En aquellos años 60, fue el párroco del barrio quien explicó a Curro, lo que se pretendía decir con esas palabras…………….Que Dios te bendiga!!
Don Jorge, así se llamaba el párroco, comentó , que con pocas palabras, venía a decir muchas cosas, por ejemplo:
Que sepas que te aprecio muchísimo,
Que pido a Dios por ti,
Que te cuide de todo mal
y te llene la vida de bendiciones.
¡Que Dios te bendiga!!!
Es curioso, el arte de bendecir constituye una de las prácticas espirituales más antiguas y más universales del género humano, tanto en el tiempo como en el espacio. Es más, hace un par de días y aprovechando una poesía que me hizo llegar nuestra amiga Ana Navarro, me animó a escribir sobre ello.
La forma ritualizada de bendición donde concluyen los ejercicios religiosos cristianos no es una más entre las múltiples formas de bendición que se encuentran en todas partes, prácticamente en todas las culturas; todavía hoy subsisten algunas de sus formas “laicizadas” : inauguración de una casa invitando a los amigos; colocación de una bandera en lo más alto del edificio cuando se termina de construir un tejado; lluvia de arroz sobre los recién casados……..
Pierre Pradervand, escribe en “El arte de bendecir”, Editorial SAL TERRAE, lo siguiente:
“Bendecir a los demás se fue convirtiendo, poco a poco, en uno de los mayores gozos de mi vida. Y lo sigue siendo todavía. Después de practicarlo durante muchos años con regularidad.
Se me ha convertido en la forma más eficaz para mantenerme espiritualmente centrado y para desembarazar mi espíritu de pensamientos negativos, críticos o condenatorios.
No he recibido un ramo de rosas de mi antiguo empresario ni la más pequeña expresión de afecto ni la menor escusa de su parte.
Pero he recibido rosas de la vida.
A manos llenas.”
No cabe duda que Pierre Pradervand, al bendecir, se protege de esas cargas negativas que nos acompañan en cada día; los prejuicios, las envidias, miedos etc. Al fin y al cabo, uno sólo puede dar lo que tiene: si tiene cariño, dará cariño………Si tiene tristeza, dará tristeza!
Por lo tanto, es importante y sobre todo positiva, la reflexión de Praderdand, y que expone en La Ley del justo retorno :
“Al cruzarnos con la gente por la calle, en el autobús, en vuestro lugar de trabajo, bendecid a todos.
La paz de vuestra bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario.
Bendecid a los que os encontréis, derramad la bendición sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás.
Bendecidlos en sus bienes y en sus recursos.
Bendecidlos de todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de vuestra propia vida.” .
Bonito, verdad?
Pues una forma de comenzar con este nuevo espíritu, sería:
Bendecir al panadero
Bendecir al peluquero
Bendecir al párroco
Bendecir a los feligreses
Bendecir al Gobierno de la Nación
Bendecir al Gobierno Autonómico
Bendecir al Gobierno Municipal
Bendecir a los Jueces
Bendecir a los Padres
Bendecir a las Madres
Bendecir a los hombres
Bendecir a las Mujeres
Bendecir a los niños
Bendecir a las niñas
Bendecir a todos……..
Porque, bendecir significa Reconocer una belleza omnipresente, oculta A Los Ojos materiales. Es activar la ley universal de la atracción que, desde el fondo del universo, traerá a vuestra vida exactamente lo que necesitas en el momento presente para crecer, abrazar y llenar tu vida de gozo.
Es imposible bendecir y Juzgar al mismo tiempo. Mantén en ti ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de este modo serás de esas personas que son artesanos de la Paz, y un día descubrirás por todas partes el rostro mismo de Dios.
Y por encima de todo, no te olvides de bendecir a esa persona maravillosa, absolutamente bella en su verdadera naturaleza y tan digna de amor, que eres tú mismo.
Pues eso, Que Dios te bendiga!!!!
Fuentes.
El Arte de bendecir. Pierre Pradervand.
Editorial Sal Terrae
Memorias de Curro
Ana Navarro.
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