Lo primero es el milagro, la curación. No es casualidad que Jesús cure a unos leprosos. Es muy importante ver los tipos de enfermedad que cura Jesús. En este caso, curar a un leproso significa devolver a la sociedad al que había sido marginado y apartado. La lepra era entonces una enfermedad temida por lo contagiosa que se suponía que era.
Eso hacía que las personas enfermas de lepra fuesen apartadas de la vida social y condenadas a la marginación total. Tanta era la marginación que en el lenguaje actual se dice de una persona que es como un leproso para expresar que esa persona es despreciada por las demás, que nadie quiere tener trato con ella.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor
COMENTARIO.
"La mejor forma de vivir humana y cristianamente la vida es desde la gratitud"
La primera lectura y el evangelio de este domingo, XXVIII del tiempo ordinario, coinciden en presentar la curación de la lepra de Naamán (en la primera lectura) y diez leprosos (en el evangelio); además resaltan el protagonismo del enfermo extranjero: Naamán, el sirio, y el leproso samaritano, que se volvió a darle las gracias a Jesús.
Tanto los enfermos de lepra como los extranjeros eran marginados en tiempos de Jesús. ¿Por qué? Los enfermos de lepra estaban marginados por dos razones:
Nunca se ha dado un trato de privilegio a los enfermos. Pero menos aún si se sospechaba que podían contagiar a los sanos, como era el caso de los leprosos, obligados a vivir en el campo, sin entrar en la población; o se les tenía por impuros y relacionados con los malos espíritus.
Pero, además, por incluirlos entre los pecadores; creían muchas veces que las enfermedades las mandaba Dios como un castigo por los pecados cometidos.
No sólo eran leprosos sino que eran extranjeros. La ley prohibía tratar con ellos. No se podía entrar en sus casas, porque contaminaban, ni se les dejaba entrar en el hogar de un israelita. También están marginados los samaritanos. Era una raza mestiza, con mezcla de sangre judía y pagana. Además se habían apartado de la ortodoxia de Jerusalén, edificando su propio templo en la montaña de Garizín. Entre ellos y los judíos puros había fuertes tensiones y enemistades. Ni siquiera se podían pedir un vaso de agua. El peor insulto era llamar a uno "samaritano".
El mensaje de las lecturas de este domingo es tremendamente claro: Jesús está con los marginados de su tiempo, no con los que se creen los elegidos de Dios.
Quedan, igualmente aclarados, varios temas importantes en la religiosidad judía y cristiana:
1º- Dios no castiga con las enfermedades. Las enfermedades son degeneraciones de la naturaleza de la que estamos hechos, pero nunca un castigo de Dios porque uno haya pecado. Fijaos que es importante porque en la devoción popular hay muchísimos comportamientos que se deben a esta mentalidad: ¿Qué habré hecho yo para merecer esto?, se preguntan ante cualquier accidente o enfermedad en un hijo o en uno mismo. Y hay que hacer alguna penitencia o promesa para alejar el posible "maleficio" o condena divina. Dios no castiga a nadie y menos con enfermedades.
2º- Dios da su salvación para todo el mundo, incluidos los extranjeros. En la religión católica no hay nacionalismos que valgan. El pueblo judío era muy nacionalista, el pueblo elegido por Dios, los únicos que se iban a salvar. Un nacionalismo donde se identifican el poder civil y religioso, en donde por ser judío ya estás salvado. Una mentalidad parecida al nacionalcatolicismo, en la que es lo mismo ser de España que ser católico.
Perdonar la comparación: (Una mentalidad parecida a la canción "De Daimiel, somos de Daimiel, Virgen de las Cruces dilo tú también". No es lo mismo ser de Daimiel, que ser devoto de la Virgen de las Cruces (Patrona de Diamiel), ¿no?).
3º.- La mejor forma de vivir humana y cristianamente la vida es desde la gratitud: hay que hacer, desde pequeños, diariamente ejercicios para ir descubriendo todo lo que hay que agradecer a Dios. Intentarlo y comprobaréis lo que le cuesta, en general, a los fieles, pequeños y mayores. Cuánto tiempo nos pasamos en la vida viviendo resentidos, dolidos, exigentes, olvidados…; es decir, instalados en sentimientos que nos indican que no hemos descubierto nuestra dimensión radical de dependencia con respecto a Dios, nuestra dimensión creyente de la vida, que es la que debe despertar una continua acción de gracias.
Que el Señor nos ayude a estar de parte de los marginados, que nos ayude a no marginar a nadie, que nos acerque a los que padecen cualquier enfermedad y que nos descubra que ser católico es ser universal, abierto a todos, aunque no sean de nuestra tierra.
Y que nos sitúe, en la vida, en su dimensión relajante de la gratitud.
Fuentes:
Pedro Crespo Arias
Fernando Torres Pérez cmf
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San García Abad.
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