Patrona de: Armeros, Fundidores, Mineros,
Prisioneros, Artilleros, Bomberos, Ejército de Artillaría, Pirotécnicos.
Según la leyenda recibida de Metaphrastes
(siglo X), Sta. Bárbara es una joven conversa de los primeros siglos de la era
cristiana quién fue encerrada por su padre pagano en su castillo para forzarla
a la apostasía. Al no conseguirlo la asesinó y el mismo murió fulminado por un
rayo.
Fiesta: 4 de diciembre.
El hecho de que no aparezca en el
calendario litúrgico pos-Vaticano no significa que la Iglesia la haya
descartado. Pero se ha querido dar lugar en la liturgia a otros santos cuyas
vidas están mejor documentadas. Según el Misal Romano previo a 1970, su
martirio ocurrió en Nicomedia bajo el emperador Maximinus Thrax.
Se le representa con manto rojo, cáliz de
la sangre de Cristo, rama de olivo, corona y espada, todos ellos símbolo del
martirio.
Es la patrona de la artillería,
arquitectos, albañiles, fortificaciones, cavadores de tumbas, fundadores,
revistas, y protectora contra el rayo, fuego, muerte repentina e impenitencia.
Tristemente, la religión de la Santería
la ha tomado como uno de sus dioses lo cual nada tiene que ver con la auténtica
veneración a la santa. Ella murió por ser fiel a nuestro Señor Jesucristo
y por eso es testimonio para todos.
“Santa Bárbara bendita, que trae el sol y el trueno quita”,
Entre las sentencias y frases proverbiales de
contenido meteorológico, ésta de “acordarse de Santa Bárbara cuando truena” es,
sin duda, una de las más utilizadas. Hoy la empleamos únicamente en sentido
figurado, poniendo de manifiesto nuestro comportamiento habitual de dejar para
mañana lo que podemos hacer hoy, aparcar para mejor ocasión lo que aún pensamos
puede demorarse, o aplazar sine díe
lo que no conviene a nuestros intereses. Y así lo hacemos hasta que metafóricos
truenos hacen tambalear o amenazan nuestra posición, en cualquier nivel al que
lo contemplemos.
Ignoramos quien y en qué momento pronunció
por primera vez este axioma en sentido alegórico, pero sí podemos afirmar que
la tradición de muchos siglos ha vinculado a Santa Bárbara con los truenos y
que su nombre va unido, en un pasado bastante reciente, a creencias, ritos,
conjuros y supersticiones dirigidos a protegernos de los rayos y los estragos
producidos por las tormentas.
Las legendarias biografías de
Santa Bárbara
De historicidad insegura y protagonista de un buen número de leyendas, la vida de Santa Bárbara está adornada de gran cantidad de elementos inverosímiles, contradictorios y teológicamente sorprendentes. No es de extrañar que la Iglesia Romana, tras el Concilio Vaticano II, la eliminara del calendario litúrgico junto a otros santos antiguos, sustituyéndolos en el santoral por otros nuevos de canonización más reciente, con biografías documentadas históricamente y más cercanos culturalmente al mundo contemporáneo.
Según el Misal Romano anterior al último
Concilio, el martirio de Santa Bárbara había ocurrido en Nicomedia, en el siglo
III de nuestra era, en tiempos del emperador Maximinus Thrax. Las variantes de
las muchas leyendas que se conocen corresponden o son posteriores al siglo VII,
tiempo en que la Santa fue muy venerada y los lugares de su hipotética
residencia se convirtieron en destino frecuente de gran número de
peregrinaciones. Las tradiciones citan sitios tan distantes como Antioquia,
Nicomedia o Heliópolis como del nacimiento y muerte de Santa Bárbara. Siglos
después, los martirologios medievales señalaron Toscana, e incluso Roma, como
lugares en que habían tenido lugar ambos acontecimientos.
Casi todas las noticias que han llegado a
nuestros días coinciden en que Bárbara era la única hija de un sátrapa
llamado Dióscuro. Había quedado huérfana de madre a los siete años y, muy
joven, se había convertido al cristianismo. Al regreso de un viaje de
inspección por la provincia romana efectuado por su padre, éste propuso a la
joven un matrimonio de conveniencia, que ella rechazó. Dióscuro descubrió la
conversión de Bárbara al cristianismo y la denunció al pretor romano, el cual
se vio obligado a condenarla a la pena capital. El sátrapa, que ya había
mandado construir una torre para mantener a Bárbara alejada del mundo y
forzarla a la apostasía, la sometió a toda clase de castigos y vejaciones y,
finalmente, solicitó permiso para ejecutar personalmente la sentencia de
muerte. Después, la degolló con su propia espada. Al momento de cometer el
parricidio, Dióscuro fue fulminado por un rayo.
