Ave Maria -
ALABANZAS AL SANTISIMO
CANTO AL ESPIRITU SANTO:
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Transfórmame, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname y transfórmame, Señor.
Y DÉJAME SENTIR EL FUEGO DE TU AMOR
AQUÍ EN MI CORAZÓN, SEÑOR (BIS)
INTRODUCCIÓN
El camino de la fe comienza en la súplica y culmina en el seguimiento de Jesús. El ciego de Jericó implora a Jesús la curación y, una vez curado, le sigue. En el borde del camino hay muchos ciegos encerrados en su oscuridad y soledad. No tienen conciencia de su ceguera y creen verlo todo.
El orgullo les impide suplicar al Señor que pasa. Otros en cambio, desean ver la luz y la alegría de los colores, reconocen su ceguera y piden ser curados por el Señor que pasa.
Jesús, el enviado para que los ciegos vean, cura a Bartimeo. El milagro es signo de la presencia del Mesías, el Hijo de David. La fe es la condición necesaria para ver; sin ella se permanece en la oscuridad. La fe hace oír el grito de los pobres ciegos que en el borde del camino gritan, suplican y esperan que alguien les diga: ¿Qué quieres que haga por ti?
ORACIÓN-MEDITACIÓN
¿Dónde estás? El ciego está al borde del camino, donde ni siquiera cae la semilla. Parece que todo está perdido, pero no, Jesús pasa.
“Hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí” (Santa Teresa). ¿Cómo está tu alma? A Bartimeo no le gusta su situación. Su grito es una manera de mostrar su cansancio y su inconformismo.
“Ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía” (Santa Teresa)
Jesús sale al camino. Tiene el oído abierto para escuchar al pobre. Te llama. Te anima. Te levanta. Quiere ser tu amigo.
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo que me tornase a levantar con darme Vos siempre la mano. Y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo” (Santa Teresa).
Una pregunta de Jesús para sacar lo mejor de ti, para hacer brotar la fe: “¿Qué quieres que haga por ti?” Tómate tiempo para responder.
“Mirad, Señor, que mis ojos están ciegos y se contentan de muy poco. Dadme Vos luz” (Santa Teresa).
La oración es para el amor, hecho camino y servicio. Con la alegría de saber que vamos en buena compañía.
“Oh Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes imaginaciones. Y cómo de un alma que está ya determinada a amaros y dejada en vuestras manos, no queréis otra cosa sino que obedezca y se informe bien de lo que es más servicio vuestro, y eso desee” (Teresa).
CANT0 Con vosotros está y no le conocéis,
Con vosotros está su nombre es "El Señor" (2)
MONICIÓN AL EVANGELIO
En medio del camino de la vida acontece el encuentro. La luz se hace grande en el corazón de Bartimeo. Ahora sigue a Jesús con alegría. Teresa de Jesús, una mujer encontrada por Jesús en el camino de la vida, pudo exclamar enamorada: “Juntos andemos, Señor. Por donde tú vayas, iré también yo”.
TEXTO DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: - «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: - «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: - « ¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: - «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: - «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
CANTO En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor Señor,
de tu amor Señor.
En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor Señor,
de tu amor Señor.
PRECES
Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.
Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.
Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.
Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.
Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.
Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.
Oh Cristo, que con tu sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano,
- haz que los hogares cristianos sean cantera de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Altísimo Señor, baja a escucharnos con la bondad que te distingue,
- Para que todos los sacerdotes y en especial nuestro párroco el padre Andrés y el padre Ángel sientan cercana en todo instante la especial protección de María Santísima particularmente en los instantes de sus desconsuelos y soledades en el ejercicio de sus misiones.
Señor Jesús, Sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche, te pedimos por todos los hombres;
- que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz, que no conoce el ocaso.
ORACIÓN FINAL: Lo más importante
Lo más importante no es:
Que yo te busque,
Sino que tu me buscas en todos los caminos (Gen.3,9)
Que yo te llame por tu nombre,
Sino que el mío está tatuado en la palma de tu mano (Is. 49,16)
Que yo te grite cuando me faltan las palabras,
Sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm. 8,26)
Que yo tenga proyectos para ti,
Sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc. 1,17)
Que yo te comprenda,
Sino que tú me comprendas en mi último secreto (1 Cor.13, 12)
Que yo hable de ti con sabiduría,
Sino que tú vives en mí, y te expresas a tu manera (2 Cor. 4,10)
Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
Sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas
Que yo trate de animarme y planificar,
Sino que tu fuego arde dentro de mis huesos (Jer. 20,9)
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte,...
Si tu, no me buscas, llamas y amas primero?
El SILENCIO AGRADECIDO, ES MI ÚLTIMA PALABRA,
y mi mejor manera de encontrarte.
CUENTO: UN CIEGO CON LUZ
“Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo.
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!
Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí...”
