en Santa María la Mayor, más tarde en Santa María de los Mártires.
Las otras fiestas son de origen Bizantino. Louis Marie Olivier Duchesne piensa
(Origines du culte chr., 262) que antes del séptimo siglo ninguna otra fiesta
se guardaba en Roma, y en consecuencia, la Fiesta de la Asunción, hallada en los
sacramentales de Gelasio y Gregorio, es un agregado apócrifo hecho en el siglo
séptimo u octavo. De todos modos, Probst brinda (Sacramentarien, 264 sqq)
fuertes y buenos argumentos que prueban que la Misa de la Santísima Virgen
María, hallada el 15 de Agosto en el rito Gelásico, es genuina, desde el
momento que no hace mención a la Asunción corporal de María; esto muestra, por
lo tanto, que la fiesta era celebrada en la Iglesia de Santa María la Mayor en
Roma, por lo menos en el siglo sexto. Él prueba, más aún, que la Misa
Sacramental Gregoriana, tal como la tenemos, es de origen Gálico (dado que la
creencia en la Asunción corporal de María, bajo la influencia de los escritos
apócrifos, es más antigua en Galia que en Roma), y que ésta suplantó la antigua
Misa Gelásica. Para la época de Sergio I (700) esta fiesta era una de las
principales festividades en Roma; la procesión comenzaba en las puertas de la
Iglesia de San Adrián. Siempre fue un doble de la primera clase y un Día
Sagrado de precepto.
La octava fue agregada en 847 por León IV; en Alemania esta octava no se celebraba en varias diócesis en la época de la Reforma. La Iglesia de Milán no la aceptó hasta la actualidad (Ordo Ambros., 1906). La octava es privilegiada en la diócesis de las provincias de Sienna, Fermo, Michoacán, etc.
La octava fue agregada en 847 por León IV; en Alemania esta octava no se celebraba en varias diócesis en la época de la Reforma. La Iglesia de Milán no la aceptó hasta la actualidad (Ordo Ambros., 1906). La octava es privilegiada en la diócesis de las provincias de Sienna, Fermo, Michoacán, etc.
La Iglesia Griega continua esta fiesta hasta el 23 de agosto inclusive, y en algunos monasterior del Monte Athos se prolonga hasta el 29 de agosto (Menaea Graeca, Venice, 1880), o así lo era antiguamente. En la diócesis de Bavaria el día treintavo de la Asunción (una especie de recuerdo del mes) se celebraba durante la Edad Media, el 13 de septiembre, con el Oficio de la Asunción (doble); en la actualidad, sólo la Diócesis de Augsburgo ha mantenido esta vieja costumbre.
Algunas de las diócesis de Baviera y las de Brandenburgo, Mainz y Frankfort mantienen el 23 de septiembre como la “Fiesta de la Segunda Asunción”, o los “Cuarenta Días de la Asunción” (doble) creyendo, de acuerdo a las revelaciones de Santa Elisa de Schönau (m. 1165) y de San Bertrand, O. C. (m. 1170), que la Santísima Virgen María fue llevada al cielo a los cuarenta días luego de su muerte (Grotefend, Calendaria 2, 136).
Las Brigidinas guardan la fiesta de la “Glorificación de
María” (doble) el 30 de agosto, desde que Santa Brígida de Suecia dijo (Revel.,
VI, l) que María fue llevada al cielo quince días después de su partida
(Colvenerius, Cal. Mar., 30 Aug.). En América Central, se celebra una fiesta
especial, “La Coronación de María en el Cielo” (doble mayor) el 18 de agosto.
La ciudad de Gerace,
en Calabria mantiene 3 días sucesivos el rito de doble de primera clase,
conmemorando el 15 de agosto la muerte de María, y el 16 de agosto, su
Coronación.
En Piazza, en Sicilia, hay una conmemoración de la Asunción de María (doble de segunda clase) el 20 de febrero, que es el aniversario del terremoto de 1743. Una fiesta similar (doble mayor con octava) se sigue en Martano, Diócesis de Otranto, en Apulia, el 19 de Noviembre.
Mediante la promulgación de la Bula Munificentissimus Deus ("Dios, que es sumamente magnánimo") el 1 de Noviembre de 1950, el Papa Pío XII declaró en forma infalible que la Asunción de la Santísima Virgen María era un dogma de la Fe Católica. De la misma manera, el Concilio Vaticano II enseña en la Constitución Dogmática Lumen Gentium que “la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, y exaltada por el Señor como Reina sobre todas las cosas (n. 59)”.
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