viernes, 17 de septiembre de 2010

No podéis servir a Dios y al dinero.!!!!!!! (Evangelio dominical)

La parábola de este domingo es bastante sorprendente. Jesús le da la vuelta a una situación paradójica para enseñarnos algo fundamental: que los bienes de este mundo o los utilizamos para crear lazos de fraternidad o son perfectamente inútiles. Pero para llegar a esa conclusión va por un camino del que cuesta entender bien las curvas y vericuetos. La mayoría de nosotros diría de entrada que no se puede alabar a ese administrador, que es un administrador “injusto” –de hecho así se ha denominado tradicionalmente la parábola: “del administrador injusto”– y que su comportamiento es reprobable.

En nuestros días merecería que le metiesen en la cárcel, le juzgasen y le condenasen a devolver el dinero a su dueño y a pasar unos cuantos años entre rejas.

Lo del dinero no es asunto de poca importancia en nuestro mundo. Tenemos perfectamente claro quién es el dueño y propietario.
Siempre hay papeles que lo atestiguan. Nadie se debe apropiar de lo que no es suyo... según los papeles.
Porque a veces la realidad es otra. A veces no son los mismos los derechos escritos que los derechos de verdad. Cuando Kenia, en África, pasó a formar parte del Imperio Británico, la corona determinó que todas aquellas tierras eran de su propiedad. Y así se puso por escrito. Pero se “olvidó” de que en aquellas tierras había pueblos, personas, familias, que llevaban viviendo en ellas durante siglos.

El único problema es que nunca habían hecho “papeles”. Aquello fue un robo manifiesto. Fue lo que desgraciadamente ha sido y es la historia humana: la historia del poder del más fuerte que se aprovecha de los más débiles, de los pequeños.

Así fue aquel Imperio y todos los demás imperios que en la historia ha habido.



LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.
El administrador se puso a echar sus cálculos:
¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo?
Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: Cien barriles de aceite. Él le dijo: Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.
Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes" Él contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu recibo, escribe ochenta. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

-- Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo.
No podéis servir a Dios y al dinero.

Palabra del Señor


COMENTARIO.

"La codicia es un saco sin fondo"
Las lecturas de este domingo XXV del tiempo ordinario nos ponen delante el tema del dinero y las riquezas. ¿Es malo tener cosas, tener dinero?, ¿Los ricos son malos? ¿No dice la segunda lectura que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad?, ¿Por qué condenar entonces las riquezas y a los ricos?
El mensaje del evangelio es difícil de entender y de vivir en una sociedad como la nuestra en la que manda la economía, por encima de las ideas políticas parece que siempre hay motivos económicos. "Respiramos este ambiente" y llevamos en la médula que lo más importante es el dinero.

¿Por qué el evangelio condena la riqueza y a los ricos: "Ay de vosotros los ricos porque ya tenéis vuestro consuelo"? (dice Lucas en sus malaventuranzas).

Está claro que se condena la riqueza injusta que se tapa con gestos religiosos, como dice la primera lectura: "¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano? Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo".

Pero, ¿y la riqueza heredada o ganada con el propio esfuerzo? ¿Por qué no se puede servir a Dios y al dinero?

Todos tenemos cierta inseguridad que procuramos tapar teniendo cosas. Los bienes de algún modo cubren esa inseguridad. Fijaos en una persona mayor que piensa que no va a tener para vivir, como aumenta esa inseguridad. Pues bien, la riqueza, el dinero, desencadena un mecanismo en la fantasía pensando que en los bienes vamos a encontrar esa seguridad, pensamos que cuanto más tengamos más seguros vamos a vivir; pero resulta que la codicia es un saco sin fondo que nunca se llena. Siguiendo este mecanismo fantasioso de pensar que vamos a encontrar esa seguridad en las riquezas, conduce a la autosuficiencia, a no necesitar de Dios ni de los demás. Por esto es por lo que se condena la riqueza y a los ricos en el evangelio, porque creen que con su riqueza ya no necesitan a Dios.

Frente a los ricos, Dios ensalza a los pobres. Repetimos en el salmo responsorial: "Alabad al Señor, que ensalza al pobre", porque el pobre vive necesitado de los demás y de Dios. Puede encontrar la seguridad que busca en Dios y no en las riquezas.

Frente a servir al dinero, Jesús pone el servir a Dios; es decir, en vivir, no desde los valores de un mundo capitalista que crea paro, pobreza y marginación, sino desde los valores de Dios, del evangelio: desde la solidaridad, la fraternidad, la justicia,...

Mención especial hay que hacer de la parábola del administrador infiel (que en el evangelio de este domingo se puede leer o no, según cada comunidad). El administrador infiel del evangelio es denunciado por derrochador; es decir gastaba de más y sin necesidad. Era mal administrador, pero sin hacer desfalcos, robos, apropiaciones indebidas... Viendo su despido, decide rebajar la deuda de los deudores de su amo, para luego ser recibido por ellos, y su amo felicita su astucia. La astucia no es robar a su amo, sino que el administrador cobraba con un tanto por ciento, que le correspondía como salario; por tanto lo que rebaja de la deuda es lo que le corresponde a él mismo. Esta parábola no alaba ninguna inmoralidad, ni ningún mal proceder con buena intención. No está permitido hacer un mal para conseguir un bien.

¿Dónde buscamos la felicidad en Dios o en el dinero? ¿Dónde la encontramos en Dios o en el dinero? Quizá tenemos experiencia de buscar la felicidad en muchas cosas, pero, probablemente, sólo tengamos la seguridad de encontrarla en Dios.

¡Que el Señor nos haga pobres necesitados de Dios y de los demás y nos haga vivir desde sus valores!



Amén.












Fuentes:
Fernando Torres Pérez
Pedro Crespo Arias


Ángel Corbalán

Blog Parroquial San García Abad.

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