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
AVE MARÍA Y GLORIA
CANTO AL ESPIRITU SANTO:
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Transfórmame, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname y transfórmame, Señor.
Y DÉJAME SENTIR EL FUEGO DE TU AMOR
AQUÍ EN MI CORAZÓN, SEÑOR (BIS)
INTRODUCCIÓN
El camino de la fe comienza en la súplica y culmina en el seguimiento de Jesús. El ciego de Jericó implora a Jesús la curación y, una vez curado, le sigue. En el borde del camino hay muchos ciegos encerrados en su oscuridad y soledad. No tienen conciencia de su ceguera y creen verlo todo.
El orgullo les impide suplicar al Señor que pasa. Otros en cambio, desean ver la luz y la alegría de los colores, reconocen su ceguera y piden ser curados por el Señor que pasa.
Jesús, el enviado para que los ciegos vean, cura a Bartimeo. El milagro es signo de la presencia del Mesías, el Hijo de David. La fe es la condición necesaria para ver; sin ella se permanece en la oscuridad. La fe hace oír el grito de los pobres ciegos que en el borde del camino gritan, suplican y esperan que alguien les diga: ¿Qué quieres que haga por ti?
ORACIÓN-MEDITACIÓN
¿Dónde estás? El ciego está al borde del camino, donde ni siquiera cae la semilla. Parece que todo está perdido, pero no, Jesús pasa.
“Hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí” (Santa Teresa). ¿Cómo está tu alma? A Bartimeo no le gusta su situación. Su grito es una manera de mostrar su cansancio y su inconformismo.
“Ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía” (Santa Teresa)
Jesús sale al camino. Tiene el oído abierto para escuchar al pobre. Te llama. Te anima. Te levanta. Quiere ser tu amigo.
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo que me tornase a levantar con darme Vos siempre la mano. Y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo” (Santa Teresa).
Una pregunta de Jesús para sacar lo mejor de ti, para hacer brotar la fe: “¿Qué quieres que haga por ti?” Tómate tiempo para responder.
“Mirad, Señor, que mis ojos están ciegos y se contentan de muy poco. Dadme Vos luz” (Santa Teresa).
La oración es para el amor, hecho camino y servicio. Con la alegría de saber que vamos en buena compañía.
“Oh Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes imaginaciones. Y cómo de un alma que está ya determinada a amaros y dejada en vuestras manos, no queréis otra cosa sino que obedezca y se informe bien de lo que es más servicio vuestro, y eso desee” (Teresa).
CANT0 Con vosotros está y no le conocéis,
Con vosotros está su nombre es "El Señor" (2)
MONICIÓN AL EVANGELIO
En medio del camino de la vida acontece el encuentro. La luz se hace grande en el corazón de Bartimeo. Ahora sigue a Jesús con alegría. Teresa de Jesús, una mujer encontrada por Jesús en el camino de la vida, pudo exclamar enamorada: “Juntos andemos, Señor. Por donde tú vayas, iré también yo”.
TEXTO DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: - «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: - «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: - « ¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: - «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: - «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor
CANTO En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor Señor,
de tu amor Señor.
En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor Señor,
de tu amor Señor.
PRECES
Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.
Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.
Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.
Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.
Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.
Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.
Oh Cristo, que con tu sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano,
- haz que los hogares cristianos sean cantera de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Altísimo Señor, baja a escucharnos con la bondad que te distingue,
- Para que todos los sacerdotes y en especial nuestro párroco el padre Andrés y el padre Ángel sientan cercana en todo instante la especial protección de María Santísima particularmente en los instantes de sus desconsuelos y soledades en el ejercicio de sus misiones.
Señor Jesús, Sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche, te pedimos por todos los hombres;
- que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz, que no conoce el ocaso.
ORACIÓN FINAL: Lo más importante
Lo más importante no es:
Que yo te busque,
Sino que tu me buscas en todos los caminos (Gen.3,9)
Que yo te llame por tu nombre,
Sino que el mío está tatuado en la palma de tu mano (Is. 49,16)
Que yo te grite cuando me faltan las palabras,
Sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm. 8,26)
Que yo tenga proyectos para ti,
Sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc. 1,17)
Que yo te comprenda,
Sino que tú me comprendas en mi último secreto (1 Cor.13, 12)
Que yo hable de ti con sabiduría,
Sino que tú vives en mí, y te expresas a tu manera (2 Cor. 4,10)
Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
Sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas
Que yo trate de animarme y planificar,
Sino que tu fuego arde dentro de mis huesos (Jer. 20,9)
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte,...
Si tu, no me buscas, llamas y amas primero?
El SILENCIO AGRADECIDO, ES MI ÚLTIMA PALABRA,
y mi mejor manera de encontrarte.
CUENTO: UN CIEGO CON LUZ
“Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo.
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!
Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí...”
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
AVE MARÍA Y GLORIA
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