El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión.
La difusión del ejercicio del Vía crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana. Pero no fue San Francisco quien lo instituyó tal como lo conocemos, si bien el Pobrecillo de Asís acentuó y desarrolló grandemente la devoción a la humanidad de Cristo y en particular a los misterios de Belén y del Calvario, que culminaron en su experiencia mística en la estigmatización del Alverna; más aún, San Francisco compuso un Oficio de la Pasión de marcado carácter bíblico, que es como un «vía crucis franciscano», y que rezaba a diario, enmarcando cada hora en una antífona dedicada a la Virgen. En todo caso, fue la Orden francisana la que, fiel al espíritu de su fundador, propagó esta devoción, tarea en la que destacó especialmente San Leonardo de Porto Maurizio.
El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade una decimaquinta, dedicada a la resurrección de Cristo. En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradición cristiana, que propone a la meditación y contemplación uno de los momentos importantes de la Pasión de Jesús. Puede seguirle la exposición del acontecimiento propuesto o la predicación sobre el mismo, así como la meditación silenciosa. Ese núcleo central suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales. En la práctica comunitaria del Vía crucis, al principio y al final, y mientas se va de una estación a otra, suelen introducirse cantos adecuados.
Aquí ofrecemos el Vía crucis con textos e imágenes que ayuden a meditar y contemplar «los excesos del amor de Cristo». Los fieles y las comunidades sabrán escoger lo que les sea más útil en sus circunstancias y lo que mejor les ayude a seguir a Cristo, acompañando a María y acompañados de ella.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
V. Te adoramos, Cristo y te bendecimos
R. Que por Tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador
Nuestro tormento es el silencio de Dios, es nuestra prueba. Pero es también la purificación de nuestra prisa, es la cura de nuestro deseo de venganza.
El silencio de Dios es la tierra donde muere nuestro orgullo y brota la verdadera fe, la fe humilde, la fe que no hace preguntas a Dios, sino que se entrega a él con la confianza de un niño.
ORACIÓN Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26
Cronista: Pilato les preguntó: « ¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?». Contestaron todos: « ¡Que lo crucifiquen!» Pilato insistió: «pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: ¡que lo crucifiquen!» Entonces le soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
MEDITACIÓN
Conocemos bien esta escena de condena: ¡Es la crónica de todos los días. Pero nos quema en el alma una pregunta: ¿por qué es posible condenar a Dios? ¿Por qué Dios, que es Omnipotente, se presenta revestido de debilidad? ¿Por qué Dios se deja avasallar por el orgullo y la prepotencia de la arrogancia humana? ¿Por qué Dios calla?
Señor, ¡qué fácil es condenar! Qué fácil es tirar piedras: las piedras del juicio y la calumnia, las piedras de la indiferencia y del abandono.
Señor, tú has decidido ponerte de parte de los vencidos, de parte de los humillados y condenados [Mt 25, 31-46].Ayúdanos a no convertirnos jamás en verdugos de los hermanos indefensos, ayúdanos a tomar posturas valientes para defender a los débiles, ayúdanos a rechazar el agua de Pilato porque no limpia las manos, sino que las mancha de sangre inocente.
TODOS: PADRE NUESTRO...
SEGUNDA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo y te bendecimos
R. Que por Tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí pecador
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31
C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: « ¡Salve, Rey de los judíos!».Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
MEDITACIÓN
En la pasión de Cristo se ha desencadenado el odio, nuestro odio, el odio de toda la humanidad [Lc 22, 53].En la pasión de Cristo, nuestra maldad ha reaccionado ante la bondad, se ha desatado con irritación nuestro orgullo ante la humildad, nuestra corrupción se ha resentido ante la limpidez esplendorosa de Dios.
Y así, ¡nosotros mismos... nos hemos convertido en la cruz de Dios! Nosotros, neciamente rebeldes,
nosotros, con nuestros absurdos pecados, hemos construido la cruz de nuestra inquietud y de nuestra infelicidad: hemos fabricado nuestro castigo.
Pero Dios toma la cruz sobre sus hombros, nuestra cruz, y nos desafía con el poder de su amor.
¡Dios toma la cruz! Misterio insondable de bondad. Misterio de humildad que nos avergüenza de ser todavía orgullosos.
ORACIÓN
Señor Jesús, Tú has entrado en la historia humana y has visto que te era hostil [Jn 1. 10-11], rebelde a Dios, enloquecida a causa de la soberbia, que hace creer al hombre que tiene una estatura tan grande... como su propia sombra.
