¿Como un padre que no se guarda para sí su herencia, que respeta totalmente el comportamiento de sus hijos, que no anda obsesionado por su moralidad y que, rompiendo las reglas convencionales de lo justo y correcto, busca para ellos una vida digna y dichosa?
¿Será esta la mejor metáfora de Dios: un padre acogiendo con los brazos abiertos a los que andan «perdidos» fuera de casa, y suplicando a cuantos lo contemplan y le escuchan que acojan con compasión a todos?
La parábola significa una verdadera «revolución» .
¿Será esto el reino de Dios?
¿Un Padre que mira a sus criaturas con amor increíble y busca conducir la historia humana hacia una fiesta final donde se celebre la vida, el perdón y la liberación definitiva de todo lo que esclaviza y degrada al ser humano? .
Jesús habla de un banquete espléndido para todos, habla de música y de danzas, de hombres perdidos que desatan la ternura de su padre, de hermanos llamados a perdonarse
¿Será esta la buena noticia de Dios?
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido."
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?
y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
" El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos.
Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre.
Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
Palabra del Señor
COMENTARIO.
"Es tu distancia, estando cerca, la que más duele"
Es tu distancia, estando cerca, la que más duele. Creo recordar a José Luis Perales cantado esta canción. En el contexto de una relación de pareja, en la que se ha instalado la rutina, quizá la infidelidad, donde el amor primero se va apagando... aunque se sigue compartiendo casa, cama y mesa... esta frase, en el mejor de los casos, es un lamento que constata dicha situación de una distancia casi insalvable.
Imaginar al Padre de la parábola dirigiendo esta frase al Hijo Mayor. Todo depende del tono empleado. Pensar, por ejemplo, que el Padre, para no desvirtuar su ser Misericordioso, lo dice en tono de súplica, mostrando el dolor de ese vacío: "Es tu distancia, estando cerca, la que más duele".
"El Padre salió...": Es la actitud que más destacan el conjunto de las parábolas. Sale a esperar al hijo pródigo, sale a buscar la oveja perdida (hoy había que decir que son 80 las que se han perdido), también "sale" a persuadir al hijo mayor. "Hijo mío, tú estás siempre conmigo...", pero siempre has guardado las distancias..., no te dejas abrazar..., no quieres que te perdone (piensas que no hay nada que perdonar)..., cumples con todo muy bien, pero nuestra relación es más bien tibia..., se ha enfriado el amor primero..., no te dejas transformar..., estás lleno de rutinas sin vida ni pasión..., todo por la costumbre, por la presión social..., ¿es que no te seduce mi amor?, ¿no te desarma mi misericordia?... Si, al menos, hubieses tenido valor para marcharte lejos... "El Padre intentaba persuadirlo, pero él se indignó y se negaba a entrar".
¡Cómo me gustaría que la parábola terminase de otra forma! El pueblo de Israel, representado en este hijo, se cierra a Dios ante la entrada de otros que vienen de lejos. ¿No estará pasando hoy algo parecido en nuestra sociedad, tradicionalmente católica? ¡Católicos, pero guardando las distancias con respecto a Dios y a su Iglesia!
No me olvido que hay cristianos que estarán viviendo el proceso del Hijo Pródigo: Abandonando la casa paterna, perdiéndose en el derroche de la propia vida, con nostalgia del hogar y de los brazos del Padre, tomando la grata decisión del volver... Ni de los cristianos que han descubierto que ellos están llamados a ser "Padres Misericordiosos", manifestadores del amor y del perdón de Dios, descubridores del sufrimiento que produce el amor gratuito que no quiere ser aceptado... Me centro a propósito en el Hijo Mayor, pues creo que es el que representa a la mayoría de los cristianos actualmente.
"Es tu distancia, estando cerca, la que más duele". Del cien por cien de católicos (¿el 90 % de la población española?), un 70% se acercan a la iglesia para pedir sacramentos en momentos puntuales de su vida: Bautismo, primera Eucaristía (Si Pío X viera a lo que ha quedado reducida su idea de la primera comunión a los niños), también la Confirmación, las Bodas, las Exequias de familiares... ¡Dios mío!, es que ni saben cómo ponerse, ni qué contestar, algunos ni saben seguir el Padre Nuestro (eso sí a la última de vestidos, de maquillajes, cámaras de fotos y vídeos...) viven al margen de todo esto, sin situarse frente a la Iglesia, menos frente a Dios, pero con la falta de una decisión clara, personal, comprometida, por Dios, por su mensaje, por sus criterios, por su Iglesia. Y lo peor de todo es que no ven ninguna distancia con respecto a Dios, porque creen que la religión son las sensaciones, los sentimientos que ellos tienen. El Padre invitándoles a la fiesta y ellos "se la montan" por su cuenta.
"Es tu distancia, estando cerca, la que más duele". Aproximadamente un 40% (aquí en Daimiel) está apuntado a alguna hermandad o cofradía. Apuntado quiere decir lo que dice la palabra; es decir, no significa necesariamente que participe de su espíritu (el que reflejan sus estatutos, por ejemplo). A veces, desgraciadamente, se sitúan en su cofradía frente a la Iglesia, marcando las distancias. Olvidan que sin la Iglesia no se puede estar cerca de Dios. Recuerdo que en una reunión arciprestal, hablando de los "alejados", dijo un sacerdote (¡con mucha lucidez!) que, hoy, los alejados, están en las hermandades y cofradías. Bajo los mantos de la tradición, han hecho costumbre la relación con Dios, pero carecen de la verdadera pasión que vitaliza y transforma la vida desde los criterios del Evangelio. El Padre invitándoles a la fiesta y ellos "se la montan" por su cuenta, con banda de música y todo.
"Es tu distancia, estando cerca, la que más duele". Cerca del 20% nos declaramos "practicantes", pues venimos normalmente a la Eucaristía dominical. Pero también guardamos las distancias con respecto a Dios: que no me comprometa mucho, que no me exija demasiado, que no cambie mis comodidades, que no me pidan cambiar de modo de pensar, que no me saquen de mi rutina... Y, mientras tanto, lo brazos del Padre invitando a la fiesta y abiertos para el abrazo.
¡Un mundo por descubrir!
Fuentes
Pedro Crespo Arias
José A. Pagola
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San García Abad
Padre Ángel, yo me siento identificada con varios de los grupos que mencionas en el comentario a la lectura. He estado varios años comprometida en una parroquia realizando diversas actividades. Pero tuve que marcharme porque el grupo en el que estaba no era bien aceptado allí por tener iniciativas propias. Luego pasé por el 70% de los que sólo van a la Iglesia a celebraciones importantes. Después estuve en el grupo que los curas llamáis "los alejados" y estaba en una cofradía en la que no participé mucho, en parte, porque el Director Espiritual no aceptaba ninguna iniciativa que no fuera integrarse en la Comunidad parroquial. Ahora me estoy planteando acercarme más a las misas y pasar así al último grupo, "el de los que no se comprometen", pero la verdad es que en estos tiempos no es fácil compaginar el trabajo, la pareja, los hijos y el tiempo libre con las actividades parroquiales. Supongo que nunca debí alejarme, a pesar de las dificultades, pero sí me hubiera ayudado tener un "pastor" cerca que hubiera estado pendiente de sus ovejas.
ResponderEliminarHola Maria Jesús, grácias por dar tu comentario.
ResponderEliminarAsi es.......... "La mies es mucha y los obreros pocos.".
Con la oración, hablamos con Dios y poco a poco encontramos el camino a seguir.
Que Dios te bendiga!