Fundador de los Escolapios.
Nuestro santo fue sepultado un 26 de agosto del año 1648.
Nació en Aragón, España, en 1556,
hijo del gobernador de la región. Su padre deseaba que
fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron en su niñez lo entusiasmaron
por la vida sacerdotal, y pidió que le dejaran hacer estudios eclesiásticos.
Desde muy pequeño su gran deseo
era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los
demás. Su padre deseaba que José fuera el heredero
administrador de sus muchos bienes y riquezas. Pero en una gravísima
enfermedad, el joven le prometió a Dios que si le concedía la curación, se
dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de las almas. El joven curó de
la enfermedad, y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue
ordenado sacerdote. Ya antes se había graduado de
doctor en la universidad de Alcalá.
Cargos importantes.
Como tenía fama de gran santidad y de mucha sabiduría, el señor obispo le fue
concediendo puestos de mucha responsabilidad. Primero lo envío a una región
montañosa donde la gente era casi salvaje y muy ignorante en religión. Allá,
entre nieves y barrizales y por caminos peligrosos, se propuso visitar familia
por familia para enseñarles la religión y el cambio total.
Renuncia
a todo.
Pero él sentía una voz en su
interior que le decía: "¡Váyase a Roma! ¡Váyase a Roma!" Y en sueños
veía multitudes de niños desamparados que le suplicaban se dedicara a
educarlos. Así que renunciado a sus altos puestos, y repartiendo entre los
pobres las grandes riquezas que había heredado de sus padres, se dirigió a pie
a la Ciudad Eterna.
Educador
de los pobres.
En Roma se hizo socio de una
cofradía que se dedicaba a enseñar catecismo a los niños y se dio cuenta de que
la ignorancia religiosa era total y que no bastaba con enseñar religión los
domingos, sino que era necesario fundar escuelas para que los jovencitos
tuvieran educación e instrucción durante la semana.
En ese tiempo los gobiernos no
tenían ni escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción. Se reunió
con unos sacerdotes amigos y fundó entonces su primera escuela en Roma. Su fin
era instruir en la religión y formar buenos ciudadanos. Pronto tuvieron ya cien
alumnos. Tenían que conseguir profesores y edificio, porque los gobiernos no
costeaban nada de eso. Pronto fueron llegando nuevos colaboradores y los
alumnos fueron ya setecientos.
Más tarde eran ya mil los jóvenes que estudiaban
en las escuelas dirigidas por José y sus amigos.
En sus ratos libres se dedicaban a
socorrer enfermos y necesitados, especialmente cuando llegaban la peste o las
inundaciones. Con su amigo San Camilo eran incansables en
ayudar. A sus institutos educativos les puso por nombre
"Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se
llamaron Escolapios.
Después de un par de años ya había
"Escuelas Pías" en muchos sitios de Italia y en muchos países.
Ahora los padres Escolapios tienen
205 casas en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos. Son
estimadísimos como educadores.
La
persecución.
Recibió el padre Calasanz como
colaborador a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso
hacerle la guerra y quitarle el cargo de Superior General.
Por las calumnias de este hombre y
de varios más, nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la
intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel.
Él repetía: "Me acusan de
cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa". El envidioso logró
a base de calumnias que a San José Calasanz le quitaran el cargo de Superior
General, y después las acusaciones mentirosas llegaron a tal punto que la Santa
Sede determinó acabar con la congregación que el santo había fundado.
San José al escuchar tan triste
noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo
quitó, bendito sea Dios".
Afortunadamente, después se supo
la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió
a ser aprobada y ahora está extendida por todo el
mundo.
El 25 de agosto del año 1648, a la
edad de 92 años pasó este gran apóstol a la eternidad, a recibir el premio de
sus grandes obras apostólicas y de sus muchísimos sufrimientos.
Oración.
Dios nuestro, que adornaste a san
José de Calasanz con una gran caridad y abnegación, para que entregara su vida
a la enseñanza y educación de la juventud y la niñez, concédenos que, así como
veneramos en él a un maestro de sabiduría, así también imitemos su
total entrega al servicio de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.
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