Señor Jesús, Tú no nos has avasallado, sino que te has dejado doblegar por nosotros, por mí, por cada uno.
Cúrame, Jesús, con tu paciencia, sáname con tu humildad, devuélveme a la estatura de criatura:
mi estatura de pequeño... infinitamente amado por ti.
TODOS: PADRE NUESTRO...
TERCERA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso,
herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
MEDITACIÓN
Según el modo de pensar humano, Dios no puede caer... y sin embargo cae. ¿Por qué? No puede ser un signo de debilidad, sino sólo un signo de amor: un mensaje de amor por nosotros.
Al caer bajo el peso de la cruz, Jesús nos recuerda que el pecado pesa, el pecado abate y destruye
el pecado castiga y hace daño: por esto el pecado es un mal [Jr 2,5; 2.19; 5,25].
Pero Dios nos ama y quiere nuestro bien; y el amor lo impulsa a gritar a los sordos, a nosotros que no queremos oír: «Salid del pecado, porque os hace daño. Os quita la paz y la alegría; os aparta de la vida y hace que dentro de vosotros se seque la fuente de la libertad y de la dignidad» ¡Salid! ¡Salid!
ORACIÓN
Señor, hemos perdido el sentido del pecado. Hoy se está difundiendo con engañosa propaganda
una enloquecida apología del mal, un absurdo culto a Satanás, un deseo loco de trasgresión,
una falaz e inconsistente libertad que exalta el capricho, el vicio y el egoísmo, presentándolos como conquistas de civilización.
Señor Jesús, ábrenos los ojos: haz que veamos el fango y reconozcamos lo que es,para que una lágrima de arrepentimiento nos vuelva a dar la pulcritud y el espacio de una verdadera libertad.
¡Ábrenos los ojos, Señor Jesús!
TODOS. PADRE NUESTRO...
CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».. Bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
MEDITACIÓN
Toda madre es transparencia del amor, es hogar de ternura, es fidelidad que no abandona,
porque una verdadera madre ama incluso cuando no es amada.
¡María es la Madre! En ella, la feminidad no tiene sombras, y el amor no está contaminado por rebrotes de egoísmo que aprisionan y bloquean el corazón.
María es la Madre. Su corazón permanece fielmente junto al corazón del Hijo y sufre y lleva la cruz,
y siente en la propia carne todas las llagas de la carne del Hijo.
María es la Madre, y sigue siendo Madre: para nosotros, por siempre.
ORACIÓN
Señor Jesús, todos necesitamos a la Madre. Tenemos necesidad de un amor que sea auténtico y fiel.
Necesitamos un amor que nunca vacile, un amor que sea refugio seguro para los momentos de miedo,
de dolor y de prueba.
Señor Jesús, tenemos necesidad de mujeres, de esposas, de madres, que devuelvan a los hombres
el rostro hermoso de la humanidad.
Señor Jesús, tenemos necesidad de María: la mujer, la esposa, la madre que no deforma ni reniega jamás el amor.
Señor Jesús, te pedimos por todas las mujeres del mundo.
Todos: PADRE NUESTRO...
QUINTA ESTACIÓN
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».
MEDITACIÓN
Simón de Cirene, tú eres un insignificante y pobre labrador desconocido, del que no hablan los libros de historia. Y, no obstante, ¡tú haces la historia!
Has escrito uno de los capítulos más hermosos de la historia de la humanidad: tú llevas la cruz de otro, levantas el madero del patíbulo e impides que aplaste a la víctima.
Tú nos devuelves la dignidad a todos nosotros recordándonos que somos nosotros mismos sólo cuando no pensamos en nosotros mismos [Lc 9, 24].
Tú nos recuerdas que Cristo nos espera en el camino, en el rellano, en el hospital, en la cárcel...
en las periferias de nuestras ciudades.¡Cristo nos espera...! [Mt 25, 40]
¿Lo reconoceremos? ¿Lo asistiremos? ¿O moriremos en nuestro egoísmo?
ORACIÓN
Señor Jesús, se está apagando el amor y el mundo se convierte en un lugar frío, inhóspito, inhabitable. Rompe las cadenas que nos impiden correr hacia los demás. Ayúdanos a encontrarnos con nosotros mismos en la caridad.
Señor Jesús, el bienestar nos está deshumanizando, la diversión se ha convertido en una alienación, una droga: y la publicidad monótona de esta sociedad es una invitación a morir en el egoísmo.