A este hecho, según parece, se le ha venido
atribuyendo el origen de la frase “acordarse de Santa Bárbara cuando truena
“ y de que la Iglesia la nominara Santa Protectora de las personas y de sus
bienes frente a las tormentas.
LEYENDAS
Otra leyenda más tardía en el tiempo,
totalmente distinta y de menor difusión, refiere que el padre de Santa Bárbara
había nacido en Hippo (Argelia) y se llamaba Alipius. Había dedicado su vida al
conocimiento y ejercicio de la química en aplicaciones bélicas y a la
fabricación de explosivos. Parece que había proporcionado a Bárbara una
esmerada educación liberal, que la permitía expresarse en diversas lenguas y
participar con él en sus trabajos de investigación, descubriendo ambos un
detonante de extraordinario poder. La joven, que estaba dotada de una gran
belleza y había rechazado a numerosos pretendientes, se decidió a profesar como
religiosa en el convento de Santa Perpetua, fundado por Santa Agustina.
Era el año 430 y Africa sufría una invasión de pueblos bárbaros, que sitiaron la ciudad de Hippo. Alipio dirigió su defensa y fue muerto por un flechazo. Entonces, los sitiados llamaron a Bárbara al convento para que prosiguiera la defensa iniciada por su padre, fabricando y utilizando explosivos, luces de Bengala y globos de fuego para ser arrojados con catapultas, que había aprendido a fabricar con su progenitor. Después de catorce meses, la ciudad se vio obligada a capitular y los sitiadores pretendieron vengarse de Bárbara, asaltando el convento al que había regresado. Pero ella, previendo lo que iba a ocurrir, tenía acumulada una gran cantidad de explosivos en el subterráneo del monasterio y, cuando se percató de que ya no podían hacer nada más en su defensa, provocó su explosión. Conquistadores y vencidos fueron aniquilados bajo los escombros. Así murió Santa Bárbara, escapando con sus compañeras al consiguiente escarnio y a los acostumbrados ultrajes de la soldadesca.
No resulta verosímil que las dos biografías
anteriores correspondan a una misma persona. Más bien parecen referirse a dos
jóvenes cristianas y mártires, distintas, aunque de idéntico nombre. La
tradición de la muerte de la Santa, decapitada por su padre por no abjurar del
cristianismo prevaleció ante la Iglesia, quien determinó que su festividad se
celebrara el día 4 de diciembre.
A lo largo de los siglos la han elegido como
Patrona los artilleros, ingenieros de armamento, mineros, trabajadores de
canteras, fundidores, bomberos, pirotécnicos, arquitectos, albañiles,
constructores y cavadores de tumbas. De los catorce Santos Protectores existentes,
Santa Bárbara es la Santa Protectora que defiende del rayo, el fuego, la muerte
repentina sin confesión y la provocada por explosiones. Fue una de las santas
más populares en la Edad Media, virtud que conserva aún en la actualidad. En
España ostenta el patronazgo de numerosos pueblos, donde se la festeja con
misas, novenas, procesiones, y romerías populares. De las provincias hispanas,
en Valencia nada menos que once localidades la tienen como Patrona.
En la actualidad detenta como hándicap el hecho
de que la religión de la Santería la haya adoptado como a uno de sus dioses, lo
que hay quien dice puede tener alguna relación con la desaparición de Santa
Bárbara del último calendario litúrgico católico.
Velas y jaculatorias para Santa
Bárbara
Hace muchos siglos, la Iglesia Católica
nominó a Santa Bárbara Santa Protectora contra rayos y tormentas. Como tal se
le rendía un culto especial, con rituales que adquirían modalidades
particulares en cada nación, en cada región e incluso en cada lugar. Entre los
variadísimos ceremoniales y costumbres extendidos por la geografía española,
relacionados con Santa Bárbara y los truenos, citamos a continuación algunos, a
modo de ejemplo, procedentes de las regiones de que tenemos más información.
En Cantabria, las “tronadas” no sólo
arruinaban cosechas, producían incendios y mataban a personas y animales.
