No están de acuerdo los historiadores sobre algunos detalles de la
biografía de nuestro santo de hoy. Parece que nació en Roma en uno de
los barrios pobres y que su padre se llamó Domicio. Que era esclavo y
como tal pasó una dura juventud y mocedad. Recorrió varios lugares donde
llevó una vida muy dura.
Calixto I, Papa, que fue esclavo, director de banca,
condenado a las minas de Cerdefía, luego diácono y por fin secretario del Papa
Ceferino.
Y que después de haber sido elevado a la silla de Pedro, tras unos
pocos años de tormentoso pontificado, murió seguramente en una algarada
popular, obra de paganos, que se supone le arrojaron a un pozo en el
Trastévere, cerca de donde hoy se levanta la antigua basílica de santa María in
Trastévere, ¡juxta Calixtum.
Pero todo eso lo sabemos por su acérrimo enemigo, san
Hipólito - sí, también entre los santos hay discusiones y riñas como para pasar
a la historia, - apasionado polemista que es muy probable que retuerza los
hechos contra él.
Sabemos que organizó también la catacumba de la Vía Apia que
lleva su nombre, donde se enterraron multitud de papas, aunque no él mismo, y
que intervino con prudencia y acierto en las disputas trinitarias.
Sin embargo, este Papa remoto de perfiles
oscurecidos por el tiempo, con una vida tan agitada y que fue el centro de una
controversia durísima y fundamental, se nos hace simpático y cercano por su
firme actitud contra el rigorismo que representaba ciegamente san
Hipólito.
La pregunta era: ¿Hay pecados imperdonables? Según Calixto,
no, y ¡cuántos ataques y sarcasmos llovieron sobre él acusándole de
laxitud!
Hay que perdonar setenta veces siete, dice el Evangelio, es
decir, sin limitación, es la única doctrina segura y fue la que defendió este
papa (no fue el único ni mucho menos, recordemos a Cornelio y a Cipriano [ 16
de septiembre] ).
Aunque siempre ha habido católicos fanáticos que se
complacían imaginando a casi todo el mundo entre las llamas del Infierno, en
sus mejores figuras, la Iglesia ha sido madre de misericordia frente a
puritanos, abriendo de par en par las puertas del perdón, a semejanza del padre
del hijo pródigo.
Oremos
Atiende, Señor, con bondad las plegarias de tu pueblo y, por
la intercesión del Papa San Calixto I , cuyo martirio hoy celebramos,
concédenos la ayuda necesaria para nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.
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