Señor Jesús, reaviva en nosotros la llama de humanidad que Dios nos puso en el corazón al inicio de la creación. Líbranos de la decadencia del egoísmo y recuperaremos de inmediato la alegría de vivir
y las ganas de cantar.
Todos: PADRE NUESTRO...
SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos..
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo..
Lectura del libro del profeta Isaías 53, 2-3
No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente ,despreciado y evitado por los hombres,
como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros.
Lectura del libro de los Salmos 41, 2-3
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
MEDITACIÓN
El rostro de Jesús está empapado de sudor, regado de sangre, cubierto de salivazos insolentes.
¿Quién tendrá valor para acercarse?
¡Una mujer! Una mujer se adelanta, manteniendo encendida la lámpara de la humanidad ... y enjuga el Rostro: ¡y descubre el Rostro¡
¡Cuántas personas sin rostro hay hoy! Cuántas personas se ven desplazadas al margen de la vida,
en el exilio del abandono, en la indiferencia que mata a los indiferentes.
En efecto, sólo está vivo quien arde de amor y se inclina sobre Cristo que sufre y que espera en quien sufre, también hoy. ¡Sí, hoy! Porque mañana será demasiado tarde [Mt 25, 11-13].
ORACIÓN
Señor Jesús, bastaría un paso y el mundo podría cambiar. Bastaría un paso y podría volver la paz en la familia; bastaría un paso y el mendigo ya no estaría solo; bastaría un paso y el enfermo sentiría una mano que le estrecha su mano,... para que ambos se sanen.
Bastaría un paso y los pobres podrían sentarse a la mesa alejando la tristeza de la mesa de los egoístas que, solos, no pueden hacer fiesta.
Señor Jesús, ¡bastaría un paso! Ayúdanos a darlo, porque en el mundo se están agotando todas las reservas de la alegría. Señor, ¡ayúdanos!
Todos: Padre nuestro...
SÉPTIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos..
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo..
Lectura del profeta Jeremías 12, 1
Tú llevas la razón, Señor, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malvados, y son felices todos los perversos?
Lectura del libro de los Salmos 36, 1-2.10-11
No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.
Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.
MEDITACIÓN
Nuestra arrogancia, nuestra violencia, nuestras injusticias pesan sobre el cuerpo de Cristo.
Pesan... y Cristo cae de nuevo para darnos a conocer el peso insoportable de nuestro pecado.
¿Pero, qué es lo que hiere hoy de modo particular el cuerpo santo de Cristo?
Ciertamente, una dolorosa pasión de Dios es la agresión en lo que se refiere a la familia. Parece que hoy se esté dando una especie de anti-Génesis, un anti-designio, un orgullo diabólico que piensa en aniquilar la familia. El hombre quisiera reinventar la humanidad modificando la gramática misma de la vida tal como Dios la ha pensado y querido [Gn 1, 27; 2, 24].
Pero ponerse en el lugar de Dios sin ser Dios es la arrogancia más insensata, la más peligrosa de las aventuras.
Que la caída de Cristo nos abra los ojos y nos permita ver el rostro hermoso, el rostro auténtico y santo de la familia. El rostro de la familia, de la cual todos tenemos necesidad.
ORACIÓN
Señor Jesús, la familia es un sueño de Dios confiado a la humanidad; la familia es un destello de Cielo
compartido con la humanidad; es la cuna en que hemos nacido y donde renacemos continuamente en el amor.
Señor Jesús, entra en nuestras casas y entona el canto de la vida.
Reaviva la llama del amor y haznos sentir la belleza de estar unidos unos a otros en un abrazo de vida: a vida alimentada por el aliento mismo de Dios, el aliento de Dios-Amor.
Señor Jesús, salva a la familia, ¡para salvar la vida!
Señor Jesús, salva la mía,¡nuestra familia!
Todos: Padre nuestro...
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos..
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo..
Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 27-29.31
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado...”. Porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»
MEDITACIÓN
El llanto de las madres de Jerusalén inunda de piedad el camino del Condenado, mitiga la ferocidad de una ejecución capital y nos recuerda que todos somos hijos: hijos nacidos del abrazo de una madre.
Pero el llanto de las madres de Jerusalén es sólo una pequeña gota en el mar de lágrimas derramadas por las madres: madres de crucificados, madres de asesinos, madres de drogadictos, madres de terroristas, madres de violadores, madres de dementes: ¡... pero siempre madres!
