Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), una de las fiestas de la Iglesia Católica más importantes, está destinada a celebrar la Eucaristía instaurada por Jesús el Jueves Santo en la Última Cena, y se lleva a cabo 60 días después del Domingo de Pascua.
La iglesia Católica tiene tradicionalmente varias actividades para la celebración de este día, pero una de las más importantes es que hay una procesión en la que la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia, y su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento.
“Tu cuerpo es un templo y por lo tanto cuídalo”, dice un texto de la Biblia de ahí que esta celebración se caracteriza por el sosiego, así como el consumo de alimentos sanos y nutritivos como las frutas, verduras, legumbres, además de un surtido de golosinas caseras más conocidas como rosquetes y otros.
Origen
La solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Dos eventos contribuyeron a la institución de la fiesta: las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y El milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto.
Visiones de Santa Juliana
Se cuenta que en Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la necesidad de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía.
Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra; interpretó que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la luz del Sol: Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una celebración litúrgica para la Eucaristía.
Juliana, también conocida como Juliana de Lieja, presentó petición a las autoridades eclesiásticas, hasta que el Obispo de Lieja Roberto de Theorette en 1246 celebró el primer Corpus.
Más adelante, el Papa Urbano IV instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica Universal, fijándola el Jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad.
Milagro de Bolsena
Se cuenta que en 1264, el Padre Pedro de Praga, Bohemia, dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía.
Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte.
De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa, ya que cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.
La noticia del prodigio llegó pronto al Papa Urbano IV, que se encontraba en Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.
El Papa Urbano IV encargó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos e himnos para celebrar a Cristo Eucaristía.
Entre los que compuso está la sublime secuencia “Lauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.
En 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aún se encuentra la sagrada reliquia.
EL AÑO 1264
El obispo Urbano IV instituyó la festividad del Corpus Christi con el objetivo de reafirmar la verdad primera, real y sustantiva del cuerpo y sangre de Cristo que está presente en la eucaristía.
Celebración del Santo Padre
La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice ha informado que hoy, el jueves 3 de junio, Solemnidad del Corpus Christi, el Papa Benedicto XVI celebrará la Santa Misa a las 7:00 p.m. en la explanada de la Basílica de San Juan de Letrán.
El Santo Padre también presidirá la tradicional procesión eucarística que, tras recorrer la Via Merulana, llegará hasta la Basílica de Santa María la Mayor.
En la procesión del Corpus Christi, acompañamos al Resucitado en su camino por el mundo entero. Precisamente al hacer esto respondemos también a su mandato: "Tomad, comed... Bebed de ella todos" (Mt 26, 26 s).
No se puede "comer" al Resucitado, presente en la figura del pan, como un simple pedazo de pan. Comer este pan es comulgar, es entrar en comunión con la persona del Señor vivo.
Esta comunión, este acto de "comer", es realmente un encuentro entre dos personas, es dejarse penetrar por la vida de Aquel que es el Señor, de Aquel que es mi Creador y Redentor.
La finalidad de esta comunión, de este comer, es la asimilación de mi vida a la suya, mi transformación y configuración con Aquel que es amor vivo.
Por eso, esta comunión implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo, de seguir a Aquel que va delante de nosotros.
Por tanto, adoración y procesión forman parte de un único gesto de comunión; responden a su mandato: "Tomad y comed".
Nuestra procesión termina ante la basílica de Santa María la Mayor, en el encuentro con la Virgen, llamada por el amado Papa Juan Pablo II "Mujer eucarística".
En verdad, María, la Madre del Señor, nos enseña lo que significa entrar en comunión con Cristo: María dio su carne, su sangre a Jesús y se convirtió en tienda viva del Verbo, dejándose penetrar en el cuerpo y en el espíritu por su presencia.
Pidámosle a ella, nuestra santa Madre, que nos ayude a abrir cada vez más todo nuestro ser a la presencia de Cristo; que nos ayude a seguirlo fielmente, día a día, por los caminos de nuestra vida.
Amén
Fuentes:
Eclessia.com
Los Tiempos.com
homiletica.com
Ángel Corbalán
Redacción Blog Parroquia San garcia Abad
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