"La
Virgen Inmaculada... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial
fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que
se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores
y vencedor del pecado y de la muerte".
(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que
se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores
y vencedor del pecado y de la muerte".
(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
Mucho se ha escrito referente a la Santísima
Virgen y siempre se la ha reconocido como Reina.
La Iglesia la proclama Reina doce
veces: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los
apóstoles, de los confesores, de las vírgenes, de los mártires, de todos los
santos, del Santísimo Rosario, de la paz, concebida sin pecado original y
llevada a los cielos.
La Virgen de Guadalupe tiene el título de
emperatriz. También los santos hablan de ella como Reina: San Atanasio: Si
el Hijo es Rey, la madre debe ser llamada Reina y estimada como tal, opinión
que comparte San Ruperto.
San Bernardino: Por haber dado su
consentimiento para ser Madre del Redentor, mereció ser constituida Reina del
mundo y de todas las criaturas. María es llamada Reina
de Misericordia pues su labor es ejercer la compasión y alcanzar el perdón de
Dios para los hombres.
Pareciera que tiene el encargo de repartir
los tesoros de la misericordia de Dios.
Por ello, el pueblo cristiano, movido de un
certero instinto sobrenatural, siempre reconoció la regia dignidad de la Madre
del "Rey de reyes y Señor de señores". Padre y Doctores, Papas
y teólogos se hicieron eco de ese reconocimiento y la misma halla sublime expresión
en los esplendores del arte y en la elocuente catequesis de la liturgia.
Al ser Madre de Dios, María vióse adornada
por Él con todas las gracias, prescas y títulos más nobles. Fue constituida
Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles. Es tan
Reina poderosa como Madre cariñosa, asociada como se halla en la obra redentora
y a la consiguiente mediación y distribución de las gracias.
Quiere la Iglesia que oigamos la voz de
María pregonando agradecida a Dios los singulares privilegios de que la colmó.
El Evangelio anuncia el Reino de Cristo, de donde fluye también el reinado
universal de María.
Esta fiesta litúrgica fue instituida por Pío
XII, y se celebra ahora en la octava de la Asunción, para manifestar claramente
la conexión que existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. La
piedad del medievo fue la que comenzó en Occidente a saludar con el título de
Reina a la Santísima Virgen Madre de Dios, invocándola con las palabras: Salve,
Reina caelorum; Reina caeli, laetare.
Dios todopoderoso, que nos has dado
como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos
por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los
cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Tí
llamamos los desterrados hijos de Eva; a Tí suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a
nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro múestranos
a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen
María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesuscristo. Amén.
Himno
Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?
De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, que nos has dado como
Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por
su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.
Reina dignísima del mundo, María Virgen
perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor,
Salvador de todos.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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