Pero el llanto no basta. El llanto debe rebosar en amor que educa, en fortaleza que guía, en severidad que corrige, en diálogo que construye, en presencia que habla.
El llanto ha de impedir otros llantos.
ORACIÓN
Señor Jesús, tú conoces el llanto de las madres, en cada casa, tú ves el recóndito lugar del dolor,
tú sientes el gemido silencioso de tantas madres heridas por los hijos: ¡heridas hasta morir..., siguiendo vivas!
Señor Jesús, tú deshaces los grumos de dureza que impiden la circulación del amor en las arterias de nuestras familias. Haz que nos sintamos hijos una vez más, para dar a nuestras madres –en la tierra o en el cielo- el orgullo de habernos engendrado y la alegría de poder bendecir el día en que nacimos.
Señor Jesús, enjuga las lágrimas de las madres, para que vuelva la sonrisa en el rostro de los hijos,
en el rostro de todos.
Todos: Padre nuestro...
NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos..
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo..
Lectura del profeta Habacuc 1, 12-13; 2, 2-3
¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal, no pueden contemplar la opresión. ¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente?
«Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acercará su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse».
MEDITACIÓN
Pascal ha hecho notar con agudeza:
«Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo; no hay que dormirse durante este tiempo» [B. Pascal, Pesées, 553 (ed. Brunschvicg)].
Más, ¿dónde agoniza Jesús en este tiempo? La división del mundo en zonas de bienestar y en zonas de miseria... es la agonía de Cristo hoy.
En efecto, en el mundo hay como dos salas: en una se derrocha en otra se perece; en una se muere de abundancia y en la otra se muere de indigencia; en una se tiene miedo de la obesidad y en la otra se implora la caridad.
¿Por qué no abrimos una puerta? ¿Por qué no formamos una mesa sola?¿Por qué no entendemos que los pobres son la cura de los ricos?¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué somos tan ciegos?
ORACIÓN
Señor Jesús, Tú has llamado necio al hombre que vive para acumular [Lc 12, 20].
Sí, es necio quien cree poseer alguna cosa, porque sólo uno es el Propietario del mundo.
Señor Jesús, el mundo es tuyo, solamente tuyo. Y Tú se lo has dado a todos para que la tierra sea una casa en la que todos coman todos y a todos cobije.
Acumular, pues, es robar si el amontonar inútil impide a otros vivir.
Señor Jesús, haz que termine el escándalo que divide el mundo en palacetes y barracas.
Señor, ¡edúcanos en la fraternidad!
Todos: Padre nuestro...
DÉCIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Juan. 19, 23-24
Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado. Y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quien le toca».
Así se cumplió la escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica».
MEDITACIÓN
Los soldados quitan a Jesús la túnica con la violencia de los ladrones e intentan quitarle también
el pudor y la dignidad.
Pero Jesús es el pudor, Jesús es la dignidad del hombre y de su cuerpo.
Y el cuerpo humillado de Cristo se convierte en denuncia de todas las humillaciones del cuerpo humano, creado por Dios como rostro del alma y lenguaje para expresar el amor.
Más hoy se vende y se compra frecuentemente el cuerpo en las calles de las ciudades, por las calles de la televisión, en las casas convertidas en calle.
¿Cuándo entenderemos que estamos matando el amor? ¿Cuándo entenderemos que, sin pureza,
el cuerpo no vive ni puede generar la vida?
ORACIÓN
Señor Jesús, sobre la pureza se ha impuesto ladinamente un silencio general: un silencio impuro.
Se ha difundido incluso la convicción –totalmente embustera- de que la pureza es enemiga del amor.
Es verdad todo lo contrario, Señor. La pureza es la condición indispensable para poder amar: para amar de verdad, para amar fielmente.
Además, Señor, si uno no es dueño de sí mismo, ¿cómo puede entregarse al otro?
Sólo quien es puro puede amar. Sólo quien es puro puede amar sin deshonrar.
Señor Jesús, por el poder de tu sangre derramada por amor danos un corazón puro para que renazca el amor en el mundo, el amor del que todos sentimos tanta nostalgia.
Todos: Padre nuestro...
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús clavado en la cruz
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Mateo. 27, 35-42
Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos».
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz».
Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos».
MEDITACIÓN
Aquellas manos que habían bendecido a todos ahora están clavadas en la cruz, aquellos pies que habían caminado tanto para sembrar esperanza y amor, ahora están clavados al patíbulo.
¿Por qué, Señor?¡Por amor! [Jn 13, 1] ¿Por qué la pasión? ¡Por amor! ¿Por qué la cruz?¡Por amor!
