
No es exagerado afirmar que hoy celebramos uno de los santos más populares del Calendario litúrgico. En la edad Media era tenido como uno de los Santos Auxiliares o Protectores de gremios o entidades...
Los críticos historiadores Bolandistas traen cuatro Actas diferentes de su vida y martirio, más o menos críticas. De entre ellas extractamos estos datos biográficos: Nació en Sebaste, Armenia, en la segunda mitad del siglo III. Parece que fue médico y que se entregó a toda clase de ejercicios que le deparaba su profesión para hacer actos de caridad con cuantos se presentaban ante él. Las Actas le presentan adornado de toda clase de virtudes cristianas: Era humilde, caritativo, manso, piadoso, casto, inocente... en una palabra: Santo.

La sede episcopal de Sebaste quedó vacante y la voz común de todos los cristianos fue esta: Nadie mejor para ocupar la sede vacante que Blas por su sabiduría y su santidad de vida. Por ello y muy a pesar suyo hubo de aceptar el nuevo servicio que se le imponía para bien de sus hermanos y la gloria de Dios.
En aquel momento se desencadena una durísima persecución por obra del emperador Diocleciano contra los cristianos. Esta persecución fue durísima, sobre todo, en Sebaste hasta tal punto que fue llamada La ciudad de los mártires. Si así era para los simples cristianos ¿qué suerte esperará el pastor de ellos? Blas recuerda las palabras del Evangelio: "Si os persiguen en una ciudad huid a otra".
Blas sabe que no es prudente enfrentarse abiertamente contra sus enemigos y que debe ayudar a los cristianos de su diócesis y a cuantos pueda llegar con sus palabras a ser fieles al Señor y valientes ante el martirio... Por ello se esconde en un bosque y desde una pobre gruta, no teniendo más compañía que los animales salvajes, que le respetan y ayudan como los más fieles servidores, se dirige a sus feligreses animándoles en su tarea de ser testimonio valiente de Jesucristo...
De cuando en cuando abandona valientemente la gruta y baja hasta la ciudad para animar y consolar a los encarcelados. Las Actas cuentan el caso cuando baja para consolar al mártir San Eustracio, que compra a los carceleros para que le permitan entrar y una vez en la cárcel besa con gran afecto las cadenas de Eustracio y le anima a perseverar en la lucha... Blas le da la Eucaristía. Salta de emoción... y al día siguiente, mientras Blas ha vuelto a su escondite para desde allí gobernar su diócesis, Eustracio sube al patíbulo glorioso del martirio...

Agrícola le dice: "Ya conoces nuestro dilema: O sacrificar o morir". Y Blas valiente: "No os canséis. No hay otro Dios que Jesucristo. El es el Eterno e Inmortal. Los demás son dioses falsos con los que no quiero arder en el Infierno".

Oremos

Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Cobalán
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