Santa Brígida nació alrededor de 1303, según una muy
antigua tradición, en la finca de Finsta, al oeste de la ciudad de Norrtälje,
en la provincia de Uppland.
Finsta era el domicilio de la familia
Finsta, y perteneció durante un tiempo (aunque no cuando nació Brígida) a su
padre Birger Persson. Su padre era juez de Uppland, y su abuelo paterno, su
abuelo materno y su hermano también ejercieron esa profesión. Su esposo sería
también juez, y tendría un hijo que ejercería la misma actividad. Su madre fue
Ingeborg Bengtsdotter, y fue la segunda esposa de su padre.
Su abuelo materno era primo de Magnus
Ladulás, de modo que Brígida tenía parentesco con la familia real
sueca.
La "gruta de las oraciones"
(construida en el siglo XX) se halla siempre abierta a visitantes. Según la
tradición, allí se apareció Santa Brígida por vez primera. En las cercanías de
Finsta se halla la iglesia de Skederid (del siglo XIII),
el templo de la infancia de Brígida.
Una vida ejemplar.
Desde niña Brígida tuvo visiones. Una vez
vio a la virgen María colocarle una corona en su
cabeza. En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo torturado y muerto en la cruz. Estos
dos temas, la profunda devoción a María y las meditaciones sobre el sufrimiento
de Cristo, marcarían toda la vida de Brígida.
Cuando Brígida tenía unos 10 años murió su
madre. Su padre se consideró incapaz para darle una educación como la que
merecía una niña de su condición social, por lo que la envió a casa de su
cuñada Catarina Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.
Algunos años después, cuando Brígida tenía
alrededor de 13 años, fue dada en matrimonio, contra su voluntad, a Ulf
Gudmarsson. Fue madre de ocho hijos, entre ellos, santa Catalina de Suecia.
La devoción de Brígida influyó también en su
marido. Entre otros viajes, los esposos realizaron peregrinaciones a Nídaros
(actual Trondheim)
y a Santiago de Compostela. En el camino a España,
en la ciudad francesa de Arras, Ulf cayó enfermó. Cuando se temía lo peor, el santo
francés San Dionisio se apareció ante Brígida y le
prometió que su marido no moriría en esa ocasión.
De regreso a Suecia, Brígida y Ulf se
establecieron junto al convento de Alvastra, donde Ulf murió en 1344 (aproximadamente).
Entonces Brígida repartió sus bienes entre sus herederos y los pobres, para
ella vivir de manera sencilla en las inmediaciones del convento de Alvastra. En
ese tiempo aumentó el número de visiones, que representan, hasta la partida a
Roma, la mayor parte de las apariciones que tuvo Brígida.
En las apariciones, Brígida recibió la
misión de llevar mensajes tanto a políticos como a líderes religiosos. También
tuvo diálogos con santos y muertos.
Brígida viajó a Roma en el año 1349 con el propósito de
tomar parte en la celebración del jubileo de 1350, y para obtener el permiso del papa de fundar una nueva
orden religiosa. Los problemas con los que se enfrentó Brígida eran que el papa
residía entonces en Aviñón, y que la Iglesia había prohibido el establecimiento de
más órdenes. La ausencia del papa no desanimó a Brígida, pues ella ya sabía,
debido a una visión que había tenido, que ella vería al Papa y al Emperador
encontrarse en Roma.
En Roma residió primero cerca de la basílica
de San Lorenzo
in Damaso. Fue testigo del decaimiento espiritual de la ciudad tras
la partida del papa. Durante su estancia en la ciudad, escribió cartas al papa,
donde le suplicaba que regresara a Roma, y se dedicó a visitar las iglesias que
contenían tumbas de santos. En la iglesia de San Lorenzo in Panisperna,
en la colina de Viminale, pidió a los transeúntes limosnas para los
necesitados. También aprovechó para viajar en peregrinación a santuarios
de Asís,
Nápoles
e Italia
del sur.
En 1368, el papa Urbano V
regresó a Roma y el 21 de octubre se entrevistó con el emperador Carlos IV. Entonces pudo Brígida entregar
las reglas de su orden al papa, quien se encargaría de examinarlas. Las reglas
fueron aceptadas con varias revisiones y fuertes cambios con los que
probablemente Brígida no estuvo nada de acuerdo. Además el papa tomó la
decisión de dejar Italia nuevamente por motivos de seguridad, situación con la
que Brígida no estuvo nada de acuerdo. Ella profetizó que el papa recibiría un
fuerte golpe de Dios, y cuando Urbano V tenía dos meses de haber regresado a Aviñón,
murió.
En 1371, cuando contaba con
unos 68 años, Brígida realizó un viaje a Tierra Santa,
con un itinerario que pasaría por Nápoles
y Chipre.
En Nápoles murió su hijo Carlos Ulvsson, lo que le acarreó a Brígida grandes
preocupaciones. Ella tuvo entonces otra aparición, que le garantizó el perdón
divino a su hijo gracias a las oraciones y lágrimas de su madre.
Cuando regresó a Roma en el verano de 1373, una enfermedad la
debilitó, y finalmente murió en la actual Plaza Farnese. De acuerdo a su propia
voluntad, sus restos mortales fueron trasladados a Suecia,
específicamente al convento de Vadstena después de haber sido enterrados
en la iglesia romana de San Lorenzo in Panisperna.
En 1377,
por orden del obispo de Jaén Alfonso Pecha de Vadaterra, amigo y confesor de Brígida,
salió a la luz la primera edición de sus Apariciones celestiales. En 1378, se llevó a cabo otra
aprobación sobre las reglas de la orden religiosa de Brígida, y en 1384 se consagró el convento de Vadstena.
El proceso de canonización
de Brígida comenzó en 1377
y culminó en 1391.
En 1999
santa Brígida fue elevada, junto con santa Catalina de
Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz a ser copatrona de Europa.
La orden de santa Brígida perdura hasta
nuestros días con el nombre de La Orden del Santo Salvador (Ordo Sancti
Salvatoris), llamada comúnmente Orden Brigidina.
Los
restos de santa Brígida se encuentran en el convento de Vadstena.
El edificio donde la santa vivió en Roma, la
Casa di Santa Brigida, contiene un templo, un convento, y un albergue.
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