¿Por qué, Señor, no has bajado de la cruz respondiendo a nuestras provocaciones?
No he bajado de la cruz porque así habría consagrado la fuerza como dueña del mundo, mientras que el amor es la única fuerza que puede cambiar el mundo.
¿Por qué, Señor, este precio tan alto? Para deciros que Dios es amor [1 Jn 4, 8.16],
Amor infinito, Amor omnipotente. ¿Me creeréis?
ORACIÓN
Jesús crucificado, todos nos pueden engañar, abandonar, defraudar; tú, en cambio, nunca nos defraudarás. Tú has dejado que nuestras manos te clavaran cruelmente en la cruz para decirnos que tu amor es verdadero, es sincero, fiel, irrevocable.
Jesús crucificado, nuestros ojos ven tus manos clavadas y, a pesar de ello, capaces de dar la verdadera libertad; ven tus pies sujetos con clavos y sin embargo aún capaces de caminar y de hacer caminar.
Jesús crucificado, ha terminado la quimera de una felicidad sin Dios. Volvemos a ti, única esperanza y única libertad, única alegría y única verdad.
Jesús crucificado,¡ten piedad de nosotros, pecadores!
Todos: Padre nuestro...
DUODÉCIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Juan 9, 25-27
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 45-6. 50
C. Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí, lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
MEDITACIÓN
Neciamente, el hombre ha pensado: Dios ha muerto. Pero si Dios muere, ¿quién nos dará ahora la vida? Si Dios muere, ¿qué es la vida?
La vida es Amor.
La cruz, entonces, no es la muerte de Dios sino el momento en que se quiebra la frágil capa de humanidad, que Dios ha tomado, y comienza a desbordarse el amor [Jn 19, 30] que renueva la humanidad.
De la cruz nace la vida nueva de Saulo, de la cruz nace la conversión de Agustín, de la cruz nace la pobreza feliz de Francisco de Asís, de la cruz nace la bondad expansiva de Vicente de Paúl, de la cruz nace el heroísmo de Maximiliano Kolbe, de la cruz nace la maravillosa caridad de Madre Teresa de Calcuta, de la cruz nace la valentía de Juan Pablo II, de la cruz nace la revolución del amor:
por eso la cruz no es la muerte de Dios, sino el nacimiento de su Amor en el mundo.
¡Bendita sea la cruz de Cristo!
ORACIÓN
Señor Jesús, en el silencio de esta tarde se oye tu voz: «Tengo sed. Tengo sed de tu amor» [Jn 19, 28].En el silencio de esta noche se oye tu oración:«Padre, perdónales. Padre, perdónales» [Lc 23, 34].
En el silencio de la historia se escucha tu grito: «Todo está cumplido» [Jn 19, 30].
¿Qué es lo que se ha cumplido? «Os he dado todo, os he dicho todo, os he traído la más hermosa noticia: Dios es amor. Dios os ama».
En el silencio del corazón se siente la caricia de tu último don: «Ahí tienes a tu madre: a mi madre» [Jn 19, 27].
Gracias, Jesús, por haber confiado a María la misión de recordarnos cada día que el sentido de todo es el Amor: el amor de Dios plantado en el mundo como una cruz. ¡Gracias, Jesús!
Todos: Padre nuestro...
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27,55.57-58; 17,22-23
Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran
Mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres y lo matarán, pero resucitará al tercer día». Ellos se pusieron muy tristes.
MEDITACIÓN
Se ha perpetrado el delito: nosotros hemos matado a Jesús [Zc 12, 10].
Y las llagas de Cristo arden en el corazón de María, mientras que un mismo dolor abraza a la Madre con el Hijo.
La Piedad. Sí, la Piedad grita, conmueve e hiere incluso a quien está acostumbrado a herir.
La Piedad. A nosotros nos parece que tenemos compasión de Dios, y, en cambio –una vez más–
es Dios quien tiene compasión de nosotros.
La Piedad. El dolor ya no es desesperado y jamás lo será, porque Dios ha venido a sufrir con nosotros.
Y con Dios, ¿cómo se puede desesperar?
ORACIÓN
María, en el Hijo abrazas a cada hijo y sientes el desgarro de todas las madres del mundo.
María, tus lágrimas pasan de siglo en siglo y riegan los rostros y lloran el llanto de todos.
María, tú conoces el dolor... pero crees. Crees que las nubes no apagan el sol, crees que la noche prepara la aurora.
