Nadie ha merecido como San Lucas el título de Evangelista,
de mensajero de la Buena Nueva; no ya porque el historiador de Cristo, en el
tercer Evangelio, se convierte enseguida en los Hechos de los Apóstoles, en el
historiador de la Iglesia naciente, de la difusión del mensaje cristiano al
mundo, sino, ante todo, porque en su estilo de griego y de literato, el mensaje
de salvación canta un auténtico himno de acción de gracias, de alegría y de
optimismo.
Lucas no minimiza nunca la Cruz - a él se debe la descripción
más detallada de la agonía de Jesús - pero en el predomina el gozo: desde el
nacimiento de Juan, con el cual - "muchos se alegrarán" a la
evocación de los discípulos, que tras la Ascensión "volvieron a Jerusalén
con gran alegría", pasando por el relato de la pecadora perdonada y del
Hijo Pródigo, todo en él es un triunfo de la vida y del amor. Los Hechos están bañados por la misma luz:
"...los creyentes celebraban la fracción del pan en las casas y comían
juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón..." (Hc. 2, 46).
"...En el grupo de creyentes todos pensaban y sentían lo mismo...."
(Hc. 4, 32).
Lucas que se unió fielmente al alma de San Pablo y
permaneció junto a él aun en sus cadenas, el cantor de la mansedumbre de Cristo
- como le llama el Dante -, captó desde el principio el universalismo del
mensaje de amor que Jesús había confiado a los suyos.
El Salvador que nos presenta este hombre llegado del
paganismo es claramente "luz para alumbrar a las naciones". (Lc.
2,32) El único de los evangelistas que
no era judío, sino gentil, quizá natural de Antioquía y que parece que fue
médico de profesión. Discípulo de san Pablo (quien le alude en la carta a los
colosenses como «...Lucas, el médico amado....»), le acompañó en sus viajes y tal
vez se encontraba con él en Roma cuando sufrió martirio; poco más se sabe,
aparte de que escribió el tercer evangelio y los Hechos de los apóstoles.
Según remotas tradiciones, después de la muerte de Pablo
predicó la buena nueva en Egipto y en Grecia, y debió de morir en este último
país, quién sabe si crucificado en Patras, como algunos suponen. Su símbolo es
el buey, porque su evangelio empieza con el sacrificio de Zacarías en el
Templo, y desde tiempo inmemorial es patrón de médicos y cirujanos.
Como evangelista tiene un rasgo muy peculiar sin duda debido
a su condición de gentil que escribía para cristianos de cultura griega, hace
muy pocas referencias a la ley mosaica y es el que más insiste en el alcance
universal de la salvación, mostrándose también en eso fiel discípulo de san
Pablo.
El Evangelio según
San Lucas
El autor del tercer Evangelio, San Lucas, el médico, era un
sirio nacido en Antioquía, de una familia pagana. Tuvo la suerte de convertirse
à la fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo fiel compañero y
discípulo fue por muchos años, compartiendo con él hasta la prisión en Roma.
Según su propio testimonio ( 1, 3), Lucas se informó «...de
todo exactamente desde su primer origen ...«. No cabe duda de que una de sus
principales fuentes de información fue el mismo Pablo y es muy probable que
recibiera informes también de la Santísima Madre de Jesús, especialmente sobre
la infancia del Señor, que Lucas es el único en referirnos detalladamente.
El es, pues, precisamente por sus noticias sobre el Niño y
su Madre, el Evangelista por excelencia de la Virgen. Pero Lucas posee además una característica
muy llamativa que ha dado origen a una curiosa leyenda: es el que más habla de
la Virgen, quizá porque la trató personalmente (por ejemplo, es el único que
cuenta la Anunciación), y de ahí que atribuyéndosela habilidades de pintor se
supusiese que pintó un retrato de Nuestra Señora.
Aunque los supuestos retratos sean muy tardíos (el más
famoso, que se conserva en la Capilla Paulina de Santa María la Mayor de Roma,
es un icono del siglo XII), los pintores le tienen también por patrón celestial
y se encomiendan a él como al artista que tuvo el máximo modelo de hermosura
humana.
Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia,
por ser el único que nos trae las parábolas del hijo pródigo, de la dracma
perdida, del buen samaritano, etc. Éste
tercer Evangelio fue escrito en Roma à fines de la primera cautividad de San
Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus destinatarios son los cristianos de
las Iglesias fundadas por el Apóstol de los gentiles, así como Mateo se dedicó
más especialmente à mostrar à los judíos el cumplimiento de las profecías,
realizadas por Cristo.
Por eso, El Evangelio de San Lucas contiene un relato de la
vida de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho à
propósito para nosotros los cristianos de la gentilidad.
Se afirma que Lucas evangelizó Acaya y Bitinia, donde habría
sellado con su sangre la verdad del Evangelio.
Oremos
Señor Dios, que elegiste a San Lucas para que, con su
predicación y sus escritos, revelara al mundo tu amor hacia los pobres, concede
a quienes nos gloriamos de ser cristianos vivir unidos con un solo corazón y
una sola alma y haz que todos los pueblos lleguen a contemplar a tu Salvador.
Que vive y reina contigo.
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