Ha querido el Creador adoptar a los hombres como verdaderos hijos por Jesucristo, el Verbo encarnado, y que gocemos así de su divinidad, del mismo modo que gozan los hijos en este mundo de la riqueza y bondad de sus padres. La misericordia de Dios ha puesto a nuestro favor todo su poder y bondad.
Nos trata como el mejor de los padres, queriendo que sea nuestro todo lo que le pertenece. Basta para ello que queramos que sea Nuestro Padre y Nuestro Dios. Entonces, con la confianza propia de los hijos, nos parecerá normal disponer habitualmente de lo que es sólo suyo por naturaleza: su amor, su poder, su comprensión, su perdón, su vida; esa vida eterna que nos ha prometido en su intimidad, y la fortaleza y constancia para marchar en cada jornada sin apartarnos de su lado.
Apoyados en el convencimiento de fe, por el que no dudamos de su amor, nos dirigimos a su infinita bondad, persuadidos de que nos quiere mejores hijos, y le decimos: ¡auméntanos Señor la fe, para que te veamos más cerca, más amoroso, más Padre! Querríamos quererle con nuestro corazón como Él se merece. Ya comprendemos, sin embargo, que, siendo criaturas, es imposible sólo con nuestras solas fuerzas, por más que logremos poner toda nuestra ilusión y nuestro esfuerzo en ese cariño. Es necesario que le queramos, por la Gracia, con su corazón, con esa caridad que nos ganó Jesús con su Cruz, para que pudiéramos ser "otros Cristos", empleando la expresión de san Pablo. Es preciso que le veamos con "sus ojos" y no dudemos entonces de que, con Él, podemos mover montañas y plantar árboles en el mar, como dijo Jesús que haríamos por la fe. Podremos así –Él lo espera– darle la vuelta al mundo; a este mundo, tan ajeno en ocasiones a la fe, que sólo admite lo estrictamente sensible, y en el que el hombre, con su inteligencia y prescindido gran poder, se constituye en criterio de la verdad y el bien.
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS ( 17, 5-10)
Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “Enseguida, ven y ponte a la mesa?”
¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?”
¿Tenéis que estar agradecido al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”»
Palabra del Señor.
COMENTARIO.
Creo que las lecturas de este domingo XXVII del tiempo ordinario nos hablan del tema de la fe, pues dicen:
En la primera lectura: "El justo vivirá por su fe".
En la segunda lectura: "Toma parte en los duros trabajos del evangelio según las fuerzas que Dios te dé... y vive con fe y amor cristiano".
En el evangelio: Los discípulos le dicen a Jesús: "Auméntanos la fe".
¿Qué es la fe, qué quiere decirse cuando uno dice que tiene fe? Pues podríamos decir que la fe es una actitud de respuesta a Dios que le reconoce como el valor central de su vida y se pone en sus manos.
Es una actitud de respuesta porque la fe tiene una estructura de diálogo: Dios te pregunta si quieres seguirle y tú respondes reconociéndole como lo más importante de tu vida. Esta respuesta a Dios no se hace con palabras, sino que es una actitud que se expresa en tres dimensiones fundamentales: La vivencia personal, las celebraciones de los sacramentos y el compromiso.
La vivencia personal se refiere a lo que uno vive y cree interiormente; esa vivencia interior se expresa en las celebraciones de los sacramentos, principalmente en la eucaristía y la penitencia; y se expresa también en el compromiso personal por cambiar este mundo desde los criterios del evangelio.
Cuando decimos auméntanos la fe, según lo explicado, le estamos diciendo al Señor: auméntanos la vivencia personal, auméntanos la expresión de la fe en los sacramentos, auméntanos el compromiso. Cada uno según su situación personal necesitará crecer en la fe en una dimensión determinada.
No sé si va a ser un poco lioso, pero os voy a decir a continuación unas reducciones de la fe y, por tanto, los aspectos en los que debe ir creciendo esa persona (todos necesitamos crecer en alguna de estas direcciones):
1º Hay personas que entienden la fe como algo interior, privado e íntimo; potencian mucho la dimensión de la vivencia personal, porque piensan que la fe no debe salir de ahí. Estas personas tienen que desprivatizar su fe y expresarla en las celebraciones y en el compromiso de la vida.
2º Hay otras personas que por el contrario olvidan esta dimensión de la vivencia personal de la fe y hacen ritos religiosos porque es una costumbre social: se casan, bautizan, hacen la comunión y entierran a sus familiares por que es así como se acostumbran a hacer las cosas. Estas personas tendrían que caer en la cuenta de que la fe es una opción personal por seguir a Jesús por encima de las costumbres o tradiciones.
3º Hay personas que viven su fe potenciando principalmente la celebración de la fe de un modo beato, olvidando que deben potenciar también en su vida de fe la vivencia personal y el compromiso. Normalmente las personas a las que denominamos peyorativamente "beatos", suelen ser personas de gran fe.
4º Hay otras personas que olvidan celebrar su fe y dicen que tienen más fe que nadie, pero no van a la Iglesia. Estas personas terminan instrumentalizando su fe y poniéndola al servicio de lo que ellos quieren. Tendrían que celebrar su fe para descubrir que la fe no es cosa sólo suya, sino que es cosa de dos, que Dios debe poner su iniciativa y su gracia.
5º Hay personas que piensan que creer es comprometerse y viven una fe volcada principalmente al servicio al hermano. Estas personas deberían descubrir que la fe es una relación personal con Dios, que se vive interiormente y se expresa en los sacramentos que son encuentros reales con Dios; de esa relación personal es de donde sale el compromiso por servir a los más necesitados.
6º Hay otras personas que olvidan el compromiso en su vida religiosa, viven y celebran su fe sobre todo para sentirse bien interiormente, pero no acaban de plasmar esa fe en la vida diaria de cada día, en sus actitudes, en sus opciones, en sus pensamientos. Estas personas tendrían que descubrir la coherencia entre lo que se vive interiormente y se celebra con la vida de cada día.
En cualquier situación que nos encontremos, hoy le pedimos al Señor que nos aumente la fe, que nuestra respuesta a su invitación a seguirle sea una respuesta generosa; y que al final digamos, como en el evangelio, "hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Nota: La lógica de este discurso es la siguiente (por si vale): Le pongo a la fe tres dimensiones, sacadas de la descripción que hacen los Hechos de los Apóstoles de las primeras comunidades:
1ª.- "Vivencia Personal": Credo, Evangelización, Enseñar...
2ª.- "Celebraciones": Culto (sacramentos), Liturgia, Santificar...
3ª.- Compromiso: Moral, Cáritas, Regir...
Y luego voy viendo modos insuficientes de entender la fe, en este orden: cuando uno toma sólo una dimensión y cuando uno olvida esa dimensión; recorro las tres dimensiones
Y así me sale un análisis personal, que creo que tiene una buena correspondencia con la realidad. (Pedro Crespo Arias)
Fuentes:
nsvisitación.
Pedro Crespo Arias.
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San Garcia Abad.
Me gusta el análisis de la fe de este artículo. Yo le he pedido muchas veces a Dios que aumentara mi fe, porque iba a las celebraciones como una rutina pero pensaba que no me escuchaba. Sin embargo, ahora me he acercado a Él con la esperanza de que podría llenar el vacío que sentía en mi vida y me ha sorprendido de qué forma ha aumentado mi fe sin pedírselo. Precisamente en la homilía de hoy el sacerdote también nos ha dicho que la fe es la que nos hace responder con el compromiso.
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