María, tú que has cantado el Magnificat [Lc 1, 46-55], entónanos el canto que vence el dolor
como un parto del que nace la vida.
María, ruega por nosotros. Ruega para que llegue también hasta nosotros el contagio de la verdadera esperanza.
Todos: Padre nuestro...
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61
C. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
Lectura del libro de los Salmos 15, 9-11
Por eso se me alegra el corazón
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
MEDITACIÓN
A veces la vida se asemeja a un largo y melancólico sábado santo. Todo parece haber terminado,
se diría que triunfa el malvado, que el mal es más fuerte que el bien [Jr 12,1; Ha 1, 13].
Pero la fe nos hace ver a lo lejos, nos hace vislumbrar la luz de un nuevo día más allá de este día.
La fe nos garantiza que la última palabra la tiene Dios: solamente Dios.
La fe es verdaderamente una lamparilla, pero es la única que ilumina la noche del mundo: su llama humilde se funde con las primeras luces del día: el día de Cristo Resucitado.
La historia, pues, no termina en el sepulcro, sino que brota en el sepulcro: así lo prometió Jesús [Lc 18, 31-33], así fue, y así será [Rm 8, 18-23].
ORACIÓN
Señor Jesús, el Viernes Santo es el día de las tinieblas, el día del odio insensato, el día de la muerte del Justo. Pero el Viernes Santo no es la última palabra: la última palabra es la Pascua, el triunfo de la Vida, la victoria del Bien sobre el mal.
Señor Jesús, el Sábado Santo es el día del vacío, el día del miedo y del desconcierto, el día en que todo parece haber terminado.
Pero el Sábado Santo no es el último día: El último día es la Pascua, la Luz que se enciende de nuevo,
el Amor que derrota todos los odios.
Señor Jesús, mientras se concluye nuestro Viernes Santo y se repite la angustia de tantos Sábados Santos, danos la fe inquebrantable de María para creer en la verdad de la Pascua; danos su límpida mirada para ver los reflejos que anuncian el último día de la historia: «un cielo nuevo y una tierra nueva» [Ap 21, 1] ya comenzada en ti, Jesús Crucificado y Resucitado. Amén.
Todos: Padre nuestro...
DECIMOQUINTA ESTACIÓN
Jesús resucita al tercer día
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos..
R. Que por tu Santa cruz redimiste al mundo..
Lectura del evangelio según San Juan 20, 1-9
El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo: -Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó antes al sepulcro.
Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró. Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio. Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó.
No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos.
MEDITACIÓN
¿Dónde está? "No busquéis entre los muertos al que vive. Ha resucitado. Id a Galilea. Allí lo veréis". ¿Dónde está? ¿En qué Galilea? En la Galilea del afán nuestro de cada día. En la Galilea espacial y universal. En la Galilea del que sirve, del que sufre, del que perdona, del que construye la paz, del que ama. En la Galilea donde todavía hay injusticia, opresión, mentira, odio, rencor y necesita, por tanto, de la luz de la Pascua. En la Galilea de la historia, del hoy y del mañana. En la Galilea de la humanidad.
ORACIÓN
Que al reconocerte resucitado, Señor, no se me olvide el Cristo clavado en la cruz…
Que al contemplar la roca desplazada del sepulcro, también recuerde como llegó el cuerpo del Hijo hasta allí…
Que al recordar a Jesús sufriente en la cruz se avive mi esperanza y se aferre mi fe, a la resurrección del tercer día…
Que al revivir el camino del calvario, me anime la confianza de que al final, y al principio, siempre estás Tú…
Que al ejercitar el amor fraterno se agite mi alma y descubra mi corazón, que ese es el Amor que se clavó en una cruz y que salió andando de un sepulcro cerrado…
Que no me quede en las cruces de mi vida, que se remuevan las piedras que puedan encerrar mis pasos, que me anime la esperanza de sentir que al final la Luz me enseña el camino…
Y que me apasione, Padre, al sentir que se renueva incesantemente el milagro de amarme sin reservas, el milagro de tu entrega sin reservas, el milagro de reconocerte Vivo en la Muerte, y Muerto para la Vida que no deseas para mí…
Que mi alma se alimente de tu Vida y de tu Muerte, para renovar mi espíritu, para cambiar mi mundo, para testimoniar que vives en mí.
Redactadas por el arzobispo Angelo Comastri
Fuentes:
Ana Navarro Mayorga
Blog Parroquia San Garcia Abad.
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