También entorpecían muchas labores domésticas, rutinarias hace siglos, como
hacer el pan o la mantequilla en cada hogar. La tormenta no dejaba “leudar” el
pan antes de la hornada, o “natar” la leche antes de elaborar la manteca.
También podían “atronarse” los huevos que estaban empollando las gallinas… Así
que, aunque parezcan cosas nimias, era obligado tomar precauciones cuando se
acercaba una tormenta y demorar la fermentación de la masa del pan para meterlo
al horno a cocer hasta que aquella se alejara; comprobar que debajo de los
huevos, en el “nidal”, estaba la cruz hecha con hierros; quemar un poco de
laurel; evitar las corrientes de aire y, sobre todo, encender las velas de las
Candelas o las que habían ardido en el Monumento parroquial el día de Jueves
Santo. El ritual preparatorio dentro de una casa rural se iniciaba cuando el
aspecto del cielo amenazaba tormenta o se escuchaban los primeros truenos aún
lejanos. Enseguida había que acompañar estos preparativos, que no debían
faltar, con el rezo reiterativo y musitado de las jaculatorias “al uso”
dedicadas a Santa Bárbara :
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
En el ara de la Cruz,
Pater noste(r), amén Jesús”
Esta era la invocación más generalizada en
Cantabria, aunque había otras tan originales como la que sigue, plegaria con la
que expresamente se solicitaba la ausencia de granizo, para proteger la cosecha
de maíz:
“Ay, gloriosa Santa Bárbara,
ten compasión de nosotros:
danos agua sin la piedra,
que acaba con los panojos.”
ten compasión de nosotros:
danos agua sin la piedra,
que acaba con los panojos.”
En el Pirineo aragonés la invocación citada
en primer lugar, se hacía añadiendo un verso más. Decía así:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Jesucristo está enclavado
en el árbol de la cruz,
Páternoste amén Jesús”
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Jesucristo está enclavado
en el árbol de la cruz,
Páternoste amén Jesús”
En aquella zona pirenaica, en cuanto había
indicios de tormenta, se salmodiaban continuadamente frases y oraciones cortas
dirigidas a la Santa: “¡Ay, Santa Bárbara, que truena!” o “Santa Bárbara
bendita, que trae el sol y el trueno quita”, al tiempo que se buscaban los
amuletos para “esconjurar” la tormenta, poniendo en las ventanas cuchillos y
hoces con el filo hacia el cielo, tijeras con la punta hacia arriba, y se
echaban puñados de sal en el fuego. En otros lugares se hacía una cruz con sal
en el dintel de la puerta. El laurel, romero y otros ramos de árbol, bendecidos
en el Domingo de Ramos, también se consideraban amuletos contra la tormenta.
En Asturias, en el Concejo de Somiedo, hemos
localizado otra variante de la jaculatoria que citábamos al comienzo, muy
original. Esta tiene nueve versos y los tres primeros-como casi en todas- son
idénticos a los de las oraciones citadas:
“Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Santa Bárbara doncella,
líbranos de la centella
y del rayo mal parado.
Jesucristo está enclavado
en el ara de la Cruz.
Paternoste, Amén Jesús.”
que en el cielo estás escrita
con papel y agua bendita.
Santa Bárbara doncella,
líbranos de la centella
y del rayo mal parado.
Jesucristo está enclavado
en el ara de la Cruz.
Paternoste, Amén Jesús.”
El culto a Santa Bárbara estaba muy extendido
en toda la cristiandad. Como curiosidad, se incorpora una invocación portuguesa
que hemos localizado en la red, dirigida a Santa Bárbara. y formada por
aleluyas de versos octosilábicos. Procede de Marvao en las proximidades de la
frontera española.
ORAÇAO A SANTA BÁRBARA
Santa Bárbara bendita
Lá no ceu está escrita
Num papel com agua benta,
Livre-nos desta tormenta
Que a leve lá para bem longe
Lá no ceu está escrita
Num papel com agua benta,
Livre-nos desta tormenta
Que a leve lá para bem longe
Pr’a onde nao haja pao nem vino
Nem flor de rosamarinho
Nem mulher com meninos
Nem vacas com bezerrinhos.
Nem mulher com meninos
Nem vacas com bezerrinhos.
Já os galos cantam,
Já os anjos se levantam,
Já o Senhor está na cruz
Para sempre, amém Jesús.
