Santa María Salomé tenía tanto amor por Jesucristo, que le siguió hasta el Calvario, con Santa María Magdalena y María, madre de Santiago. Así, en el momento en que los discípulos abandonaban al Salvador, esta santa mujer le permaneció fiel. Ella proporcionó perfumes para ungir el cuerpo de Jesucristo y, el domingo, fue al santo sepulcro muy de mañana con sus dos compañeras. Allí, encontraron a un ángel que les anunció la resurrección de Jesucristo.
María Salomé (una de las Tres Marías) era esposa de un pescador de Galilea llamado Zebedeo. Tanto Ella como sus dos hijos Juan y Jacob (Santiago) estaban hechizados por la predicación de Jesús. El caso es que los tres le siguieron. La madre atendía a las necesidades de intendencia: se preocupaba generosamente del sustento de Jesús y de los apóstoles.
Nos la presenta el Evangelio como una mujer sencilla, sin doblez, que le plantea a Jesús sus ambiciones de madre para los dos hijos cuando Jesús tuviese instalado en su reino. Pero no se desencantó al darse cuenta por fin de que el reino de Jesús no se iba a construir sobre el poder, sino que le siguió en el último viaje desde Galilea hasta Jerusalén, que acabaría en el Calvario.
No se desalentó por ello María Salomé, ni se apagó su fe en Jesús a pesar de verle en las últimas. Así, en el momento en que los discípulos abandonaban al Salvador, esta Santa mujer le permaneció fiel.
Ella proporcionó perfumes para ungir el cuerpo de Jesucristo y, el domingo de Resurrección, fue al santo sepulcro muy de mañana con sus dos compañeras Santa María Magdalena y María, madre de Santiago y comprobó que estaba vacío. Allí, encontraron a un ángel que les anunció la resurrección de Jesucristo.
La tradición cristiana se ha empeñado en determinar el parentesco entre María Salomé y Jesús. Las hipótesis mejor argumentadas la hacen hermana de la Virgen María.
En el alba de la preciosa mañana en que Cristo resucitó, tuvo la suerte de ver mucho antes que otros que lo que había dicho el Señor se había cumplido tal y como lo dijo.
Oremos.
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa María Salomé, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán
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