Nació el 15 de
enero del año 1811 en Castelnuovo Don Bosco, que entonces se llamaba
Castelnuovo d'Asti. Cristalizó su deseo de consagrarse a Dios en los
principios del verano de 1827. Hizo los estudios filosóficos y
teológicos preparatorios al sacerdocio que se le confirió el 21 de
septiembre de 1833. Las corrientes que mandaban la moda en aquellos
momentos estaban inficionadas de jansenismo y regalismo con vientos que
dificultaban fuertemente la marcha de la Iglesia.
La piedad, como expresión de la fe,
estaba sofocada por un excesivo rigorismo que señalaba tanto la
distancia entre el Creador y la criatura que dificultaba la expresión
genuina de la relación con Dios visto como Padre bueno; por ello, la
relación amorosa y confiada a la que debe llevar la verdadera piedad
permanecía oculta por la rigidez estéril y el temor nocivo a Dios
observado como justiciero, lejano y extraño. Enmarcado en estas formas
de pensamiento y de actitudes prácticas comienza el ejercicio del
ministerio sacerdotal José Cafasso.
Renuncia a la «carrera» de los
eclesiásticos, desperdiciando voluntariamente las posibilidades de subir
que tuvo desde el principio por su buen cartel. Se instala, con la
intención de mejorar su formación sacerdotal, en el "Convitto" de San
Francisco de Asís, en Turín, que habían fundado en el 1817 Pío Brunone y
Luis María Fortunato. Frente a la práctica religiosa antipática y a
la pastoral sacramental rigorista imperante en su época, allí se
entresacan los filones de la vida espiritual católica de todos los
tiempos.
Con trazos seguros y vivos se enseña,
recuerda y habla del fin de esta vida, del valor del tiempo, de la
salvación del alma y de la lucha contra el pecado; con naturalidad se
tratan las verdades eternas, la frecuencia de los sacramentos, el
despego del mundo... Todo ello en clima de cordialidad, de sano
optimismo y de confianza en la bondad de Dios manifestado en Cristo; por
eso, se adivina que la religión ha de ser el continuo ejercicio de amor
para acercarse al Dios lleno de infinita bondad y misericordia de quien
debe esperarse siempre todo el perdón. Con formas nuevas, la piedad
resulta agradable y fuente de permanente alegría cristiana. Así se da
sentido al cuidado de las cosas pequeñas y en la misma mortificación
corporal se descubre el verdadero sentido interior que encierra en
cuanto que la renuncia al gusto no es más que liberación del amor y
unión más perfecta con Dios.
Hay que resaltar la influencia que
José Cafasso ejerció en san Juan Bosco, algo más pequeño que él, cuando
José era un joven y Juan un niño y cuando, más tarde, le facilita fondos
económicos para ayudarle en la obra evangelizadora que comenzaba para
el bien profesional y cristiano de la juventud. No se puede dejar de
mencionar ni por olvido que en la tierra tuvo tres amores: Jesús
Sacramentado, María Santísima y el Papa. Falleció un sábado 23 de
junio de 1860, a la edad de sólo 49 años.
Su oración fúnebre la hizo su
discípulo preferido: San Juan Bosco. Antes de morir escribió esta
estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al
morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Fue canonizado por
el Papa Pío XII en 1947. Encontró a Dios y le sirvió en el
cumplimiento ordinario del ministerio sacerdotal, viviendo fielmente a
diario -y esto es lo heroico- su entrega.
Oremos
Tú,
Señor, que concediste a San José Cafasso un conocimiento profundo de la
sabiduría divina, concédenos, por su intercesión, ser siempre fieles a
tu palabra y llevarla a la práctica en nuestra vida. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
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