Nubero
Si en el Alto Aragón se creía que los
provocadores de tormentas eran los genios de las montañas, las brujas, los
brujones y los diablos, en tierras cántabras, asturianas y gallegas se decía
que eran los nuberos, renuberos, nubeiros y renubeiros. Todos ellos son
personajes mitológicos, protagonistas de gran cantidad de relatos legendarios,
por los que el pueblo sentía verdadero terror. Cada uno de estos personajes jamás
entraba en las casas que estuvieran protegidas por amuletos adecuados, tuvieran
encendidas las velas benditas o estuvieran rezando en voz alta oraciones a
Santa Bárbara, cuyo nombre les repelía. Tampoco soportaban el toque de campanas
especial que en algunas regiones llamaban de “espantanublos.”
Toques de campana. Conjuros
Los toques contra las tormentas fueron
empleados hasta épocas muy recientes –mediados del siglo XIX, en general- y se
hacían para defender las cosechas y personas contra rayos y granizo, desde
tiempos inmemoriales. En tierras castellanas y leonesas se llamaba “tocar a
nublao” y se creía que repicando se despejaba la tormenta y se marchaba. Este
toque se realizaba a diario, a mediodía, en la época de mayor frecuencia de
tormentas, desde el día de la Santa Cruz de Mayo hasta el de la Santa Cruz de
septiembre, del 3 de mayo al 14 de septiembre. Por hacerlo, se remuneraba al
sacristán o al campanero. Era un toque preventivo, protector, de defensa contra
los malos espíritus que pueblan las tormentas.
Decía una canción:
“De Santa Cruz de mayo
a Santa cruz de septiembre,
se repican las campanas
hasta que quiebren”
a Santa cruz de septiembre,
se repican las campanas
hasta que quiebren”
En muchos lugares llamaban a este toque
“tañer a buen tiempo”y según Cea Gutiérrez (1978) “las campanas no solamente
tenían poder contra las tormentas, sino la facultad de provocar, mantener y
suplicar a Dios buenos temporales”.
Independientemente de este toque protector,
de Cruz de mayo a Cruz de septiembre, siempre que la nubosidad indicaba
indicios de tormenta y se comenzaban a oír los primeros truenos, las campanas
tañían tristes, acompasadas y lentas, mientras no se alejaba.
Esta superstición invadió la Europa católica
hasta mediados del siglo XIX y es sabido que en distintas regiones españolas,
se encendían cirios benditos dentro de las viviendas, se rezaba en voz alta a
Santa Bárbara y se quemaban hojas de laurel. El toque de campanas, lúgubre y
cadencioso, era una especie de conjuro que vulgarmente se llamaba “tente,
nublo” o “tente, nu”, cuya letra se cantaba acompasándola al ritmo de las
campanadas. Se conservan muchos y muy variados ejemplos. Uno de los más
originales, procedente de Cantabria, es el siguiente:
“Tente nube, tente nu,
que Dios puede más que tú.
Si eres agua, ven acá,
si eres piedra, vete allá,
siete leguas de mi pueblo
y otras tantas más allá.
que Dios puede más que tú.
Si eres agua, ven acá,
si eres piedra, vete allá,
siete leguas de mi pueblo
y otras tantas más allá.
Tente nublo, tente nu
que Dios puede más que tú.
Tente nublo redoblado
que Dios puede más que el diablo.
Tente nublo, tente en ti.
Dios lo quiere y manda así
que Dios puede más que tú.
Tente nublo redoblado
que Dios puede más que el diablo.
Tente nublo, tente en ti.
Dios lo quiere y manda así
Tente nublo, tente nu,
que Dios puede más que tú.
Que el mar es de agua bendita
y el aparejo una cruz.
Detente, nube maldita,
que Dios puede más que tú.".
que Dios puede más que tú.
Que el mar es de agua bendita
y el aparejo una cruz.
Detente, nube maldita,
que Dios puede más que tú.".
Localizamos el siguiente pasaje, muy
ilustrativo, en “Antaño”, uno de los relatos de Domingo Cuevas, referido a una
tormenta en Comillas (Cantabria)” Comenta:
“ … Ya algunas mujeres, con el semblante
demudado íbanse reuniendo en los portales de la villa y pedían que viniese el
sacristán para “contener la nube”… El toque del “tente nu” era triste, monótono
y acompasado y le interpretaban los muchachos y las gentes sencillas cantando
–con el mismo tono y ritmo que marcaban las campanas- el estribillo del “tente
nube, tente nu”. Los labradores y artesanos dejando cada cual su trabajo,
corrían presurosos en dirección a la playa para prestar allí auxilios a los
marineros en caso necesario y no echaron de ver, a su paso por la plaza de la
villa, un cuadro tan interesante como tierno que allí se representaba. Era que
el cura mayor de la parroquia, tan cargado de años como lleno de merecimientos,
con la fe de un patriarca, la caridad de un apóstol y la sencillez de un niño,
erguido como el cedro del Líbano, con la cabeza enhiesta y sus blancos cabellos
a merced del torbellino, inspirado como un profeta, levantaba la diestra
descarnada y trémula, a la altura de su desnuda frente, bendecía la nube y a la
vez la conjuraba, evocando al Dios del Sinaí, para que aquella se disipara sin
arrojar sobre la tierra los malos espíritus, que tenían ya revuelto el mar y
amagaban destruir las cosechas próximas a su hogar…”
Si en pueblos de Cantabria los conjuros
solían hacerse desde el atrio de la iglesia o la plaza, en muchos lugares del
Alto Aragón se levantaron en lugares próximos a iglesias y ermitas, una especie
de templetes de piedra, formados por cuatro columnas y una pequeña bóveda.
Desde los huecos, entre pilares, orientados a los cuatro puntos cardinales, el
sacerdote invocaba a Santa Bárbara y hacía los conjuros. Estas construcciones
son típicas en el Pirineo y suelen llamarlas “cuatropilares”, “esconjuraderos”
y “esconjuraderas”.
De creencias,
ritos y conjuros supersticiosos a una frase alegórica con futuro prometedor
Partimos al comienzo de este estudio de la
frase proverbial acordarnos de Santa Bárbara cuando truena. En las páginas
siguientes hemos intentado dar un sentido a la relación Santa Bárbara /
tormentas en un pasado cercano, mediatizado por la Iglesia en imágenes,
jaculatorias, cirios benditos, repiques de campanas, conjuros, novenas,
procesiones, patronazgos… Tenemos sobradas noticias de que nuestros antecesores
sí se acordaban de la Santa cuando había tormentas. Y también, cuando no las
había… para que no se produjeran. Y de todo ello sólo permanece una frase. Una
frase que hoy no se emplea jamás en sentido literal.
En general, con ella “ se reprende a quienes
sólo ante un peligro inminente recurren al modo de precaverse de él”. Tiene
pocas variantes, todas de carácter gramatical. No sabemos cuándo se comenzó a
utilizar en sentido figurado. Lo que sí hemos podido constatar es que en las
postrimerías del siglo XIX, en 1883, la frase era de uso común y se utilizaba
con idéntico significado a como lo hacemos en este momento y en las mismas
circunstancias.
Veamos un ejemplo muy reciente:
Hace unas semanas, el martes 28 de enero de
2003, La Voz de Galicia publicaba, con el titular “Una deuda de 120 años”, una
carta editada por el propio periódico en Noviembre del año 1883. En ella un
lector denunciaba la falta de medios en la seguridad marítima tras el naufragio
del Irish Hull en La Costa de la Muerte. La carta finalizaba así: “Las autoridades se acuerdan de Santa Bárbara cuando
truena y mientras, cuando se ofrece un caso de éstos, hay que
cruzarse de brazos y ser un simple espectador…”. Podría haber sido una carta
también fechada en noviembre, pero del 2002. Su significado semántico sigue
siendo el mismo.
Este ejemplo, nos permite afirmar que hace
120 años, ya se empleaba la frase en sentido figurado, proverbio que sigue
utilizándose hoy en análogas situaciones. Las costas gallegas y sus gentes,
durante el siglo XX, padecieron catorce mareas negras.
Se nos ocurre pensar que, con valores éticos
en crisis, lo de acordarse de Santa
Bárbara cuando truena seguirá diciéndose justificadamente. Pero, en
realidad, nadie recordará ya a la Santa durante las tormentas.
Oración a Santa
Bárbara
Señor, que diste a santa Bárbara una
increíble fortaleza para soportar los mayores ultrajes y tormentos por ser fiel
a Ti, te pedimos que, como ella, nosotros seamos fuertes en la adversidad y
humildes en la prosperidad para alcanzar como ella la eterna bienaventuranza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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